Un parto en medio del conflicto
Policías de Colombia y Venezuelaayudan a dar a luz a una mujer en un puente fronterizo
A pesar de la crisis diplomática entre Venezuela y Colombia, la vida continúa. Pero en el caso de la hija de Milady Navarro, en medio del sordo conflicto, la vida comienza. La niña, de tres kilogramos y 49 centímetros, vino al mundo en la raya limítrofe cuando a su madre, de nacionalidad venezolana, le sorprendió el parto sobre el puente binacional y hubo de ser atendida por policías y militares de los dos países.
La mujer quería dar a luz en Cúcuta, ciudad del colombiano Departamento del Norte de Santander, por lo que se disponía a atravesar el puente, pero el viejo camión en el que viajaba, en compañía de una amiga, se averió y las dejó varadas. Continuaron a pie, empeñada como estaba Milady en que su hija naciera en Colombia. No obstante, se desmayó justo en el tramo central del puente, y cuando llegaron funcionarios de la policía colombiana y de la Guardia Nacional venezolana, la señora -de 32 años y separada del padre de la niña, de nacionalidad colombiana- ya estaba alumbrando. Ayer descansaba en un hospital de Cúcuta.
El nacimiento, registrado oficialmente a las 21.00 del lunes, ocurrió en la misma frontera que, a mediados de diciembre de 2004, cruzó en contra de su voluntad el guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FACR) Rodrigo Granda.
En esa oportunidad, militares venezolanos que habían detenido al llamado canciller de las FARC en Caracas, sin que mediara una orden judicial, cruzaron el puente para entregarlo a las autoridades colombianas en Cúcuta, dando origen al más grave conflicto entre ambos países desde 1987, cuando estuvieron al borde de la guerra por un incidente con un buque militar colombiano en aguas del Golfo de Venezuela.
La disputa causada por la detención de Granda alcanzó máxima intensidad cuando el ministro de la Defensa colombiano, Jorge Uribe, admitió públicamente que el Gobierno de su país había pagado a los militares venezolanos para que capturaran al guerrillero y lo pusieran en manos de las autoridades colombianas. Para Venezuela, se trató de un soborno y un desconocimiento de las normas del derecho internacional en lo que respecta a la detención y extradición de personas.
En respuesta, el presidente Hugo Chávez ordenó congelar todos los planes binacionales en materia económica, una decisión que hasta ahora no ha tenido repercusiones visibles a escala nacional, pero que ha causado graves dificultades en la zona fronteriza. Los dos países son vecinos a lo largo de 2.200 kilómetros. La mayor parte del territorio próximo a ambos lados de esa línea está despoblado, pero existen varios ejes de gran actividad económica e intenso contacto humano que están sufriendo las consecuencias de la desavenencia política entre Caracas y Bogotá.
En el eje San Antonio (Venezuela)-Cúcuta (Colombia) -donde se produjo el paso de Granda y el parto de Milady- el principal problema económico es la paralización del transporte de carbón producido en las minas de Norte de Santander, que habitualmente es llevado en camiones a través de territorio venezolano, para ser embarcado en el lago de Maracaibo y de ahí, vía marítima, hacia los mercados de exportación. La alternativa que tienen los productores colombianos del mineral es extremadamente costosa, pues implica atravesar Colombia hasta la costa caribeña, lo que elevará el flete hasta 10 dólares por cada tonelada.
En el eje Paraguachón (Venezuela)-Maicao (Colombia), ubicado en la península de La Guajira, el principal problema causado por la crisis es la suspensión del contrabando de gasolina venezolana. Este negocio, obviamente, es ilegal, pero el Gobierno venezolano hacía la vista gorda hasta que ocurrió el caso Granda, pues el traslado del combustible es fuente de ingresos para indígenas de la etnia wayuu, de ambas nacionalidades.
En el eje Guasdualito (Venezuela)-Arauca (Colombia), el Ejecutivo venezolano ordenó suspender la venta de electricidad a la ciudad vecina.
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