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Reportaje:VIOLENCIA EN IRAK

La seguridad no llega

El Gobierno quiere expulsar a 30.000 agentes por incompetentes mientras intenta reclutar a los viejos soldados de Sadam

Ángeles Espinosa

Casi dos años después de la invasión estadounidense, Irak sigue sin contar con unas fuerzas de seguridad dignas de ese nombre y, más allá de la violencia política, la criminalidad es rampante. Frente a la imagen de un sur plácidamente tranquilo, los atentados diarios del llamado triángulo suní, los habitantes de esa zona se quejan de continuos asaltos -y asesinatos- en las carreteras, cuando no de extorsiones y secuestros. Con macabro sentido del humor, han bautizado como triángulo de la muerte la región que enmarcan las rutas que llevan a Nayaf y Kerbala.

"Los americanos no entendieron que lo que más molestó a los iraquíes tras la invasión fue

el pillaje y los saqueos", explica Joost Hiltermann, "por eso la policía no estaba entre sus prioridades". Hiltermann es el director para Oriente Próximo del International Crisis Group (ICG), una ONG dedicada a la prevención y resolución de conflictos. A diferencia de la disolución del Ejército, muy criticada tanto por ICG como por otros observadores, Hiltermann estima que la policía de la época de Sadam Husein "era perversamente corrupta y no valía para la nueva etapa".

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Sin embargo, los norteamericanos se centraron en formar una fuerza paramilitar a imagen de la Guardia Nacional de EE UU, de la que ha tomado el nombre, para combatir la insurgencia. La falta de atención al reclutamiento de policías fue tal que el Ministerio del Interior ha decidido expulsar a 30.000 agentes contratados antes de la transferencia de soberanía "porque no tienen ni idea de seguridad", según ha revelado recientemente un portavoz.

Desde su toma de poder el pasado junio, el primer ministro provisional, Ayad Alaui, muy crítico con el desmantelamiento del Ejército, ha respaldado la contratación de 50.000 antiguos soldados para la policía. Otros tantos van a incorporarse en los próximos meses. "Necesitamos gente como ellos: están bien entrenados y saben cómo luchar", ha justificado Adnán Hadi al Asadi, consejero del Ministerio del Interior.

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Además de aprovechar la experiencia de los ex militares, los responsables políticos y policiales confían en eliminar el riesgo de que engrosen las filas de la insurgencia, ya que al desaparecer el Ejército se quedaron de brazos cruzados. Los expertos en temas de seguridad dan por hecho que el aumento en la sofisticación de los ataques de los insurgentes está relacionado con la incorporación de militares.

La policía iraquí tiene actualmente 100.000 agentes, pero Asadi estima que necesitarían más del doble, "un agente por cada cien habitantes, debido a la inestabilidad". La media en los países occidentales es de 1 a 300.

El reto sigue siendo su preparación. "El entrenamiento no es lo suficientemente largo y en cuanto regresan a Irak se ven en primera línea de fuego, no es de extrañar que muchos no puedan soportarlo", señala Hiltermann.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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