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Reportaje:

El principio del fin de la deuda argentina

El Gobierno de Kirchner es optimista y considera que la aceptación del canje será muy alta

Alejandro Rebossio

Argentina inició el viernes pasado el canje de la deuda que dejó de pagar hace más de tres años. Después de un largo y duro proceso de disputas con los tenedores de bonos, la suerte está echada para la tercera economía latinoamericana, que busca resolver la suspensión de pagos más grande de la historia de la humanidad, de unos 81.200 millones de dólares, mediante una quita nominal de la mitad de ese pasivo.

Los acreedores, incluso los que se resignan a aceptar la propuesta, demandan más fondos porque el país lleva dos años creciendo al 8%

Los analistas argentinos y extranjeros coinciden en que el canje de la deuda resultará exitoso por el cansancio que en los tenedores de bonos ha generado la estrategia de no negociación del Gobierno de Néstor Kirchner, y por el contexto favorable de los mercados emergentes, aunque se descarta que se logre una aceptación similar a la de los anteriores procesos de reestructuración de países en desarrollo. En aquellos casos se solía alcanzar una participación de mas del 90% del capital adeudado, lo que dejaba a sólo un puñado de inversores demandando judicialmente los pagos originales.

En el caso argentino, los bancos organizadores del canje -entre ellos UBS, Barclays, Merrill Lynch y la filial de BBVA- calculan que la aceptación resultará como mínimo del 75%. Los analistas hablan del 70%. El Comité Global de Tenedores de Bonos de Argentina (GCAB, segun sus siglas en inglés), el principal grupo de acreedores extranjeros, vaticina que sólo será un 55%. El Fondo Monetario Internacional (FMI), que sigue cobrando puntualmente su deuda con Argentina y que se ha declarado al margen del canje, ha pasado de exigir un 80% a restar importancia al porcentaje que se logre. Sólo el representante en el FMI de Italia, donde más 400.000 personas cuentan con el 15% de los títulos, sigue reclamando una adhesión del 75%. La polémica en Italia es de tal calibre que la oposición al gobierno de Silvio Berlusconi le ha pedido que el Estado proteja a los pequeños inversores que compraron ingenuamente bonos argentinos, de alto rendimiento por su elevado riesgo, bajo el asesoramiento de los bancos.

Dos tercios de la deuda

El ministro de Economía argentino, Roberto Lavagna, se ha jactado de que sólo se necesita el 50% de participación. Su razonamiento es el siguiente: Argentina está pagando el 43% de su deuda, la que contrajo con organismos multilaterales y otros acreedores después de la suspensión de pagos, y si reestructura la otra mitad habrá conseguido normalizar dos tercios del total.

La adhesión a la oferta argentina resultará, de cualquier modo, menor a la obtenida en otros canjes recientes como los de Rusia, Ecuador o Uruguay porque la quita propuesta es del doble. En 20 casos desde la década pasada hasta la actualidad, la redacción del valor efectivo de la deuda -no se considera sólo el capital sino también los intereses, los plazos y el periodo de gracia- promedio es del 36%. Argentina propone una quita real del 67%.

Kirchner argumenta que si el país se comprometiera a pagar más de lo que ofrece tendría que asignar recursos que en realidad están destinados a fomentar el crecimiento y los planes sociales, en un país que hace tres años atravesaba el peor momento de una crisis que dejó a la mitad de la población en la pobreza.

En cambio, los acreedores, incluso los que se resignan a aceptar la propuesta argentina, demandan más fondos al señalar que este país suramericano lleva dos años creciendo a más del 8%, el superávit fiscal primario (ingresos menos gastos, antes del pago de la deuda) asciende al 6% del PIB y las reservas internacionales superan los 20.000 millones de dólares.

El Gobierno argentino les responde que no se comprometerá a pagar más de lo que puede, como ocurrió otras veces en la historia de este país. Este canje de deuda probará hasta qué punto un país emergente puede dictarle los términos de una reestructuración a sus acreedores. En el primer año y medio de suspensión de pagos, el gobierno de transición de Argentina se mantuvo prácticamente inactivo en la negociación y en el periodo restante, bajo la presidencia de Kirchner, con Lavagna como ministro, el país se limitó a formular dos propuestas unilaterales de pago, sin sentarse a discutirlas con los tenedores de bonos.

Nuevo precedente

"Un éxito del canje argentino sentaría un mal precedente para otros países deudores", ha alertado el director general del fondo de inversión Capital Markets Financial Services, Gustavo Quesada, que escuchó el jueves pasado en Miami al secretario de Finanzas argentino, Guillermo Nielsen, en la gira promocional que comenzó en esa ciudad norteamericana y continuará esta semana Europa. Sin embargo, Quesada estudia la posibilidad de aceptar la quita con tal acabar de una vez con la reestructuración argentina. Con títulos por 125 millones de dólares en cartera, su decisión dependerá, como sucede muchas otras veces en materia de inversiones financieras, de lo que haga la mayoría.

La fuerte reducción de la deuda, de todos modos, dificultará el regreso de Argentina a los mercados internacionales de capitales cuando lo necesite, según reconoce un ejecutivo de banca privada, que propone a sus clientes participar del canje. De ahí que Argentina constituirá un ejemplo arriesgado de seguir.

Su éxito, sin embargo, también supondría un elemento de refuerzo para su recuperación, beneficiada por los altos precios de las materias primas y una política heterodoxa orientada a favorecer la producción y el consumo. Grandes compañías locales y extranjeras aducen, hasta ahora, que les resulta difícil conseguir financiamiento o respaldo para invertir en este país por el efecto de la suspensión de pagos.

Argentina necesita conquistar más inversiones para que su crecimiento sea sostenible, pero los economistas reconocen que la solución del endeudamiento no acaba con los desafíos de la economía argentina, entre los que figuran la pobreza, el paro y la falta de reglas de juego claras. Además, aunque el canje logre una adhesión del 75%, quedará fuera un 25%, alrededor de 20.000 millones en dólares, que podría derivar en querellas ante los tribunales argentinos, estadounidenses e italianos.

Roberto Lavagna, ministro de Economía.
Roberto Lavagna, ministro de Economía.EFE

La opinión de los tenedores de bonos

Mas de la mitad de los tenedores de bonos pertenece a inversores institucionales y el resto, a los minoristas. Entre los primeros figuran un 35% que corresponde a fondos de pensiones, bancos y compañías de seguro que ya acordaron con el Gobierno su participación en el canje. Entre los inversores institucionales han crecido las tenencias de fondos de capital de riesgo, que compraron los bonos después de la suspensión de pagos, cuando cotizaban con una quita del 75%.

La caída de la prima de riesgo de la deuda latinoamericana en los últimos meses, efecto de la continua bajada de tipos de los bonos de largo plazo del Tesoro estadounidense, ha mejorado la valoración de la oferta argentina: en junio pasado se calculaba una quita del 80% y ahora se observa una reducción del 67%. Por eso los fondos de capital de riesgo aceptaran la propuesta, segun el director de portfolio de Galileo Argentina Fondos Comunes de Inversión, Carlos Hourbeigt. Otras instituciones financieras, como las norteamericanas e italianas que representa el GCAB, no adherirán como forma de presión para que Argentina pague más. Los llamados fondos buitre apuestan a cobrar el 100% en un juicio. Mientras tanto, los pequeños inversores argentinos, italianos, japoneses y alemanes, algunos de ellos jubilados que ahorraron en títulos ahora impagos, se dividen entre los que se resignan a participar, los que esperaran a ver que sucede y los que irán a la justicia.

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