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TRES TRIUNFADORES LITERARIOS

Casariego recrea en un 'thriller' la relación entre palabra e imagen

Más tranquilo que la víspera, con voz calma pero enfilando un cigarrillo tras otro, Nicolás Casariego (Madrid, 1970) contó ayer que durante los últimos cuatro años ha vivido en una suerte de "sociedad paralela" a la nuestra y en un "futuro cercano". Es éste el mundo en que se sumergió para escribir la novela Cazadores de luz, una historia de intriga y amor con la que la noche del jueves quedó finalista del Premio Nadal 2005.

"No sé si es exactamente una novela de ciencia-ficción o de anticipación, porque he utilizado un tono muy realista. La sociedad donde se mueven los personajes está dominada por las grandes corporaciones y vive obsesionada por el consumo y la imagen, una vertiente que he exagerado mucho porque creo que es hacia donde vamos", afirmó Casariego, autor hasta ahora de la novela Dime cinco cosas que quieres que te haga (Espasa, 1998), el libro de relatos La noche de las doscientas estrellas (Lengua de Trapo, 1999), el ensayo Héroes y antihéroes en la literatura (Anaya, 2000) y guionista de dos largometrajes.

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"Quería hacer una novela pura y dura y creo que lo he conseguido"

Amoralidad

El protagonista de la novela finalista del Premio Nadal, de nombre Mallick, es un hombre "amoral", un tipo que se dedica a vender todo tipo de cosas para una empresa, entre ellas su propio cuerpo -se prostituye-, y que un buen día descubre el sentimiento amoroso. Es un personaje del que Casariego no ha querido acabar de perfilar su bondad o maldad: "No me gusta el maniqueísmo, sino los personajes con sombras. Prefiero que el lector decida sobre su moralidad", dijo el autor. De igual manera, explicó que a pesar del paisaje social y humano que describe no ha querido, de entrada, dar un contenido crítico a su historia. Y respecto de la historia de amor que impregna Cazadores de luz: "Quería ver hasta qué punto el amor puede cambiar a una persona que ha llevado una vida rutinaria y dedicada a la simulación".

Mallick sufre de acromatopsia, una ceguera total a los colores. Este aspecto de su persona introduce el otro gran hilo argumental y formal de la novela, "la representación, mediante la palabra, de un mundo donde lo más potente son las imágenes".

"En toda la novela", explicó, "está presente la imagen, hay muchas expresiones que tienen que ver con la vista, sobre los colores, los decorados... Es una novela muy visual y, si lo he conseguido, puede evocar muchas imágenes en el lector", prosiguió. "Cuando hoy se habla del cine con respecto a la literatura, de si las novelas son muy cinematográficas o no, hay que tener en cuenta que el hombre ha sido y sigue siendo hijo de la palabra y que mediante la palabra evoca la imagen. Ésta es una relación preciosa".

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