Viejo cine soviético
M. T.
¿Por qué se rueda, en 2002, una película como Estrella..., un abrupto regreso a uno de los temas sagrados del cine de la antigua URSS, la gran guerra patriótica por excelencia, la Segunda Guerra Mundial? A simple vista, y observado desde aquí, un filme que cuenta la gesta de un pelotón de soldados soviéticos en la retaguardia alemana en suelo ruso, en el que se mezclan, en agradable camaradería, rusos con siberianos y hasta ucranios, se diría uno más de los de aquel rancio filón que hizo la gloria propagandística y la cohesión nacional soviética entre finales de los cuarenta y principios de los sesenta.
Y, sin embargo, a medida que la película va desplegando sus (ingentes) medios militares y su desembozado mensaje, que culmina con un recordatorio, en vibrante voz off, sobre los muertos soviéticos que costó la "liberación" de Polonia, Alemania, Checoslovaquia, mientras desfilan ante nuestros ojos fantasmales, interminables hileras de soldados, queda claro que estamos ante una operación cuidadosamente planificada: de una evocación abrupta a los temas más queridos del nacionalismo ruso a un vibrante (no hay que negar al filme sus valores cinematográficos) curso acelerado de buenas relaciones entre los antiguos pueblos de la gran madre Rusia. Y se entiende que al comienzo de sus imágenes, y contra toda costumbre, figure en lugar prominente el apoyo del Servicio Cinematográfico del Ministerio de Cultura ruso... Indudablemente, estamos ante una película que Putin seguramente aprecia, y no poco.
ESTRELLA, SEÑAL DE SOCORRO
Dirección: Nikolái Levedeb. Intérpretes: Ígor Petrenko, Ekaterina Vulichenko, Alexéi Panin, Artiom Semakin. Género: bélico. Rusia, 2002. Duración: 97 minutos.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.