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Una exposición en París provoca una tormenta política en Suiza

El Senado recorta las ayudas al organismo que contrató al artista

La exposición Swiss-swiss democracy, del artista suizo afincado en París Thomas Hirschhorn, ha provocado un escándalo mayúsculo en el Parlamento de Berna. El artista realiza una crítica radical de la democracia suiza y, en particular, del caudillo derechista Christoph Blocher, miembro del Consejo Federal y equivalente del ministro de Justicia y Policía. El Senado suizo ha restado 700.000 euros de la subvención a la entidad que organizó la muestra.

Hirschhorn es un creador conocido en los medios culturales por su trabajo provocador y de fuerte carga política. Este hombre se ha convertido de la noche a la mañana en el artista más famoso de Suiza.

Desde la ascensión al máximo órgano político suizo de Christoph Blocher, Hirschhorn decide dejar de exponer sus trabajos en territorio suizo; pero no de utilizar para sus exposiciones dinero público y los locales de un centro cultural suizo en el extranjero. Y es aquí donde comienza la polémica, saldada (de momento) con un recorte de un millón de francos votado por el Senado a la organización Pro-Helvetia, que se encarga de la promoción del arte y la cultura suizos en el mundo.

En palabras de Gilberte Demont, coordinadora de la UDC, el partido de Blocher, "es intolerable dar créditos y ayudas públicas a un artista para que denigre a Suiza desde el extranjero mientras que a infinidad de creadores no reconocidos se les niega todo apoyo". A lo que Hirschhorn responde con rabia: "Mi trabajo no denigra a Suiza sino al contrario. Yo analizo la democracia que conozco y de la que me siento responsable". Y continúa: "Si hablamos de la UDC, lo que me avergüenza de ser suizo es el resultado de las votaciones de septiembre y su propaganda abiertamente racista. Eso es lo verdaderamente denigrante y son ellos los que deberían explicarse".

Blocher representa al partido UDC-SVP (Unión Democrática de Centro-Partido del Pueblo Suizo), adalides de un nacionalismo radical teñido de xenofobia y profundamente antieuropeo. La UDC es, además, el partido que ha liderado la campaña por la no nacionalización de los inmigrantes de segunda y tercera generación (véase EL PAÍS del 27 de septiembre de 2004). En declaraciones al diario L'Express, Blocher ha dicho: "A mí me es indiferente encontrarme dentro de este espacio de contestación gráfica. Cada uno comunica como puede y quiere. En cualquier caso, esta exposición está muy lejos de mi idea del arte".

En una primera vuelta, el Senado votó 24 contra 13 para recortar los presupuestos destinados a la promoción cultural, pero la Cámara baja rechazó la propuesta por 97 votos contra 85. Finalmente, el Senado ratificó la decisión por 22 a 19, quitando así un millón de francos (algo menos de 700.000 euros) al presupuesto para el 2005. Lo que subleva al artista es que "los políticos toman este tipo de decisiones graves basándose en artículos de la prensa amarilla como Le Matin y Blick; sólo tres diputados se han molestado en venir a ver la muestra".

Sabina Schwarzenbach, responsable de comunicación de Pro Helvetia, lamenta que "estén pagando justos por pecadores, dado que el recorte de subvenciones a la cultura no afecta ya a la obra de Hirschhorn y sí afectará en cambio a infinidad de artistas que no recibirán apoyos". A su criterio, lo más peligroso del caso es que "estos recortes representan un freno a la independencia del arte" y, a partir de ahora, el organismo se verá obligado a "ser mucho más cuidadoso con los artistas provocadores". "En el fondo la pregunta es: qué tipo de arte quiere Suiza?".

Opinión con la que concuerda Hirschhorn: "Lo que esta crisis demuestra es la falta de soberanía de los artistas y muestra la otra cara de la democracia suiza. Las tendencias populistas al alza en Europa quieren modelar a su forma a todas las tendencias disidentes".

La muestra ha convocado a día de hoy, en palabras de Thomas Hirschhorn, "a más de 17.000 visitantes de todas las edades, desde viejos a niños. Un público abierto y heterogéneo que utiliza este espacio para discutir sobre el significado de la democracia". El costo de la exposición ha sido cercano a los 150.000 euros, pero el artista no ha cobrado por su creación.

Hirschhorn concluye su análisis afirmando que "lo más doloroso de todo este escándalo es el castigo impuesto a Pro Helvetia, cuya misión es la de sostener a todos los artistas de todas las tendencias".

La exposición Swiss-swiss democracy puede visitarse hasta el 31 de enero en la sede del Centro Cultural Suizo de París.

Thomas Hirschhorn, delante de su instalación <i>Swiss-swiss democracy, </i><b>en el Centro Cultural Suizo de París.</b>
Thomas Hirschhorn, delante de su instalación Swiss-swiss democracy, en el Centro Cultural Suizo de París.ROMAIN LOPEZ

Espacio tomado

En el corazón del parisiense barrio de Marais, un cartel donde se lee Swiss-swiss democracy da la bienvenida a un espacio que recuerda más a una casa okupada que a una galería de arte. Entre trozos de cartón pegados con cinta adhesiva y trapos viejos, el visitante descubre el reverso de la postal oficial suiza. Hirschhorn coloca recortes de prensa sacados de los diarios helvéticos de referencia como Le Temps, NZZ o Tages Anzeiger consagrados principalmente a la figura de Christoph Blocher, el caudillo de derechas y millonario industrial, miembro del Consejo Federal como ministro de Justicia y Policía.

El punto culminante consiste en un momento de la representación de Guillermo Tell en el que un actor en el rol de un perro levanta la pata y simula orinar sobre una foto del político suizo. La otra escena controvertida mostraba a un actor vomitando en una urna en una parodia salvaje del modelo de democracia directa suiza.

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