'Estatutu berri on?'
No era fácil en la última mañana del año 2004 desprenderse de la sensación de que algo se ha roto definitivamente en nuestro país. Algo muy importante, que va (que iba) mucho más allá del balance de transferencias, del cálculo de cupos o del nivel de autogobierno. Algo de complicada objetivación y, por ello, de difícil valoración contable; pero algo fundamental, pues era lo único que nos constituía como polis vasca. En su última sesión, el Parlamento vasco dijo sí al plan Ibarretxe y, con ello, dijo no al Estatuto que hasta ahora nos había reunido. Lo hizo posible una improbable coalición de ideales, intereses y desatinos. PNV y EA han apoyado una propuesta que, de no haberse aprobado, hubiera conformado su programa en las ya próximas elecciones; EB ha dicho sí en Vitoria a lo mismo que IU dirá no en Madrid; y Sozialista Abertzaleak ha dicho sí y no a la vez, advirtiendo de su voluntad de decir no, y sólo no, tan pronto como la propuesta de nuevo Estatuto Político pase del "nuevo modelo de relación con el Estado español" recogido en el preámbulo a la "asociación al Estado español" de su artículo 1. Ingeniería política con label vasco y Q de quebradura. Aquella raya en la arena dibujada en Lizarra, que fue provisionalmente borrada por la marea de la violencia, ha vuelto a trazarse de nuevo: el nosotros vasco es hoy, más que nunca antes, un "nosotros dos". Aquellas que debían ser instituciones de todos, el Parlamento y la Lehendakaritza, han sido el escenario y el ejecutor de esta vivisección.
En consecuencia, no es fácil, cuando me siento ante el ordenador, dejar a un lado la preocupación. La lectura de la prensa no ayuda demasiado a reconducir estas ominosas sensaciones. "A muchos se les puso cara de tsunami", publica la última de Deia. "Tsunami en el Parlamento Vasco", titula Mariano Ferrer su artículo de El Mundo. "Se removieron los cimientos" dicen en Gara. Tan excesiva analogía, si tenemos en cuenta la tremenda destrucción del maremoto de Indonesia, no deja sin embargo de tentar al comentarista. Si allí el terremoto desplazó el eje de rotación del planeta Tierra, aquí se ha desplazado el eje de rotación del planeta Euskadi.
Sólo me tranquiliza la reacción templada del PSE y del Gobierno de Rodríguez Zapatero. Y es que a partir de ahora debemos evitar, más que nunca, que el proceso que se nos avecina pueda hacerse pasar como un enfrentamiento entre "La Soberana Voluntad de los Vascos y las Vascas Representada por el Parlamento Vasco" y "Madrid". Si algo ha provocado la solipsista estrategia soberanista es la disolución del sujeto político vasco. A pesar del resultado final, todo el mundo ha podido ver cómo 35 parlamentarios vascos argumentaban su oposición a la propuesta: el 46,6% del Parlamento; el 47% si contamos sólo los votantes efectivos; el 43% si descontamos esos tres votos negativos de SA. Sin fallos técnicos ni errores humanos que encubran la voluntad real de los votantes. No son la mayoría, pero son muchos. Así pues, muerto el Estatuto que constituía la polis vasca, que nadie pretenda representarla en exclusiva.
A partir de ahora, habrán de permitir que muchos ciudadanos vascos no nacionales expresemos pacífica y democráticamente nuestra desafectación hacia el proceso que ahora inician y hacia el objetivo que persiguen (si logran que las cuatro patas en que se sostiene caminen al unísono). Hablo de desafectación, que no de desafección (mala voluntad) ni de defección (separación desleal de una causa común), actitudes estas últimas que han caracterizado la relación del nacionalismo vasco con el marco de derechos y libertades que nos ha permitido a todos construir Euskadi y a ellos gobernarla.
Hablo de desafectación; es decir, de considerar que el proyecto de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi nace radicalmente desvinculado de cualquier uso común y de actuar en consecuencia. No es nuestro proyecto. Hemos de decirlo aquí, en Euskadi. Alto y fuerte. Aquí. Nosotros, los ciudadanos vascos no nacionales.
Imanol Zubero es profesor de Sociología de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) y secretario de la plataforma Aldaketa-Cambio por Euskadi.
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