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Reportaje:LA INMIGRACIÓN POR DISTRITOS | Chamberí

Navidad boliviana en los bajos de Argüelles

Los bares de copas latinoamericanos de Aurrerá ofrecen noches especiales para que los inmigrantes no pasen solos las fiestas

"¡Que no arrastres la silla!". "¡Que bajes la música!". "¡Que no hagas ruido!". Antonio Yujra, boliviano, resopla. La convivencia con los vecinos españoles es dura. Pero ahora, por una noche, él no está en su vivienda. Ni trabajando. Es viernes, preámbulo navideño, y Yujra se relaja en la discoteca Primera Toma, en los bajos de Aurrerá. Lugar de encuentro entre bolivianos.

A primera hora, sobre las once de la noche, suena música de los años ochenta. The eye of the tiger. Tres bolivianos y dos españoles se tambalean en la barra del bar. "Es que los bolivianos han traído aquí a sus jefes", susurra Max Castro, propietario del local. Uno de los españoles, con perilla y bigote, no acierta a meter la manga en el abrigo. Hay cervezas a medio tomar sobre la barra. Se van. Eran los únicos clientes. De momento.

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A partir de la medianoche cambia el rumbo. Llegan parejas de bolivianos, grupos de chicos, mujeres solas. También otros latinoamericanos y, por qué no, españoles. Suena Kjarkas, un grupo de la tierra. Para bailar suelto o agarrao. Después llegarán otros ritmos: Bisbal, Carlos Baute... Siempre latino. Entre los tragos hay cerveza marca Paceña y licores bolivianos que se mezclan con Ginger Ale. La copa cuesta cinco euros y la entrada, los sábados, siete.

"Aquí nunca hay problemas, nunca hay peleas", se apresura a aclarar Max Castro: "El boliviano sale a bailar, a divertirse. No quiere líos". Él insiste: el boliviano no fuma, no se droga, no trapichea con nada. De momento, la convivencia de los latinos con los jóvenes radicales de derecha que se concentran en otros locales de la zona no está dando demasiados problemas a la policía. El ambiente en Aurrerá es más o menos tranquilo. Los empresarios, tanto latinos como españoles, insisten en que las "malas épocas" de esta zona de la capital ya han quedado atrás.

Max Castro conoce el negocio de la noche. Es un inmigrante privilegiado: llegó a Madrid hace 14 años para estudiar un posgrado en la Universidad Politécnica y fue uniendo un trabajo con otro. Ya tuvo otra discoteca en la calle de Fomento, pero en 2002 el edificio se derrumbó y con él los sueños de Castro. Luego remontó el vuelo con Primera Toma. Castro ha dejado la decoración por la que apostó el anterior dueño: pósters de actores y rollos de cine. Esta discoteca y otras de ambiente caribeño están cambiando el paisaje de Aurrerá. Aún predominan los bares de copas españoles, pero los latinoamericanos empiezan a hacerse notar en esta zona de la capital.

Max dice que a él le va bien. Fernando, un boliviano calvo y grandote, cuida de que no se les cuele nadie en el local. "¡Pero si ya les conozco de sobra! Sé quién viene a montarla y quién no", explica Fernando. Con algunos, se establece un control especial. Fernando sabe que hay algunos que entran directamente a robar carteras. "Les cacheo al entrar y les cacheo cuando se van: hay algunos que se quieren ir con billeteras extras", cuenta.

Al local llega Gloria Amaya con un grupo de amigos. Gloria trabaja en la Embajada de Bolivia y sale por las noches porque le gusta bailar. Luego intentará que le dé tiempo a regresar a casa en metro. A pocos metros de ella, los hermanos Rodrigo y Martín de la Riva, de 23 y 24 años, golpean suavemente en la barra para seguir el ritmo de una canción boliviana. Trabajan como agentes comerciales. Son algunos de los muchos que pasarán las navidades fuera de su país.

Las fiestas navideñas provocan que el número de clientes suba: muchos bolivianos están solos y no quieren pasar ni un minuto en casa por si les consume la añoranza. Castro lo tiene todo pensado: en Nochevieja habrá una gran farra, pero en Nochebuena, un día teóricamente más familiar, también habrá fiesta. Si hubiesen estado en Bolivia, los inmigrantes habrían cenado, habrían cantado el himno nacional y se habrían abrazado. En Madrid, les queda la opción de los bajos de Aurrerá.

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