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Brasil asciende en el terreno internacional

Lula echa el resto para fortalecerse en la OMC y lograr un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU

Fernando Gualdoni

Brasil no es miembro del Movimiento de los No Alineados y, sin embargo, el gigante suramericano se erige hoy como el principal y más fuerte defensor de los principios de respeto y solidaridad en la relación entre las grandes potencias mundiales y los países menos desarrollados establecidos por ese movimiento, creado en Belgrado en 1961.

Por mérito propio y la pizca de azar que hace que surjan el momento y los lugares oportunos, el presidente brasileño Lula da Silva está logrando poco a poco que los países ricos, a fin de cuentas los acreedores del mundo, reconozcan que si aprietan a los países menos desarrollados para que paguen sus deudas a pesar del alto coste social y para que abran más sus mercados sin contraprestaciones justas, no sólo pierden amigos, sino clientes.

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Lula está consiguiendo a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y, en menor medida y más recientemente, mediante Naciones Unidas, que grandes países en vías de desarrollo, como el propio Brasil, India o Suráfrica, fortalezcan sus posiciones en la escena internacional. Recientemente, Brasilia postuló a su embajador ante la OMC, Luiz Felipe de Seixas Correa (diplomático de larga trayectoria que sirvió en España, Alemania, Francia, Argentina y EE UU), para dirigir el organismo comercial internacional a partir de mediados de 2005, en reemplazo del tailandés Supachai Panitchpakdi. De Seixas Correa compite con Carlos Pérez del Castillo, representante uruguayo ante la OMC, el ex comisario europeo de Comercio, el francés Pascal Lamy, y el ministro de Exteriores y Comercio de Mauricio, Jayen Cuttaree.

Brasil está jugando fuerte con la candidatura de De Seixas Correa, ya que si logra imponer a su hombre al frente de la OMC, el Gobierno de Lula fortalecerá su posición en las aspiraciones de Brasil para convertirse en un miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Lula tiene grandes ambiciones políticas internacionales para su país y está utilizando un arma poderosísima, como es el comercio, para lograr sus fines.

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La semilla de la estrategia que hoy poco a poco va desarrollando Lula la puso el ex ministro de Salud del anterior Gobierno de Cardoso, José Serra, en la cumbre de la OMC de Doha, en noviembre de 2001. Serra abanderó el germen del que sería el G20 (encabezado por Brasil, India, Suráfrica y China), con su lucha por el acceso de los países menos desarrollados a los medicamentos genéricos. El ex comisario europeo Lamy apodó a este cuarteto Los Elefantes del Siglo XXI.

La batalla que dio Serra en Doha tenía un interés electoral porque el ex ministro se perfilaba ya entonces como el candidato del partido de Cardoso, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), para enfrentarse a Lula en las elecciones de octubre de 2002. No obstante, a pesar de estos tintes electoralistas, Serra logró una gran victoria para los países menos desarrollados con la modificación sobre patentes medicinales, y esto quedó en su palmarés. Recientemente, Serra regresó con ímpetu a la primera línea de la política brasileña arrebatando la alcaldía de São Paulo, la capital económica del país, al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula. Para más inri, la rival de Serra era la hasta ahora alcaldesa Marta Suplicy, amiga íntima de Lula.

En la escena internacional Lula, sin duda, tomó el relevo y, utilizando también como trampolín a la OMC, ganó terreno para la causa. Lula dio un paso clave al designar a Celso Amorín como ministro de Asuntos Exteriores de Brasil. Amorín fue durante años el representante brasileño ante el organismo de comercio y conoce al dedillo la extensa y farragosa normativa comercial. Brasil fácilmente se puso al frente de Los Elefantes. En parte por el carisma de Amorín y también porque la popularidad de Lula ayuda a que este grupo de países no produzca temor. "China e India sí lo producen", explican fuentes diplomáticas acreditadas ante la OMC. "Y Suráfrica aún está verde para protagonizar este liderazgo. Tal vez si Nelson Mandela fuera ahora el presidente podría darse el caso", añaden.

Lula se alzó como el líder natural de este grupo de los Veinte desde que los cuatro Elefantes se vieron por primera vez en la cumbre de Evian (Francia), en junio del año pasado. Para cuando se celebró la cumbre de la OMC en Cancún, en septiembre de 2003, ese liderazgo estaba más que afianzado. "El fortalecimiento de Brasil en la escena internacional es independiente del Gobierno de Brasilia; es la nueva posición del país frente al mundo y, esté quien esté al frente, se mantendrá", explica Pedro Camargo, asesor del Gobierno brasileño ante la OMC. Camargo fue parte del equipo que este año logró dos grandes victorias para Brasil ante la OMC: la demanda contra EE UU por los subsidios al algodón y contra la UE por las ayudas al azúcar. En ambos casos, la organización dio la razón a Brasil. Tanto Bruselas como Washington han recurrido los dictámenes, pero será difícil que la OMC cambie de idea.

El G20, finalmente, se fortaleció más con el reconocimiento formal de su existencia por parte de la Comisión Europea hace un año. Aunque a Washington le irritó este cambio de estatus, Bruselas decidió dar el paso teniendo en cuenta la cohesión y fortaleza del grupo. Justamente de estos últimos atributos depende el futuro del grupo. Para Kevin Watkins, jefe del informe del desarrollo humano de Naciones Unidas, a la relación entre los países del sur aún le queda por andar.

"Los grandes del G20 tienen muchos intereses en común, pero también muchos enfrentados. Si lo que los une prima por encima de los demás, entonces estaremos definitivamente ante un grupo muy poderoso, mucho más de lo que jamás llegó a ser el de los No Alineados", indicó Watkins.

Desde la izquierda: los presidentes Hugo Chávez (Venezuela), Ricardo Lagos (Chile), Néstor Kirchner (Argentina), Nicanor Duarte (Paraguay), Lula da Silva (Brasil), Jorge Batlle (Uruguay) y Alejandro Toledo (Perú), en la cumbre del Mercosur celebrada en Ouro Preto en diciembre pasado.
Desde la izquierda: los presidentes Hugo Chávez (Venezuela), Ricardo Lagos (Chile), Néstor Kirchner (Argentina), Nicanor Duarte (Paraguay), Lula da Silva (Brasil), Jorge Batlle (Uruguay) y Alejandro Toledo (Perú), en la cumbre del Mercosur celebrada en Ouro Preto en diciembre pasado.REUTERS

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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