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Reportaje:LA INVESTIGACIÓN DEL 11-M

"Ha dado una lección a las estrellas políticas"

Víctimas del 11-M siguieron emocionadas desde la calle la intervención de Pilar Manjón

Elsa Granda

Lágrimas en el Congreso y fuera del edificio, tensión y rabia en sede parlamentaria y en la calle. Una mañana con un punto de inflexión, que se produjo con la salida del Parlamento del portavoz del PP en el Congreso, Eduardo Zaplana. Fue el único momento en el que se oyeron gritos e insultos. Se emplearon todos los sinónimos de la palabra sinvergüenza aceptados por la Real Academia. Decenas de familiares y amigos de víctimas del 11-M, que ayer hicieron acopio de valor para manifestarse en la Carrera de San Jerónimo, pudieron hablar con Carme Chacón (PSOE), con Gaspar Llamazares (IU) y con otros diputados pero no con Zaplana, que pasó de largo. "Ni nos ha mirado", aseguró la hermana de una víctima.

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A ratos, se formaban grupos entorno a transistores con los que seguían la comparecencia de su representante, Pilar Manjón. Con los ojos vidriosos, asintiendo, con los sentimientos a punto de desbordarse. Todos confesaban que han perdido la fe en la política, porque se sienten decepcionados. En otros momentos se juntaban cuatro o cinco personas y hablaban del horror, de cómo lo vivieron, de las secuelas físicas y psicológicas de la masacre. Se apoyaban unos en otros. Y dijeron cosas, tanto dentro como fuera del Congreso, que salían del corazón. "La sensación que tuve yo es que realmente no se sabía quién había puesto las bombas, si los terroristas o nosotros", comentaba alguno. "A veces nos sentimos como un simple expediente", se quejaba otro. Y alguien definió así lo ocurrido ayer: "Se le ha dado una buena lección a las estrellas del cine parlamentario".

Andrés, un ecuatoriano sin papeles, de 32 años, espera una operación de rodilla. Las bombas le cambiaron la vida cuando aquella mañana viajaba en el tren que estalló en Atocha. "Espero que nos ayuden", dice. "A mí me dicen que espere a la regularización de febrero para solicitar los papeles. Pero claro, no tengo trabajo, no tengo dinero, no he recibido ni un duro", se quejaba. A su lado, Flor guardaba entre sus manos el retrato de una mujer joven con un bebé en brazos: era María Teresa, una de las víctimas mortales. A ella, como a los demás manifestantes, le costaba articular las palabras. "El día que vino Aznar nos dijeron que nos metieran a los muertos por el culo, y que cuánto nos pagan por estar aquí", recordaba entre balbuceos. "Es indignante ver cosas que se han hecho y cosas que se han dicho", lamentaba.

El 11-M arrebató la vida a un sobrino del sindicalista Rodolfo Benito. Ayer, mientras esperaba en la calle la salida de Pilar Manjón, Benito desgranaba, a quien le preguntaba, sus opiniones sobre la comisión, que considera que empezó mal, "porque hay quien ha pensado que el debate tenía más que ver con el resultado electoral que con otras cosas". A su juicio, el anterior Gobierno tenía que haber asumido "sus responsabilidades", y la la comisión debe emitir ya sus conclusiones y dejar paso a la justicia.

María José tenía un papel en la mano. "Es una carta que ha enviado mi hermana a EL PAÍS hoy", explicaba, mientras a su lado Eva, afectada psicológicamente por la explosión de uno de los trenes, intenta sobreponerse al llanto. El autor de la carta escribe: "Yo sé cómo suena una bomba y el olor que deja tras de sí. Yo fui quien salió corriendo, ustedes no

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[en referencia a los miembros de la comisión]. Pero sigo viajando en cercanías cada mañana, el esfuerzo que supone ustedes no pueden saberlo. Viajan en coches con escolta y chófer. No les permito que duden de mi valentía. De la que hago gala cada día. Mi voto está decidido desde que cumplí la mayoría de edad y no lo ha cambiado el atentado".

María José no podía reprimir la rabia contra la actitud de Zaplana: "No tiene derecho a comportarse así por mucho traje de Armani que lleve". Y Eva apostillaba: "Ahora, después de oír a Pilar, ya sabemos por qué no querían que la comparecencia se hiciera a puerta abierta. Las cosas se han dicho muy claras". Recuerda que tras salir de Atocha el 11 de marzo, después de la explosión, "todos coincidíamos en que no había sido ETA, que era cosa de Al Qaeda, por la forma de hacerlo, por la dimensión del atentado, por todo... ¡Que no somos tontos!".

Sólo una docena de afectados siguió la sesión en un despacho en el Congreso. El resto permaneció en la calle exhibiendo, a modo de pancartas, folios en los que se podía leer 192 muertos, 1.400 heridos. Atentado 11-M en Madrid. Esperaron impertérritos, desde las 11 hasta las 14.30, no a los políticos sino a quien con su intervención ante la comisión parlamentaria les había hecho llorar y recordar, pero también les había devuelto la dignidad.

Cuando Pilar salió, el primer abrazo fue el de los aplausos. Luego, le llovieron los besos y las llamadas telefónicas. "Sólo he sido la voz de los ausentes. Y el discurso, consensuado, ha llegado al corazón de la gente porque está hecho con el corazón", aducía. Alguien la felicitó así: "Has dado una lección a los políticos".

Familiares y amigos de víctimas del 11-M siguen a través de un transistor la intervención de Pilar Manjón en la comisión de investigación parlamentaria.
Familiares y amigos de víctimas del 11-M siguen a través de un transistor la intervención de Pilar Manjón en la comisión de investigación parlamentaria.GORKA LEJARCEGI

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