_
_
_
_
COLUMNISTAS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Hay motivo, pero…

Pero ¿qué te propones? ¡No! ¡No y no! Por lo que más quieras, no lo hagas. Aparta tus manos, métetelas en los bolsillos, en las partes, donde sea, pero aléjalas de la tentación. ¿Vas a echarlo todo por la borda precisamente ahora? ¿Tantas horas de sacrificio? ¿Semejante récord de estoicismo, de contención, de autocontrol? ¡Atrás, ni se te ocurra! ¡Ni lo toques! Tienes motivos, lo sé. El mundo apesta.

Y, sin embargo, amados lectores y lectoras que habéis dejado el vicio funesto, no podéis daros por vencidos. Ni pensar en volver a fumar.

George W. Bush y su camarilla no pueden apuntarse también esta victoria sobre vuestra salud. En cuanto a daros a la bebida: comprendo que la visión de lo que son capaces de hacer los Sobrios del Partido del Bienestar para Unos Pocos os empuje con fuerza hacia la botella (en adelante, para evitar temibles malentendidos, frasco) y sus cantos de sirena. Mas no y mil veces no. La que se nos viene debe mantenernos alerta y en las mejores condiciones de lucidez posibles.

Ánimo, fortaleza, entereza. Que no se diga que somos unos disolutos. Y sobre todo: no nos disolvamos. Ahora más que nunca vamos a necesitar estar derechos, mantenernos sólidos, afirmar nuestra unidad, nuestra defensa unánime y sin fisuras de los valores que defendimos en la calle y en las urnas (la verdad por encima de todo, la paz), y que cambiaron el Gobierno de este país.

Ni volváis a fumar ni os dejéis engañar por quienes, abrumados por el éxito del Amo del Mundo Total, se apresuran a aceptar que la mierda es buena sólo porque millones de moscas acuden a su apestosa llamada. Admito que, en adelante, ponerse del lado del triunfador va a resultar más rentable. Pero pensad que no estamos solos. Jodidos sí, pero no solos.

Y tenemos un Gobierno (espero, deseo, hay que decirle que no se equivoque, que no se doblegue) dedicado a cultivar ideas distintas de las que el Nuevo Orden pretende imponer.

Lo sé, va a resultar difícil. Sin embargo, ¡aparta tu mente del horrendo camino de vuelta, y los pies de la senda que conduce al estanco! Recuerda aquellos despertares plagados de toses, esputos, raspar de tráquea, espesa lengua y paladar atestado de humores. Recuerda la piel mate, el sabor amargo de los alimentos, la cara que ponía tu abstemia pareja cada vez que os dabais un beso con lengua. Recuerda lo que fue el primer mes sin fumar, recuerda cómo, al tercero, estuviste a punto de caer, cuando pasaron Casablanca en la tele y, al ver a todos los actores prender un cigarrillo tras otro, te echaste a llorar como si hubieras perdido a un verdadero amigo, cuando en realidad habías hecho algo mucho mejor: dejar de enriquecer con tu vicio a las marcas de tabaco que se dedican a engancharnos, y cuyo comportamiento industrial resulta aún más repugnante cuanto más se dirige al Tercer Mundo.

Recuerda, desde luego, a la gente que amamos y que ha muerto por culpa de su adicción al tabaco, gente que era buena y que ahora nos sería más necesaria que nunca.

Porque será preciso pensar, será importante responder, será indispensable no dejarse achantar. Y, queridos, en caso de manifestaciones multitudinarias (pongamos para defender nuestros valores morales: libertad, igualdad, fraternidad; sin ir más lejos) para responder a aquellas de signo contrario que pretendan coaccionar a la sociedad y a su libremente elegido Gobierno… En ese caso, amigos, será mejor que tengamos los pulmones en buen estado, porque los largos recorridos a paso lento son muy matadores. Y las claras consignas ("No te metas en mi vida, que yo no me meto en la tuya", por ejemplo) tienen que ser voceadas bien alto y bien claro.

Ya sé que es muy fuerte, que estamos asistiendo a un capítulo bronco y oscuro de la historia humana, un viento primario de conquista que amaga con devolvernos a la caverna. Y se te va la mano, lo sé, se te va la mano cuando alguien cerca de ti saca una cajetilla; y hay noches que, ante las noticias (o lo que nos llega y llaman noticias), dedicarías al frasco mayor atención de la que merece.

Ni se te ocurra. No estamos solos. Ni siquiera en el país del Amo del Mundo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_