El arte de Millás se impone en un relato sobre Babel
Hay académicos y académicos. Hay algunos, como Claudio Guillén, que leen con gracia y soltura una ponencia de enorme enjundia. Hay otros, muy expertos y sabios, pero que con la palabra hablada se muestran como agarrotados y amenazan con el tedio al respetable. Las presentaciones de los autores pueden llegar a convertirse en largos tratados, y eso parecía restarle fuerza a las intervenciones de un panel de título de por sí ya complejo: 'La comunicación textual en el mundo hispánico: transversalidad y contrastes'. Tomás Eloy Martínez, el coordinador, comentaba entre bromas el nerviosismo que le iba produciendo la lenta marcha del debate, y eso que las intervenciones de Mempo Giardinelli, Fernando Iwasaki, Blas Matamoro... estuvieron muy bien.
Pero en esto llegó Juan José Millás, y el encuentro viró radicalmente y el entusiasmo fue general. Hubo unanimidad: Millás encantó con un texto imposible de resumir: mezcló el esperanto con el inglés y con la mítica Torre de Babel, el incesto y la donación de esperma, sólo por hablar de algunos temas. El relato de la Torre de Babel apenas ocupa 10 o 15 líneas en la Biblia, dijo, pero mantiene toda su vigencia. "La juventud perenne de ese relato se debe a que resume de manera admirable un momento inaugural en la historia de los seres humanos, pues cuando Dios confundió las lenguas de los habitantes de Babel, obligándoles a organizarse en grupos lingüísticos que tomaron diferentes direcciones, comenzó, desde mi punto de vista, la cultura. En otras palabras, la cultura se inaugura al mismo tiempo que la diferencia", afirmó.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.