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Reportaje:

Quizá la mejor escuela de cine del mundo

Un libro cuenta la historia del centro de estudios fundado por García Márquez en Cuba

Cinco años en la vida de cualquier escuela de arte es mucho tiempo. Si se trata de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de La Habana, es muchísimo tiempo, pues, se comprenderá, una coctelera que bate al mismo tiempo ingredientes tan singulares y poderosos como el trópico, el socialismo y el cine, aderezados con guindas de la talla de Gabriel García Márquez, Etore Scola o Francis Ford Coppola, da mucho juego... y mucho jugo.

Fundada en 1986 por iniciativa de García Márquez, la EICTV, desde su inicio, fue un imán para actores, productores, escritores y cineastas de todo el mundo que apostaron por una cinematografía latinoamericana en una época en que no existían apenas escuelas de cine en la región. Sobre los avatares y peripecias de este generoso proyecto, en el lapso de tiempo comprendido entre diciembre de 1995 y 2000, trata el libro Ojos que no ven..., de Alberto García Ferrer, quien dirigió la EICTV durante esos años, y que edita Ocho y Medio.

García Ferrer considera que la EICTV es "una de las mejores escuelas de cine del mundo". Sin duda, muchos no estarán de acuerdo, pero él trata de demostrarlo en las 350 páginas de esta memoria que "está lejos de pretender ser una historia oficial de la Escuela Internacional de Cine". Ojos que no ven... es simplemente eso y lo contrario: una memoria por donde desfilan cineastas, huracanes, profesores, alumnos con ganas de aprender y otros menos, intrigas de embajadas, la señora de la limpieza, el talento, burócratas sin una pizca de él, cumbres iberoamericanas cargadas de tensión, Manuel Vázquez Montalbán mientras perseguía al Papa para escribir su libro Y Dios entró en La Habana, y, por supuesto, muchos cubanos, muchísimos, y entre ellos uno especialmente entrañable, el director Enrique Pineda Barnet.

"Es, también, y quizá sobre todo", afirma García Ferrer, un libro que trata de transmitir "la pasión por el relato: de historias, personajes, situaciones, dificultades, esfuerzos, voluntades, escenarios, conflictos, estrategias de vida, amores y desamores, contado con cariño, con afecto, y con el humor por un observador y partícipe de la vida cubana".En cierto modo, el autor se adentra en el terreno del ensayo, pues se interroga sobre lo que entiende debe ser "la mayor preocupación del director de una escuela de cine", a su juicio, "contribuir a que los estudiantes mantengan los ojos muy abiertos ante la vida, los sueños, el deseo, la cultura... la realidad. Ojos muy abiertos para registrarlo todo y, sin embargo, dudar de todo". García Ferrer pretende que en toda la obra esté presente esa "preocupación por estimular la imaginación y dotarla de recursos técnicos para que las ideas se transformen en relatos, en obras, en historias". El lector decidirá si lo consigue o no.

Por las páginas de Ojos que no ven se pasean cineastas españoles, latinoamericanos y norteamericanos, muchos bien conocidos. Algunas de las anécdotas que cuenta de ellos tienen interés, otras son irrelevantes. Aun así, hay testimonios de valor increíble, y aunque sólo fuera por ellos merece la pena el libro. Uno es el de Enrique Pineda Barnet, cuando confiesa al autor sus frustrados intentos por poner en pie una película con el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC) en medio de la crisis de los años noventa, después de la caída del muro de Berlín.

Cuenta Pineda Barnet: "En mi primera reunión en el ICAIC, me dijeron que tenía que ser en La Habana, porque no había gasolina y no se podía rodar en exteriores. Llevé un proyecto que se desarrollaba íntegramente en La Habana. Me dijeron entonces que no podía tener más que escenarios naturales, porque no había pintura para las escenografías. Arreglé el proyecto. Me dijeron entonces que debían ser menos actores, porque no había transporte para buscarlos. Debían caber en un Lada. (...) Cuando finalmente el proyecto respetaba todos los límites establecidos presenté la historia y me dijeron: 'Una película, con tres actores, que se desarrolla íntegramente en un cuarto con amplias ventanas a dos calles, en un edificio que hace esquina pegado al ICAIC, y la acción transcurre siempre en horas de día, ¿a quién le puede interesar?".

Alberto García Ferrer, junto a Gabriel García Márquez, en la escuela.
Alberto García Ferrer, junto a Gabriel García Márquez, en la escuela.ESCUELA DE CINE DE LA HABANA
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