_
_
_
_

La ciencia-ficción española reivindica su libertad y su capacidad de llegar al lector

Los escritores del género reclaman más atención de los promotores culturales

Jacinto Antón

El encuentro literario Kosmopolis reunió ayer a un conjunto de personajes digno del puente de la nave espacial Enterprise: tres de los mejores escritores españoles de ciencia-ficción -Elia Barceló, Javier Negrete y Juan Miguel Aguilera- y dos editores del género -Miquel Barceló y Marcel Souto-. Ante un público numeroso y apasionado (una venerable señora declaró su amor por Flash Gordon), los cinco debatieron sobre la importancia de la ciencia-ficción en el mundo cultural y reivindicaron la libertad del género y su capacidad de llegar al lector, a cualquier lector.

Más información
Aforismo: la ciencia es cultura

Los cinco participantes en el debate, que fue seguido en primera fila por un gran autor clásico estadounidense, Joe Haldeman, el autor de La guerra interminable (que ofrece una conferencia mañana), evidenciaron una disparidad de criterios que contrastó vivamente con la imagen homogénea -y reductora- que mucha gente tiene de la ciencia-ficción. En ese sentido, la reunión tuvo más de bar de La guerra de las galaxias (ese elogio de la diversidad y el mestizaje, incluso intergalácticos) que de los monocromos ejércitos de Metrópolis, para entendernos.

Sorprendió de entrada que los tres autores presentes marcaran distancias con el género del que están considerados magníficos representantes. Lo hicieron para subrayar que uno de los rasgos de la madurez de ese género en España es precisamente que los escritores son ya libres de entrar y salir de él a su antojo y de utilizar sus elementos para crear ficción sin sujetarse a cortapisa, etiqueta ni fandom algunos. Al cabo, se adujo, H. G. Wells no escribía bajo ninguna denominación de origen.

Elia Barceló llegó a proponer la nueva categoría de "literatura extrapolativa" para sus obras, y Negrete señaló que su última novela es nada menos que histórico-erótico-fantástica -"y adivinen en qué sección me la han colocado en las librerías", añadió entre risas-.

Sentido de la maravilla

Ante esa feliz escapada en tromba del redil de la ciencia-ficción, Miquel Barceló, uno de los editores y teóricos más influyentes del género, trató de poner un cierto orden. El editor apuntó la especulación, o sea, la capacidad de imaginar, y el sentido de la maravilla como los dos elementos básicos del género, y advirtió que ya es hora de que cambie la imagen popular que identifica la ciencia-ficción como "material infecto para adolescentes descerebrados". Algo que, reflexionó, se debe en buena parte al cine de Hollywood -citó Matrix- y a los muchos malos libros que el género ha producido en su historia -"pero, ¿acaso el 90% de todo lo que hace el ser humano no es basura?", añadió recordando el célebre teorema de Sturgeon (enunciado por el escritor de ciencia-ficción Theodore Sturgeon)-. En realidad, recalcó, "no es fácil leer la buena ciencia-ficción, es una literatura exigente con el lector". Negrete terció que escribir bien "es más que hacerlo como Azorín", y que la ciencia-ficción puede aportar mucho al lenguaje literario. "¡Y cuántos lectores potenciales no ha matado Azorín!", exclamó Elia Barceló enviando un rayo letal al pobre escritor.

De la socorrida consideración que hace de la ciencia-ficción un género de valor esencialmente prospectivo, Miquel Barceló apuntó que "Julio Verne no inventó el submarino, ya existía; la ciencia-ficción es como el tarot, de 10.000 predicciones acierta una". Y recalcó que su valor real es que "enseña a pensar que puede haber sociedades distintas".

Para el editor, el principal problema es que la mayoría de los promotores culturales españoles "pasan de la ciencia-ficción. No creen en ella. Igual que con el cómic". También hay problemas internos. "El lector español de ciencia-ficción es muy suyo", dijo Miquel Barceló. "Hay pocas mujeres lectoras del género", apuntó Elia Barceló -que no guarda ningún parentesco con Miquel-. "Y de escritoras sólo estás tú", le recordó Aguilera.

"No me importan los conflictos galácticos", manifestó en otro momento Elia Barceló -que paradójicamente, dado el género que cultiva, no supo cómo apagar su móvil cuando empezó a sonar desaforadamente-, "sino la gente, las personas; el único interés de la literatura, de cualquier tipo de literatura, es el ser humano". La experiencia de la escritora con su descontrolado teléfono hizo brotar al autor de ciencia-ficción en Negrete: "¿Imaginan cómo hubiera sido un 23-F con móviles?".

Aguilera consideró que, pese a la disparidad de temas y estilos, "en España tenemos un punto de vista propio en el género". El escritor reclamó que se publiquen más autores europeos en nuestro país, y señaló la pujanza y tradición de la ciencia-ficción francesa, tan desconocida aquí. Elia Barceló dejó caer la idea de que la ciencia-ficción "puede tener un papel en la construcción de la identidad europea". La escritora anotó luego que uno de los triunfos de la ciencia-ficción española es que se haya conseguido que los ovnis no hayan de aterrizar forzosamente en Iowa y ya puedan hacerlo -en las novelas al menos- en Elda.

De izquierda a derecha: Miquel Barceló, Negrete, Elia Barceló, Aguilera y Souto, ayer en Kosmopolis.
De izquierda a derecha: Miquel Barceló, Negrete, Elia Barceló, Aguilera y Souto, ayer en Kosmopolis.TEJEDERAS
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_