Vinos del Penedès
Cataluña, con el Penedès a la cabeza, es la comunidad autónoma que más ha hecho para conseguir que su industria vinícola ocupe el lugar que le corresponde en el mundo. Hace 40 años, sólo tres o cuatro viticultores se esforzaban, con mucha pasión y dedicación, en producir y vender vinos de una calidad suficiente para la exportación. Hizo falta grandes inversiones, ánimo y cierta visión empresarial para recobrar el antiguo prestigio.
Por otra parte, a consecuencia del boom del cava, algunos círculos vinícolas pretendían que el Penedès se convirtiese en un mercado de uva blanca barata para la producción exclusiva de vinos espumosos. Por suerte, el empeño de los pequeños productores demostró que había un brillante porvenir en la producción de vinos de calidad, tanto frutales y frescos como envejecidos en madera de roble, elaborados con las mejores variedades locales o internacionales.
Las bodegas pioneras en este compromiso con la calidad (como Jean León o Torres, origen ésta de la viticultura moderna en Cataluña desde 1870) no esperaron para lanzarse a la experimentación: en el Penedès se instalaron los primeros sistemas de control de temperatura de España, las primeras cubas de fermentación de acero inoxidable y toda la tecnología de la enología moderna. Al mismo tiempo se aclimataron las mejores cepas internacionales, como la cabernet sauvignon, chardonnay, riesling o sauvignon blanc. Algunas habían formado parte del viejo viñedo catalán antes de la crisis del siglo XVIII y la ruina provocada por la filoxera.
La legislación de la D.O. es generosa: autoriza nada menos que 60 cepas, aunque la mayoría de los viticultores se decanten por un número mucho menor. Los blancos van desde los delicados blancos de parellada a los frutales macabeos, culminando en los más nobles chardonnay y sauvignon nlanc de crianza o fermentación en barrica. Tampoco hay que olvidar los elegantes riesling ni los sensuales muscat.
Los tintos más tradicionales se elaboran a partir de tempranillo, garnacha, cariñena y monastrell, generalmente en mezcla, y suelen redondearse con algunos meses en barrica de roble y botella. Desde hace unos años, el Penedès muestra una clara tendencia a elaborar tintos a partir de variedades internacionales, muchos como monovarietales. Estos tintos, generalmente avalados por la cabernet sauvignon, con pequeños porcentajes de tempranillo o merlot, mantienen una buena personalidad y reflejan las diferencias aportadas por el terroir (la conjunción de suelo, clima, adaptación de la variedad) y, en última instancia, el estilo de los enólogos y los bodegueros de la zona. La intensa frutosidad, la complejidad aromática, la presencia complementaria de la madera, siempre como factor de enriquecimiento y sin enmascarar nunca la aportación varietal, así como la corpulencia no exenta de suavidad y finura, distinguen a estos vinos.
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