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VIOLENCIA EN IRAK

EE UU bombardea más ciudades iraquíes

Los ataques aéreos causan medio centenar de muertos en la ciudad suní de Samarra

Bombas de un cuarto de tonelada para aplastar la insurgencia. La aviación de Estados Unidos recurrió en la madrugada de ayer a un enorme potencial de fuego para reprimir a los rebeldes en Samarra, una ciudad mayoritariamente suní situada a un centenar de kilómetros al norte de Bagdad. El mando militar estadounidense informó de que cerca de 50 personas murieron bajo los pesados proyectiles. Según el Ministerio de Sanidad, cinco de las víctimas mortales eran mujeres y niños. También perdieron la vida 50 insurrectos y policías en los combates que se desataron en Hilla, al sur de la capital, entre soldados polacos y rebeldes chiíes.

El atroz bombardeo en Samarra, sobre "posiciones enemigas conocidas", según un comunicado castrense norteamericano, se desencadenó después de que los insurgentes atacaran tras la medianoche la comisaría de policía de la ciudad, que quedó casi destrozada. Las bombas de 230 kilos, que no se emplean con asiduidad, provocan cráteres de dimensiones descomunales.

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Los rebeldes iraquíes disponen en abundancia de lanzagranadas, obuses y morteros, aparte de fusiles Kaláshnikov. Pero militares de las fuerzas internacionales aseguran que "muchas de ellas, de fabricación ya antigua, se hallan en pésimo estado por falta de mantenimiento". Además, añaden, "la escasa pericia de los insurrectos en su manejo resta aún más eficacia" a los ataques con este tipo armas. La mayoría de los soldados extranjeros caídos en Irak han perdido la vida tras sufrir sus convoyes ataques con bombas artesanales colocadas en los bordes de las carreteras, un método empleado por los insurgentes incluso en el centro de las ciudades.

En Hilla, a muy escasa distancia de las ruinas de la antigua Babilonia, también se desataron feroces choques armados entre los partidarios del clérigo extremista chií Múqtada al Sáder y una veintena de soldados polacos, que acudieron en auxilio de una docena de policías iraquíes que estaban rodeados en la comisaría de la ciudad. El Ministerio de Sanidad aseguró que 40 milicianos del Ejército del Mahdi perdieron la vida. También fallecieron tres agentes locales en la refriega.

En todo el sur del país la tensión está al límite. En Samawa, 270 kilómetros al sur de Bagdad, las autoridades impusieron en la madrugada de ayer el toque de queda por primera vez desde el 1 de mayo de 2003, cuando el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, declaró el fin oficial de las hostilidades. Durante los últimos días, los ataques de los leales a Al Sáder, con lanzagranadas y morteros, contra el cuartel de las tropas japonesas estacionadas en las cercanías de la ciudad han sido mucho más frecuentes de lo habitual. También en ciudades sureñas como Kut, donde el jueves murieron 84 personas; Diwaniya, base del grueso de las tropas españolas hasta su retirada en abril; Basora y Amara, los brotes de violencia se repiten con cada vez mayor frecuencia.

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Los combates en Samarra y Hilla suceden a enfrentamientos entre soldados norteamericanos e insurrectos durante dos días en la ciudad de Faluya, 50 kilómetros al oeste de Bagdad, después de varias semanas de relativa calma en este bastión suní, en el que en primavera murieron centenares de personas en ataques de la aviación estadounidense tan contundentes como el de ayer en Samarra. El Ejército de ocupación está convencido de que en Faluya se esconde el jordano Abu Musab al Zarqaui, uno de los terroristas más buscados, al que las autoridades iraquíes y de EE UU atribuyen algunos de los atentados suicidas más sangrientos perpetrados en Irak y la decapitación de varios rehenes tras no ver satisfechas sus inviables exigencias.

El Ejército de EE UU informó ayer, sin ofrecer más detalles, de que el viernes dos soldados perecieron en combate en la provincia de Al Anbar, dentro de cuyos límites se encuentran Faluya y Ramadi. Suman ya 693 los militares de esta nacionalidad fallecidos en enfrentamientos armados desde que comenzó la invasión de Irak el 20 de marzo del año pasado.

Varios milicianos chiíes descansan en el interior del mausoleo de Alí, donde se han acuartelado soldados del Ejército del Mahdi y seguidores de Al Sáder.
Varios milicianos chiíes descansan en el interior del mausoleo de Alí, donde se han acuartelado soldados del Ejército del Mahdi y seguidores de Al Sáder.AP

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