_
_
_
_
VIOLENCIA EN IRAK

Al Sáder se niega a abandonar el santuario chií y arenga a sus fieles a defenderlo

El cambio de actitud del clérigo hace zozobrar las negociaciones con el Gobierno iraquí

El clérigo radical chií Múqtada al Sáder reapareció poco antes de la medianoche de ayer en el mausoleo de Ali, en la ciudad santa de Nayaf, para lanzar una arenga a sus fieles con la que hace zozobrar las negociaciones que durante todo el día habían mantenido sus representantes con varios ministros del Gobierno iraquí, y que habían propiciado la tranquilidad durante 24 horas. "No abandonaré esta ciudad santa. Permaneceremos para defender los santuarios sagrados hasta la victoria o el martirio", manifestó. Si continúa armado en la ciudad, será casi imposible que el Ejecutivo y Estados Unidos acepten acuerdo alguno.

Más información
Miles de iraquíes se manifiestan contra la batalla del santuario chií
Irak reanuda la exportación de petróleo desde el sur
Una 'web' islamista difunde la decapitación de un espía egipcio
¿Qué significa la ciudad de Nayaf?
La ONU apoya la celebración de la Conferencia Nacional iraquí
Un periodista británico es secuestrado y liberado en menos de 24 horas en Basora
El Gobierno iraquí rompe las negociaciones con Al Sáder y reanuda su ofensiva sobre Nayaf
Cerrado el principal oleoducto del sur de Irak por motivos de seguridad

"Aconsejo al Gobierno dictatorial que dimita. El pueblo entero de Irak exige su renuncia", clamó Al Sáder, según aseguró un portavoz del clérigo, informa Reuters. Su cambio de actitud, como ha sucedido otras veces, fue notorio.

En una rueda de prensa en Nayaf, Alí Sumeisim, portavoz de Al Sáder, había anunciado horas antes las exigencias para que el Ejército del Mahdi abandone la ciudad. La primera es la retirada de las tropas de EE UU y de las fuerzas iraquíes de la ciudad, que deberá ser administrada por las autoridades religiosas chiíes. Asimismo, deberán ser liberados los insurgentes detenidos, más de 1.000 desde que se desataron los combates el pasado día 5 de agosto, y se tendrá que decretar una amnistía para su milicia, que podrá seguir armada. Además, los servicios esenciales deberán restablecerse y el Gobierno deberá reconocer al Ejército del Mahdi como un movimiento ideológico con derecho a participar en el proceso político, que arranca mañana con la Conferencia Nacional, en la que Múqtada ha rechazado hasta ahora tomar parte. "Pedimos que se sumen los esfuerzos de las autoridades iraquíes para construir un Irak libre, independiente, con soberanía plena, para disfrutar de unos comicios libres y limpios", señaló Sumeisim.

La presencia de las tropas norteamericanas en suelo sagrado ha desatado infinidad de manifestaciones en muchas ciudades iraquíes y de buena parte del mundo musulmán. El elenco de exigencias hace improbable que esta crisis, en la que hasta ayer han sido continuos los intentos de mediación de respetados clérigos, no se cierre en falso. Más todavía después de las palabras que Al Sáder pronunció anoche.

El primer ministro del Gobierno interino no ha cumplido su promesa de no negociar con el líder religioso chií. Alaui había dicho por activa y por pasiva que no negociaría con el clérigo, tras lanzarle varios ultimatos en los últimos días para que sus milicianos abandonaran los alrededores del santuario del imán Alí y depusieran las armas. Y los portavoces de Al Sáder parecían dispuestos ayer por la tarde a retirarse de la ciudad si las tropas norteamericanas también abandonaban Nayaf, algo que el jefe del Ejército del Mahdi siempre había rechazado. A medianoche, el siempre errático Al Sáder lo rechazaba.

El Gobierno, varios de cuyos ministros y consejeros han participado en la negociación, no se pronunció en detalle sobre las demandas de Al Sáder, pero Adnan al Yabani, ministro de Estado, afirmó que existen "muchos elementos positivos". El gobernador de Nayaf, Adnan al Zorfi, informó de que ningún oficial norteamericano participaba en las negociaciones, lo que puede provocar que la solución sea sólo temporal.

Una anciana iraquí sostiene el fusil de su hijo miliciano en Nayaf.
Una anciana iraquí sostiene el fusil de su hijo miliciano en Nayaf.REUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_