Carnoso y profundo

A Julio Martínez le gustan los desafíos, y muy especialmente el tener que aunar calidad y precios competitivos, particularmente en los mercados internacionales. Sus faustinos han hecho patria riojana -como Marqués de Cáceres-, atendiendo un sector que espera beber un buen vino sin arruinarse. Sobre esta base ha creado y dirigido un imperio que incluye bodegas en La Mancha, Rioja, Ribera del Duero y Navarra. Y que Martínez sigue gobernando con su proverbial sagacidad. Su última aventura enológica es un soberbio Campillo, al que califica de "raro", que no es otra cosa sino un vino de finca: Pago Cuesta Clara. Concebido como objeto de regalo, se ofrece en un precioso estuche. Su principal rareza consiste en estar elaborado con la variedad tempranillo peludo, que aporta un plus de estructura, sin perder por ello finura. El vino seduce por su aroma frutal intenso, transparente, con la densidad tostada de un soberbio roble francés, los reflejos profundos de las especias que evocan el paso del tiempo. Un tinto de taninos lustrosos, con el sabor ligeramente compotado, y el paladar carnoso y profundo.