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Irak intenta contener la ola de secuestros de extranjeros

El Gobierno de Bagdad pide a Egipto que no ceda ante los captores de un diplomático

El Gabinete de crisis del Gobierno provisional iraquí se reunió ayer para tratar de encontrar métodos que permitan frenar la oleada de secuestros de extranjeros que vive el país desde el pasado mes de abril, y estudiar las posibles vías para liberar al diplomático egipcio secuestrado en la tarde del viernes por un grupo desconocido que se autodenomina Brigadas de los Leones de Alá.

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La comunidad extranjera en Irak vive atemorizada ante la perspectiva de convertirse en moneda de cambio para los intereses de la resistencia nacional contra la presencia de tropas extranjeras en suelo iraquí y, muy especialmente, de los islamistas radicales que luchan contra EE UU y han hecho de Irak su campo de entrenamiento.

Mohamed Mamdú Kutab, supuestamente miembro de los servicios secretos egipcios adscrito a la Oficina de Intereses de ese país, que congeló sus relaciones diplomáticas con Irak en 1990, tras la invasión de Kuwait, es el primer diplomático secuestrado desde que diversos grupos guerrilleros recurrieron a este método. Sus captores entregaron a la televisión árabe Al Yazira un vídeo en que aparece Kutab sentado en el suelo, delante de seis hombres vestidos de negro y encapuchados, que informan de su secuestro como reacción al ofrecimiento del primer ministro egipcio, Ahmed Nazif, de colaborar con las autoridades iraquíes en policía y seguridad.

Nazif se apresuró a reiterar que Egipto "no mandará tropas a Irak", mientras que el primer ministro iraquí, Ayad Alaui, le pidió que no cediera a las demandas de los secuestradores. Alaui estuvo en El Cairo el miércoles para pedir a Egipto que mediara con los países árabes para que enviaran tropas a Irak. En esa reunión se acordó la cooperación en materia de seguridad, ya que Egipto se negó a que sus soldados formen parte de una coalición internacional demasiado dominada por el Pentágono.

La decisión de Filipinas de ceder a las demandas de los secuestradores del chófer Ángelo de la Cruz y retirar, la semana pasada, a los 51 militares que tenían en Irak, fue calificada por EE UU de "pésimo ejemplo" para los terroristas. En medios diplomáticos europeos, así como en el Gobierno iraquí, también se consideró que la cesión "envalentonaría" a los numerosos grupos de la resistencia iraquí.

"Nadie está libre de la inseguridad", afirma el encargado de negocios español, Marcos Vega. La Embajada de España, como otras de la Unión Europea, se ha dotado de extraordinarias medidas de seguridad, que van desde un muro exterior de hormigón de más de cuatro metros de alto, acabado en alambre de espino, a cámaras, controles y 12 geos, que protegen tanto la sede diplomática como la residencia del embajador, con similares medidas de seguridad.

El secuestro del diplomático se une al de los siete camioneros: tres kenianos, tres indios y un egipcio, capturados el miércoles por un grupo autodenominado Banderas Negras, del que tampoco se sabía nada. Los siete chóferes trabajaban para la mayor compañía kuwaití de transporte, KGL, que transporta buena parte de los bienes requeridos por la estadounidense Halliburton, que abarca todo un abanico de actividades y servicios a las Fuerzas Armadas de EE UU en Irak. Precisamente Halliburton, investigada en EE UU por corrupción, contrata un cuantioso número de extranjeros -desde gurkas nepalíes a mercenarios salvadoreños- para sus servicios de seguridad.

Un portavoz de KGL afirmó que la empresa trata por todos los medios de obtener la liberación de los siete camioneros sobre los que pesa la amenaza de ser decapitados e hizo hincapié en que KGL no tiene ninguna oficina en Irak y se limita simplemente a coordinar los cargos para otras empresas. Además, recordó que ninguno de los tres países de origen de los camioneros tiene tropas en Irak. La semana pasada, la empresa de Arabia Saudí Al Jarie pusó fin a sus actividades en Irak como le pedían los captores de un camionero egipcio, y supuestamente pagó un rescate por su liberación.

Los secuestradores son auténticos bárbaros sin piedad. Un camionero jordano apareció la semana pasada muerto y con los ojos arrancados. Esta semana se han encontrado los cuerpos decapitados de los dos chóferes búlgaros. Capturan a camioneros porque son las víctimas más fáciles. Generalmente de países en vías de desarrollo, que circulan sin vigilancia poniendo en riesgo su vida porque en sus países no tienen trabajo o los sueldos no les alcanzan para mantener a la familia.

La decapitación fue condenada como "contraria al islam" por el clérigo radical chií Múqtada al Sáder, durante el sermón pronunciado el viernes en la mezquita de Kufa, al sur de Bagdad.

El egipcio Mohamed Mamdú Kutab aparece sentado delante de sus secuestradores en un vídeo emitido por Al Yazira.
El egipcio Mohamed Mamdú Kutab aparece sentado delante de sus secuestradores en un vídeo emitido por Al Yazira.EFE

"Éste es un país sin ley"

La moda de los secuestros no sólo afecta a los extranjeros. En la mañana de ayer, el director de una empresa constructora estatal, Raad Adnan, fue sacado a punta de Kaláshnikov de su coche y obligado a entrar en otro, cuando circulaba hacia su trabajo en pleno centro de Bagdad.

"Fue secuestrado en el trayecto entre su domicilio y el trabajo", declaró un portavoz del Ministerio del Interior. Adnan es director de la constructora Al Mansur, una de las mayores de Irak, dependiente del Ministerio de Reconstrucción. El portavoz indicó que aún no se conocían las demandas de los captores.

En medios diplomáticos se afirma que en los últimos meses se han multiplicado los secuestros de iraquíes, todos ellos con fines económicos, aunque a veces los maquillan con motivaciones políticas. "La delincuencia común y el crimen organizado de carácter mafioso es rampante. El secuestro se ha convertido en una de las prácticas habituales de esas bandas, por lo que cientos de miles de iraquíes viven atemorizados", asegura Marcos Vega, encargado de Negocios de España en Irak.

El desmantelamiento por EE UU de los servicios de inteligencia y de la policía de Sadam Husein ha dejado un vacío de poder que han aprovechado los más diversos elementos para obtener pingües beneficios. Antiguos delincuentes se han unido a agentes del régimen derrocado para hacerse los dueños de las ciudades y de las carreteras. Empresarios e hijos de empresarios se han colocado en el punto de mira de estas mafias, que irrumpen en negocios y empresas exigiendo un "impuesto de seguridad", por el que supuestamente les protegerán.

El malestar entre los iraquíes es evidente. Lo primero que dicen cuando se les pregunta es que quieren un Gobierno fuerte que acabe con la tremenda inseguridad que padecen y que ha motivado un enorme resentimiento hacia los soldados estadounidenses. "Éste es un país sin ley, donde la delincuencia obtuvo su pistoletazo de salida en los días siguientes a la caída de Bagdad, donde se saqueó y se robó hasta la saciedad delante de tanques y fusiles automáticos que se dedicaban a todo menos a poner orden", afirman testigos de aquellos días.

Los iraquíes se sienten desprotegidos y aspiran a que las nuevas autoridades pongan en marcha unos servicios de seguridad capaces de acabar con el actual desenfreno.

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