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DESAPARECE UNA LEYENDA DE LA DANZA

Muere Gades, el comandante flamenco

El creador de 'Bodas de sangre', 'Carmen' y 'Fuenteovejuna' falleció ayer en Madrid a los 67 años

Antonio Gades, genial renovador del flamenco, murió ayer en el hospital Gregorio Marañón de Madrid a los 67 años. El cáncer que padecía hace años, al que se enfrentó con dignidad admirable, ganó la batalla final a una hora tan lorquiana como él: las cinco en punto de la tarde. Gades estaba arropado por tres de sus cinco hijos (María, Tamara y Celia) y por su mujer, Eugenia.

"El zapateado no es percusión, es la continuación de un sentimiento"
Fue una especie de Juan Rulfo que cambió la forma de 'escribir' el flamenco
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Bailaor maravilloso y coreógrafo legendario con apenas siete creaciones (entre ellas, Bodas de sangre, Fuenteovejuna, Carmen, El amor brujo), el artista que descubrió y bautizó Pilar López (ayer recibió la noticia entre sollozos) no pudo terminar su Quijote. Pero cumplió sus últimos sueños: viajó a Cuba en su velero y recibió de manos de Fidel Castro la más alta condecoración del país. Sus cenizas, según dejó dicho antes de morir, se esparcirán en Cuba. Fue el comunista irredento que revolucionó el baile. Fue el comandante flamenco.

Hijo de un albañil mosaísta de Elda que se marchó a Madrid para defender la ciudad de la sublevación franquista con el Batallón de Octubre, Antonio Esteve Ródenas quiso ser boxeador, ciclista y torero. Pero Pilar López, la maestra de toda su generación de bailarines-bailaores, se lo impidió: "Empecé a bailar por el hambre a los 16 años, mamé el flamenco en la calle", contaba Gades en una entrevista con este periódico hace un par de años. "No soy ni gitano ni andaluz, y en aquella época el hijo de un obrero tenía que ser obrero. Me encantaba estudiar, pero no pude, y para sacar el cuello tenías que ser bufón. Del boxeo me quité a la primera hostia que me dieron, y aunque de ciclista me iba bien, enseguida me puse a bailar. A dar saltitos. Y a torear empecé también, pero Pilar López me cogió un día y me dijo: 'Mire, no discuto que pueda llegar a ser un gran torero, pero estoy segura de que va a ser un gran bailarín. Y si sigue toreando y un toro le da un golpe, adiós bailarín y adiós torero".

En 1952 se incorporó a la compañía de la hermana de La Argentinita, que le cambió el nombre y le enseñó el oficio. Ayer, López no acertaba a decir entre lágrimas más que esto: "¡Ay mi niño, ay mi niño, qué dolor, qué dolor!". Su "niño" estuvo con ella nueve años como primer bailarín (El sombrero de tres picos, El amor brujo, El Concierto de Aranjuez), y sólo entonces se atrevió a presentar su primer espectáculo propio, Ensueño.

En 1963 debutó en el cine, junto a Carmen Amaya, en la mítica película de Francisco Rovira Beleta Los Tarantos, coescrita por su amigo Alfredo Mañas. Por su contrato con López, Gades no pudo ser el protagonista, pero dejó para la historia del cine y del baile su inolvidable farruca nocturna entre las bocas de riego de Barcelona.

Y la noche que murió Amaya en Bagur (Girona) protagonizó un hecho insólito, que habla de su carácter y empuje y del respeto que profesó a sus maestros: recorrió los tablaos de Barcelona parando las representaciones al grito de "¡Ha muerto la artista más grande del mundo, y vosotros, actuando!".

Por aquellos años, Gades se escapó a Italia: primero a Roma, a trabajar con Antón Dolin, Carla Fracci o Menotti; luego, a Milán como primer bailarín y maestro del cuerpo de baile de La Scala. Allí conoció, entre otros, a Vittorio Gassman. "Era un actor del carajo, sobre todo de teatro, y muy gentil. Cuando le dieron el Príncipe de Asturias (en 1997) dijo que era un honor ser finalista conmigo".

En 1974 presentó en Roma y Madrid su primera revolución: la célebre versión de Bodas de sangre (Crónica del suceso de bodas de sangre), audaz síntesis del drama de Lorca marcada por la espectacular pelea a cuchillo bailada a cámara lenta. "No soy un folclorista, pero estudié el folclore como un poeta estudia la gramática", decía. "Un poeta busca la palabra, y si no existe, la crea. Pero no hace diccionarios. Mi idea era hacer algo más con ese folclore, no trincarlo del pueblo y prostituirlo, sino coger la esencia y hacer otra cosa, contar una historia con el movimiento. Lo primero es el movimiento. Y a partir de ahí, con la literatura, la música, las costumbres, los trajes, las luces, vamos a ver cómo contamos historias".

Como coreógrafo fue poco prolífico, pero crucial, una especie de Juan Rulfo que cambió la forma de escribir el flamenco y, más allá, el ballet contemporáneo. Lo animó siempre su estajanovista capacidad de trabajo, su agudo sentido de la disciplina ("la dictadura obliga por cojones; la disciplina da razones y resultados inmediatos"), sus fulgurantes visiones de los bailes de grupo, el compromiso político y social de sus montajes. Gades revolucionó el flamenco al prestarle con la mayor naturalidad la escala, el concepto y la técnica del gran ballet, dándole además un sentido colectivo y un rigor que recordaba a las mejores compañías rusas.

El sudor era la única estrella. Él siempre renegó de la palabra genio: "Simplemente buscaba decir otras cosas. Pero era una cosa sana, ahora veo que la gente quiere ser genial enseguida, a los diez minutos de empezar. Antes era una necesidad espiritual. Hoy, los pintores sufren porque no venden. Antes sufrían porque no lograban plasmar los sentimientos en la tela, ¡y se suicidaban si hacía falta! Yo pertenecí a ese grupo: buscar, elaborar mucho, encontrar algo si acaso, pero sobre todo quedarte contento con tu cuerpo. Jamás he echado más horas de ensayo por ser mejor que aquél. Lo hacía para ser mejor que yo. Me he fijado mucho en la actitud ante la vida, en el talento, en la ética... Lo demás me daba igual". Fue amigo de Bergamín, Alberti, Caballero Bonald, el doctor Barros: "Ellos me enseñaron a leer. Y Miró, Tàpies, Brossa y Picasso me enseñaron a ver la pintura".

Tuvo sus debilidades: Cuba (allí hizo su último viaje en velero el Capitán Chinche); el comunismo (militó en el Partido Comunista de los Pueblos de España), el tabaco... Y las damas. Tras una fugaz boda con Marujita Díaz (1964), tuvo dos hijos con la bailarina Pilar San Segundo (Elsa e Ignacio), se separó en 1971, y en 1973 se emparejó con Pepa Flores, actriz, belleza y símbolo del tardofranquismo: Marisol. Se casaron en Cuba, tuvieron tres hijas (María, Tamara y Celia), y su amistad fue muy estrecha hasta el final.

En 1978, muerto el dictador, Gades fundó el Ballet Nacional de España. Al ser cesado en 1981, montó una cooperativa con sus bailarines, entre ellos Cristina Hoyos (su compañera más fértil, una de las pocas a las que escuchaba) y su hermano El Güito. Con el BNE trabajó por última vez: dirigió Fuenteovejuna -en el Real hace dos años- y Bodas de sangre. Un poco antes había dejado de bailar. Sin decirlo: "Haciendo Fuenteovejuna en el Lope de Vega, era el protagonista, un chico joven, y tenía que ir al río a recoger a la chica, que estaba lavando. Me arrodillaba, me levantaba... Un día sentí un ruido horroroso en las rodillas. Y cuando me levanté, le dije: 'Tengo edad para comprarte una lavadora, no para venir al río'. Y ya no bailé más".

Como persona, sirve una frase españolaza: un tío cojonudo. Como bailaor era elegantísimo, de una hondura irreprochable, clásica. Fue el último mito del baile macho y por derecho, sin adornos: iba al grano. Y resultaba arrolladoramente sexy de puro contenido. Lo difícil lo hacía fácil: pararse, pasear, mirar, narrar. Y jamás buscaba el aplauso gratis. Su amigo Carlos Saura, con quien encumbró el ballet flamenco a la categoría de gran cine en la trilogía Bodas, Carmen, El amor brujo, cuenta que se transformaba en el escenario. "Al natural, era bajito, un poco chepudo. Bailando era un coloso".

Él explicaba así lo que debe ser el baile: "En el foro romano hay una tumba de una bailarina de Gades, la antigua Cádiz, que dice: 'Que la tierra sea tan leve sobre ti como tú lo fuiste sobre la tierra'. Si la pisoteamos, la tierra no da nada. Ni trigo, ni sonidos. La tierra hay que acariciarla. El zapateado no es percusión, es la continuación de un sentimiento". ¡Que pare la música en todos los tablaos! Antonio Gades ha muerto.

Antonio Gades, en 1997.
Antonio Gades, en 1997.RICARDO GUTIÉRREZ
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