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Tribuna:DESAPARECE UNA LEYENDA DE LA DANZA
Tribuna
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Compañero, maestro

Qué gran privilegio ha sido que accedieras a reponer Bodas de sangre con la Compañía Andaluza de Danza para el Generalife de Granada en el 2002, sabías lo orgulloso que me sentía de todos los compañeros y que para ti fue todo un descubrimiento, encontraste unos valores artísticos que unidos al compañerismo, respeto y admiración que tenían hacia ti por eso dejó una huella especial a todos ellos. Antonio, te admiro y respeto tanto hasta en los momentos (que los hemos tenido) de no compartir los mismos criterios, pero por encima de todo siempre tuviste detalles de amistad y admiración hacia mí, lógicamente (tengo que decirlo) esto es recíproco. No puedo olvidar esos momentos duros que vivimos juntos cuando un maldito accidente se llevó a ese gran hombre que fue Alberto Larios, tu amigo y compañero de tantos años, también él nos dio tantas cosas y sobre todo tanto afecto, tanto a Luisa (mi mujer, que hoy ya tampoco está) y a mí cuando más lo necesitábamos.

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Pero sobre todo te estaré eternamente agradecido cuando en 1988, siendo yo director del BNE, te invité para celebrar el 10º aniversario de la compañía que tú tan dignamente fundaste y aceptaste, a pesar del nefasto recuerdo que aquel ministro (tan breve como mediocre, que pasará a la historia como el último del Ministerio de Turismo) que allá en 1980 te cesara de tu cargo como director artístico de manera injusta por discrepancias políticas (reminiscencias y sombra de la dictadura daban sus últimos coletazos). Ya habían pasado ocho años y había un Gobierno mas democrático y, aun así, no te interesaba y te sobraba cualquier relación con las instituciones; a pesar de todo esto, aceptaste, lo hiciste dejando claro que sólo participarías porque yo te lo pedí y nos unía un cariño y respeto mutuo, raro en esta profesión saturada de "falsos mitos". Aquello fue maravilloso e hicimos por primera vez juntos Bodas de sangre durante dos semanas en el teatro de la Zarzuela. Esta actitud sólo la tienen los Grandes, con mayúsculas, y tú siempre lo serás. Dicen que eres exigente e irascible cuando estás trabajando y así es, pero esto no es un defecto y si acaso lo es razonablemente porque tu rigor y el respeto al público de lo que ofreces tiene la prioridad, tu calidad no la puede deteriorar o cuestionar nadie y tu perfección es tan rigurosa contigo mismo que hasta llegas a enfermar en los periodos de creación.

Maestro, compañero, amigo: gracias por haber tenido la ocasión de compartir espacio en el escenario en tu carrera y darme la amistad cuando más la precisaba. Tu grandeza artística es la simplicidad de la honestidad; llenarás páginas inmensas de la Historia del baile todo lo que yo diga se quedará corto, pero la huella en mi vida es muy honda. Te admiro, maestro; te respeto, compañero, y te quiero, amigo Antonio, por todo lo anterior y por la faceta menos conocida de ti: cuando eras divertido, lo eras más que nadie. Ya quedan pocos que te conozcan como eras en realidad. Gracias y hasta siempre.

José Antonio es director artístico del Ballet Nacional de España.

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