30 pisos colindantes a la subestación incendiada resultaron dañados por el fuego
El complejo de Unión Fenosa que fue destruido por las llamas será demolido
Un total de 30 familias afectadas por el incendio que se produjo a mediodía de ayer en la subestación que Unión Fenosa tenía en el número 24 de la calle de Almadén (Centro) no podrán volver a sus casas hasta dentro de dos meses. Ayer, tanto estas personas como otros afectados por el siniestro pudieron acceder a sus domicilios para recoger algunas pertenencias. El complejo eléctrico quemado sufrió importantes daños, por lo que será derruido a partir del próximo lunes. En la tarde de ayer comenzaron los trabajos de apuntalamiento de la medianía para aislarlo de los dos bloques colindantes.
Los bomberos mantendrán la vigilancia para evitar nuevos focos de fuego
La gasolinera del paseo del Prado permaneció cerrada ayer por motivos de seguridad
Las llamaradas y el humo ya no se elevaban ayer en el cielo de Madrid. El fuego que se originó en la subestación eléctrica de Unión Fenosa a primeras horas de la tarde del pasado jueves, quedó "dominado" a las 19.30 de ese mismo día, según informó el concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid, Pedro Calvo.
El edificio de Unión Fenosa será derribado a partir del lunes, en una operación que se prolongará a lo largo de toda la semana. En la tarde de ayer comenzaron a realizarse los trabajos de medianía, para desvincular la subestación de los bloques colindantes, situados en las calles de Cenicero, número 6, y de Almadén, 26. Los operarios también empezaron a retirar la cúpula de la subestación destruida, que amenazaba con desplomarse.
Ni las 30 familias residentes en los dos bloques contiguos a la subestación ni las de otros inmuebles de la calle de Alameda pueden volver a sus hogares. "No porque hayan sufrido daños las viviendas, sino porque estamos trabajando con grúas y maquinaria pesada, y no queremos que haya daños personales", explicó el coordinador general de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid, Francisco Panadero.
La decisión de demoler el edificio de la compañía eléctrica fue adoptada ayer, tras una reunión entre Panadero, el coordinador de Servicios Sociales, Antonio de Guindos, y los presidentes de las comunidades de vecinos afectadas por el incendio.
Varias viviendas resultaron considerablemente afectadas tanto en las estructuras de madera como en las cubiertas, por lo que los bomberos pasarán dos o tres días refrescando esos edificios. Los vecinos del número 26 de la calle de Almadén pudieron comprobar, en las breves visitas que fueron realizando para recoger algunas pertenencias, que las viviendas estaban muy deterioradas: grietas en las paredes -provocadas por la enorme acumulación de calor-, dobles techos caídos, aguas inundando el suelo...
Las 30 familias del bloque 6 de la calle de Cenicero y del número 26 de la calle de Almadén tendrán que vivir durante los dos próximos meses en pisos de alquiler con cargo a Unión Fenosa, según fuentes del Ayuntamiento de Madrid. Durante ese tiempo, el Consistorio realizará obras de rehabilitación de tales viviendas "para agilizarlas y garantizar que se hacen con la debida calidad", según las mismas fuentes. Sin embargo, el coste de estas reparaciones irá a cargo de la compañía eléctrica. Además de las 30 familias citadas, otras 48 residirán temporalmente en hoteles a costa de Unión Fenosa, en tanto no puedan regresar a sus domicilios.
El incendio estaba ayer totalmente extinguido, aunque los bomberos se mantenía alerta para evitar que se reavivaran las llamas como consecuencia del elevado calor acumulado en la galería subterránea de la subestación.
El estado de alerta estaba justificado porque a las cuatro de la madrugada de ayer fue necesaria una nueva intervención de los bomberos, cuando el fuego se reavivó media hora después de dejar de echar espuma. "El problema reside en que el fuego se ahoga, pero no se enfría", explicó el subinspector jefe de los bomberos del Ayuntamiento, Juan Orellana, quien explicó que en las tareas de extinción del incendio fue necesario arrojar tierra en una de las bocas de la galería subterránea de la subestación. De este modo, argumentó, se evitaban las corrientes de aire que pudieran avivar las llamas.
El servicio eléctrico quedó restituido en la zona -inicialmente padecieron el apagón 40.000 usuarios- a las 19.30 de ayer, casi 30 horas después de que se produjera el incendio. Por la mañana, cuando aún había 500 clientes sin luz y muchos se mostraban impotentes, un portavoz de Unión Fenosa había asegurado que el servicio estaría restablecido hacia mediodía.
La falta de corriente eléctrica en la zona generó problemas en muchos establecimientos. Algunos bares del paseo del Prado ni abrieron. Otros, como el bar La Piconera, estimaban en unos 3.000 euros las pérdidas, entre productos deteriorados y falta de clientes. Julián Castilla, director de Viajes Himalaya, valoraba las repercusiones económicas en más de 12.000 euros.
La gasolinera Honorio Fernández, situada en el paseo del Prado, esquina con Almadén, permaneció ayer cerrada, a pesar de que las llamas en ningún momento llegaron hasta sus inmediaciones, como temieron los bomberos inicialmente. "Cortamos el suministro y salimos corriendo", recordaba Belén de la Rosa, empleada del establecimiento, que se encontraba trabajando en el momento en el que se produjo la explosión que precedió al incendio. "Si el fuego hubiese llegado", añadió, "habría sido una bomba". Y es que sus cinco tanques de combustible, con capacidad para 100.000 litros, estaban casi completos.
Las causas del siniestro todavía no están claras. El concejal de Seguridad añadió que las explosiones pudieron deberse al material de obra existente en el edificio, si bien recordó que es competencia de la Policía Científica esclarecer los motivos.
Varios miembros de la compañía atendían las solicitudes de alojamiento de los vecinos, que en la noche del jueves durmieron en cuatro hoteles de la capital. "Hay un descontrol total. Nos han llamado a las siete de la llamada para que sacáramos las cosas de la habitación", decía un vecino de la calle de Cenicero. "Hay una falta de presencia de las autoridades públicas. Nadie nos dice nada", se quejaba Maite Nieto, del primero centro izquierda de Almadén, 26, que tras entrar a su vivienda acompañada por un bombero comprobó como la paredes de su casa estaban agrietadas, los cristales rotos, el falso techo desprendido y agua en el suelo.
Un portavoz de la compañía negaba que las obras en la subestación hubiesen sido objeto de alguna queja previo al incendio. "Esto se veía venir", decía Inés, cargada con bolsas después de bajar de su casa. "Esto podría haber pasado cualquier día", añadía.
En los trabajos de extinción participaron 140 bomberos, con un total de siete bombas, tres escalas, 10 tanques, un vehículo rampa y cinco coches de la Comunidad. Los efectivos del Samur-Protección Civil colocaron dos hospitales de campaña, uno en el Paseo del Prado, que no tuvo que atender a nadie, y otro en la glorieta de Atocha, donde recibieron asistencia cinco personas por crisis de ansiedad, dificultades respiratorias, por tener un cuerpo extraño en el ojo, y por una lesión de muñeca. A última hora del jueves algunos bomberos fueron atendidos por intoxicaciones leves y agotamiento.
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