El Gobierno iraquí admite que sólo el 3% de los insurgentes detenidos son extranjeros
El número de resistentes es cuatro veces superior al calculado por los militares de EE UU
El ministro iraquí de Derechos Humanos, Baktiar Amín, desveló ayer que dos centenares de extranjeros se encuentran presos en centros de detención norteamericanos en Irak. "Vamos a informar a sus países", anunció. Su declaración pone fin a meses de especulaciones sobre el peso exterior en la resistencia. La cifra, apenas un 3% del total de detenidos por razones de seguridad, indica que su influencia es menor de lo que EE UU venía asegurando. Fuentes militares señalaron que el número de insurgentes es mayor de lo que estimaban.
De momento, el Ministerio de Derechos Humanos sólo ha conseguido los nombres de 99 detenidos, 77 en Um al Qáser, cerca de Basora, y los otros 22 en Abu Ghraib, la ominosa prisión situada al oeste de Bagdad. "Sabemos que hay más en otros dos centros de detención , con lo que al menos se dobla esa cifra, pero aún no tenemos sus datos", afirmó sin identificar las localizaciones, que con toda probabilidad son Radwaniya y el centro de detención del aeropuerto de Bagdad.
Todos los extranjeros están calificados como "detenidos de seguridad", en lenguaje militar norteamericano, y los motivos por los que han sido encerrados varían desde "actividades terroristas, destrucción de la propiedad iraquí, espionaje, operaciones contra las tropas de la Coalición, civiles y fuerzas de seguridad iraquíes, hasta tenencia de armas y explosivos o entrada ilegal en el país", dijo Amín.
De acuerdo con la lista de 99 detenidos extranjeros, a la que tuvo acceso EL PAÍS, 24 son sirios, 14 iraníes, 11 egipcios, 10 saudíes, 10 jordanos y nueve sudaneses. El resto, menos numerosos, se dividen entre tunecinos, marroquíes, palestinos o yemeníes; todos árabes, excepto un afgano. Las nacionalidades más representadas, siria e iraní, coinciden con los países hacia los que las nuevas autoridades iraquíes han expresado una mayor preocupación por las infiltraciones a través de sus fronteras. El ministro reconoció que "el número de infiltrados se ha reducido en las últimas semanas".
El mayor de los detenidos es el iraní Ahmad Abadi Elwaan, de 64 años, y el más joven Azeoine Mohamed Abdelsalam, un marroquí de 18 años. Elwaan fue detenido el 19 de septiembre de 2003; Abdelsalam, hace apenas cuatro meses. Trece están presos desde antes del fin de los combates principales, el 1 de mayo de 2003. De los detenidos en lo que va de año, sólo cuatro lo fueron durante el mes de abril, durante las revueltas de Faluya y Nayaf. La mayoría fueron encarcelados en 2003, antes de que la presencia de extranjeros constituyera una preocupación.
Estos datos contradicen la imagen difundida por los portavoces militares norteamericanos de cientos de combatientes extranjeros viniendo a Irak para establecer un Estado islámico. "No nos enfrentamos a una guerra santa", declaró recientemente un alto mando militar estadounidense bajo el anonimato. La misma fuente admitió que la insurgencia tiene "apoyo popular entre los iraquíes molestos con la presencia de las tropas extranjeras" y el número de insurgentes puede ser hasta cuatro veces mayor de lo que habían calculado.
Según la versión oficial, entre 4.000 y 5.000 baazistas forman el núcleo duro de la insurgencia que habría unido fuerzas con los dos centenares de seguidores del terrorista jordano Abu Musab al Zarqaui y cientos de combatientes extranjeros más. Sin embargo, las fuentes militares hablan de que en los 14 meses de ocupación 22.000 iraquíes han pasado por sus centros de internamiento como sospechosos de actividades contra la seguridad. Un total de 5.800 siguen aún detenidos, según Amín.
Además, sólo en abril, el mes de mayores combates desde el fin oficioso de la guerra, las tropas de la Coalición aseguraron haber dado muerte a 4.000 rebeldes, entre los insurgentes suníes de Faluya y los militantes chiíes de Múqtada al Sáder. Si la cifra de 5.000 insurgentes hubiera sido aproximada, los ocupantes hubieran acabado con la resistencia. "Sin duda, la insurgencia es mayor de lo que calculamos inicialmente", reconoció el mando militar citado.
Las estimaciones varían, según donde se consulte, pero rondan las 20.000 personas, ya que hay decenas de células regionales a menudo dirigidas por jefes tribales y animadas por imanes locales. Los líderes son "suníes iraquíes irritados por haber sido apartados del poder".
La policía iraquí, en su primera intervención de envergadura en solitario, ha detenido en dos días a 527 personas. Se trata de la mayor redada contra el crimen desde la caída del régimen de Sadam, según informó ayer el portavoz del Ministerio del Interior, Sabah Kadhem. La operación, que dejó un muerto, empezó el lunes y sigue abierta. Con ella, el Gobierno de Ayad Alaui quiere demostrar su seriedad en la lucha contra la inseguridad.
Desde la invasión norteamericana, Irak no sólo es escenario de brutales atentados que llenan los titulares de la prensa mundial, sino lo que es igual de grave para su población, la delincuencia organizada campa por sus respetos. "Los detenidos son sospechosos de robos, asesinatos, secuestros y proxenetismo", explicó Kadhem en conversación telefónica. En esta acción coordinada desde varios puntos, los agentes peinaron varios barrios de la margen oriental del Tigris.
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