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EL FUTURO DE IRAK | La economía

El dinero que no llega

A pesar de las promesas de apoyo a la reconstrucción, la economía de Irak no despega

Ángeles Espinosa

La comunidad internacional les prometió 31.400 millones de dólares en Madrid. Muchos países se han comprometido a reducirles la deuda bilateral. Su subsuelo tiene las segundas reservas mundiales de crudo. Además, excepción en Oriente Próximo, dos ríos garantizan agua a una agricultura con potencial. Y sin embargo, 15 meses después del derribo de Sadam Husein, los iraquíes no han logrado vencer la pobreza fruto de tres guerras, doce años de embargo y la militarización de su sociedad. Apenas ha llegado una pequeña fracción del dinero para la reconstrucción y la mitad de la población sigue viviendo del sector público.

"La seguridad es el principal reto para la recuperación económica", afirma el catedrático de Economía Humam al Shamáa. "Sin seguridad no se puede garantizar ni la producción ni la exportación de petróleo, que es la única fuente de ingresos del Estado y, por ende, de los iraquíes", añade. Y es que a pesar de toda la fanfarria sobre los miles de millones de dólares consagrados a la reconstrucción, Estados Unidos, por ejemplo, sólo ha gastado efectivamente un 2% de los 18.400 millones de dólares que el Congreso asignó para ese fin el pasado noviembre.

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Amy Burns, de la Oficina de Contratos y Proyectos (PCO, ahora dependiente de la Embajada norteamericana en Bagdad), asegura que ya hay 9.500 millones asignados y que 5.600 millones corresponden a proyectos en marcha. Pero hasta el 22 de junio, Washington sólo había pagado facturas por valor de 366 millones (194 para las fuerzas de seguridad y 109 para el suministro eléctrico), según datos difundidos por la Oficina de Presupuestos de la Casa Blanca.

"Hemos tenido problemas con la burocracia de Washington y yo he sido uno de los más críticos con ese proceso", ha admitido el ex administrador Paul Bremer. Sus colegas que aún permanecen en Irak como asesores de las nuevas autoridades defienden el "éxito de la empresa" con ejemplos concretos: 303 millones invertidos en 329 pequeños proyectos del Programa de Reconstrucción Acelerada. Una gota en el océano. "Partíamos de una economía muy débil", apunta por su parte Asad al Aguli, director del periódico de la Asociación de Empresarios Iraquíes. "Con la industria en un estado catastrófico, el sector petrolero necesitado de grandes inversiones, un nivel de servicios bajísimo y un desempleo gigantesco, el colapso tras la guerra era previsible", defiende. "Es un error compararnos con los países del Este de Europa; allí había una economía centralizada, aquí ni siquiera eso", explica muy crítico con EE UU.

"Su única preocupación ha sido liberalizar la economía", explica, "han abierto las fronteras a la importación sin considerar las necesidades de los iraquíes y sin prestar ninguna ayuda al sector privado, que no está en condiciones de competir". Al Aguli se muestra convencido de que les están mintiendo. "No es cierto que el 90% de las obras se esté concediendo a compañías iraquíes; las empresas extranjeras consiguen los contratos y luego subcontratan empresas locales a precios ínfimos, con lo que llega una parte mínima del dinero original", denuncia.

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Al Shamáa reconoce no obstante que en la calle "hay una gran diferencia respecto a antes de la guerra, aunque sólo sea porque muchos salarios se han multiplicado por 25". Él pone el ejemplo de su esposa, directora de una escuela secundaria, que ahora gana 300 dólares al mes frente a los apenas 12 que cobraba en febrero de 2003. Es el caso de la mayoría de los funcionarios públicos. En el sector privado no se ha visto la misma progresión. Además, la tasa de paro varía desde el 27% que estima el Ministerio de Planificación hasta el 70% de una reciente encuesta.

"Es una exageración", opina Al Shamáa, "porque no hay estadísticas fiables". En Irak todo el mundo encuentra alguna chapuza con la que ir subsistiendo. La economía informal supera a la oficial. El problema es hasta qué punto esas actividades son productivas. Se ve en el sector público, donde tanto el funcionariado como las plantillas de las empresas estatales están superhinchados. "En la comisión de privatización nos hemos planteado el problema, pero no podemos echarles a la calle sin más porque plantea problemas sociales y políticos muy graves", confía Al Shamáa, que es también consejero del Ministerio de Industria.

Así que la decisión se ha pospuesto hasta después de los comicios, "para cuando haya un Gobierno elegido constitucionalmente". Pero mientras tanto, constituye un lastre para el país. A los 800.000 funcionarios civiles hay que sumar los 200.000 trabajadores de las empresas estatales, 1.200.000 jubilados, más otros 600.000 miembros de las fuerzas de seguridad actuales y pasadas (que siguen recibiendo sus salarios). "Casi el 60% de la población depende de los ingresos del petróleo", concluye Al Shamáa.

Aun así, más del 50% de los iraquíes es optimista sobre el futuro económico, según las encuestas del Centro de Investigación y Estudios Estratégicos de Irak. "Es una cuestión cultural", explica Saadún al Duleimi, el director, "los musulmanes tienden al optimismo incluso cuando no hay fundamento para ello; expresan más una esperanza que una convicción".

Habitantes de Baquba se manifestaron ayer en favor de la liberación de Sadam Husein.
Habitantes de Baquba se manifestaron ayer en favor de la liberación de Sadam Husein.ASSOCIATED PRESS

Gasto sin control

"Es una carga muy pesada", se queja el ministro iraquí de Economía, Adil Abdelmahdi, respecto a la enorme deuda externa de Irak. Abdelmahdi repite en todos los foros a los que acude que lastra cualquier intento de reconstruir la economía. Desde el verano pasado varios Gobiernos han hablado de condonar el 60% de esos compromisos, estimados en 120.000 millones de dólares. Pocos lo han hecho. Las autoridades iraquíes no tienen control sobre cómo se gasta el dinero. "Sólo los japoneses han puesto su donación en manos de nuestros responsables", señala el economista Humam al Shamáa, "el resto apenas es significativo, porque la mayoría ofrecieron préstamos, y con su endeudamiento Irak no puede aceptarlos".

El gasto de los fondos comprometidos en Madrid es responsabilidad de un comité conjunto del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Un informe de este último estimaba el año pasado que Irak necesitaba 54.000 millones de dólares para salir adelante. Sin embargo, también advertía de la dificultad de absorber la ayuda ante la ausencia de infraestructuras. Las cifras contrastan en todo caso con los 97.000 millones de dólares que ha costado el esfuerzo bélico.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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