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El festival literario de Parati se despide entre bailes, fútbol, música y optimismo

La masiva afluencia de público a la ciudad brasileña confirma el éxito de la propuesta

José Andrés Rojo

El sábado por la noche, la carpa de la Praça da Matriz cambió de aspecto. Se levantaron las sillas y, sobre el escenario, los músicos sustituyeron a los literatos. Fue una gran fiesta en la que la gente movió el esqueleto con entusiasmo. Gente diversa, con toda la gradación imaginable de colores de piel, con estilos y formas de moverse distintos: una rotunda demostración del profundo mestizaje brasileño. Este inmenso país, que todo lo absorbe y devora, ha reunido, en la Fiesta Literaria Internacional de Parati (FLIP), a autores de sitios diferentes durante unos días, y ha logrado que ellos también se fundieran con la ciudad como parte de su paisaje.

En 2003, cuando la Fiesta Literaria Internacional de Parati inició su andadura, la visitaron unas 8.000 personas. En esta edición, explica Flavio Pinheiro (el coordinador literario del evento), "la cantidad casi se ha doblado". El sábado por la tarde cualquiera que husmeara por la ciudad hubiera visto la enorme marea humana que se volcaba hacia los lugares de actividades de la FLIP. En la Tenda dos Autores, Chico Buarque y Paul Auster iban a leer fragmentos de sus últimas novelas. En la Tenda da Matrix se proyectaba en una pantalla el evento que sucedía en el otro lugar. Hay todavía otra pantalla dirigida hacia la plaza. Y la plaza estaba llena. Todos oían en Parati a Auster y a Buarque.

Y es que Buarque desata la pasión de los brasileños. Lo adoran por sus canciones y parece que también empiezan a adorarlo por sus libros. Curioso país éste donde las citas literarias necesitan de la bendición de los cantantes y compositores. La gran figura a la que la primera edición de la FLIP homenajeó fue Vinicius de Moraes, a quien se le conoce más por sus canciones que por sus poemas, si es que resulta legítimo diferenciarlos. Y esta vez quienes más barullo han levantado han sido Caetano Veloso, que estuvo aquí sobre todo para hablar de su autobiografía y de tropicalismo, y Chico Buarque, que no ha abierto la boca salvo para leer trozos de su novela Budapest.

La música encandila a los brasileños, pero aún más los encandila el fútbol. Y por eso, también el sábado, hubo partido en Parati. La selección local la formaba gente del lugar (albañiles, comerciantes, empleados...). En el otro equipo, el de la FLIP, periodistas, editores, agentes y escritores, y Chico Buarque de estrella (que marcó uno de los cinco goles de su equipo). Ganaron los visitantes.

Pero no hubo sólo música y fútbol. El autor brasileño Milton Hatoum fue el encargado de un taller de escritura en el que se matricularon 60 jóvenes. "Les he hablado de la trama, del punto de vista, de estrategias narrativas, de los personajes, del tiempo y el espacio", cuenta. Es un encuentro casual, como ocurren las cosas aquí. "Una atmósfera informal y la suficiente intimidad para que el escritor se encuentre como en casa", insistía ayer Flavio Pinheiro para definir el espíritu del festival.

¿Y cómo van las cosas ahora en la literatura brasileña? Hatoum: "Hay mucha riqueza y variedad, y escritores que proceden de todas las zonas del país. De los más jóvenes es difícil saber quién terminará por imponerse, pero a mí me interesan mucho Joca Reiners Terron y Juliano Pessanha".

"Demasiados excesos", dice Joca Reiners Terron para resumir el ambiente de la FLIP, y se refiere a la vertiginosa abundancia de caipirinhas, cachaça y batidos de coco que han circulado por todas partes y a todas horas. "Soy el más argentino de los escritores brasileños", explica para definir su obra. Luego reconoce que los ejemplos que pone -Vila-Matas, Bolaño y Fresán- no proceden de aquel país, pero señala el punto de conexión que tienen: un tratamiento muy literario de la propia literatura. "Para que se haga una idea, en uno de mis libros he buscado reunir a Rimbaud con Billy the Kid o al mago Alister Crowley con Fernando Pessoa. Ya sabe, esa libertad posmoderna. ¿De los brasileños? Me interesa uno muy raro y poco conocido: José Agrippino de Paula".

Si hay autores casi ocultos para los propios brasileños, cómo será la cosa para los que vienen de fuera. En Parati han intervenido poetas como Francisco Alvim, Antonio Cicero y Arnaldo Antunes, y novelistas como Terron, Marcelino Freire y Daniel Galera. Autores que ya forman parte de la academia, como Moacyr Scliar y Lygia Fagundes Telles, y narradores como Sérgio Sant'Anna y Luiz Vilela. Y muchos otros.

Luego uno descubre poetas que no forman parte del programa, pero que han venido de paseo. Ahí están Carlitos Evero, Heitor Ferraz y Augusto Massi. Este último es también profesor en São Paulo y editor en el sello Cosac e Naify, uno de los más activos en el descubrimiento de nuevos nombres. "La dictadura ya ha quedado muy lejos y los autores ahora escriben con toda libertad y en todo tipo de registros". ¿Cuáles serían, a su juicio, los grandes escritores vivos de referencia? "Dentro de la lírica, es el gran momento de Francisco Alvim. Y entre los narradores, Rubem Fonseca sigue siendo uno de los más grandes, junto a otras figuras indiscutibles como Dalton Trevisan y Raduan Nassar. Luego hay otros muy interesantes como Bernardo Carvalho, Milton Hatoum y Rubens Figueredo...".

La ensalada de nombres podría ser infinita. El padre de Hatoum es libanés. "Aquí en Brasil hay nueve millones de descendientes de sirios y libaneses, pero yo soy brasileño. Aquí todos somos mestizos". El novelista Marcelino Freire dice de sus libros: "Hablo de la gente descolocada, de la que no tiene lugar. La que por ser tan pobre va emigrando y salta en su vida de un sitio a otro y a otro y a otro. Es una literatura oral, llena de humor y salpicada de tragedias". Mestiza, plural, descolocada: así es la literatura de aquí y así es el Brasil que ha pasado por Parati.

Chico Buarque (a la derecha), con dos jugadores del partido de fútbol celebrado el sábado en Parati.
Chico Buarque (a la derecha), con dos jugadores del partido de fútbol celebrado el sábado en Parati.WALTER CRAVEIRO

La dosis exacta de letras y 'caipirinha'

Muy feliz. Con esas palabras resumió Liz Calder, la gran dama de la edición británica e inventora y alma indiscutible del festival literario, su estado anímico durante los cinco días de letras y caipirinha en Parati. Han sido unos 12.000 los visitantes que han acudido a la ciudad colonial gracias al reclamo del FLIP, y todas las previsiones se han cumplido. Ahora toca pensar en el próximo año. Pero Calder no adelantó gran cosa. Habló del tiempo. Y es que ha llovido bastante estos días, lo que no le viene nada mal al festival. "Con mucho sol, todo el mundo se va a la playa", dijo.

Riqueza literaria y tiempo para la diversión, con un poco de glamour incluido. El príncipe João de Orleans y Bragança, pariente lejano del rey Juan Carlos, abrió las puertas de su casa a un grupo de autores, editores, agentes y periodistas poco después de iniciarse la feria. Y con las viandas y la bebida empezó desde ese momento la complicidad entre unos y otros. Un acto colectivo, en el que participaron Auster, Margaret Atwood, Martin Amis, Pierre Michon, Milton Hatoum y Joca Reiners Terron, cerró ayer el encuentro. Por la mañana hablaron Ian McEwan y Amis que, de tanto verlos aquí y allá, parecían ya formar parte de Parati. A partir de hoy, cambiarán los reclamos en esta ciudad eminentemente turística, pero todos se llevan el feliz recuerdo de su cariñosa hospitalidad.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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