Un joven secuestra tres días a su novia de 15 años y la mata a golpes en Murcia
El agresor volvía a la casa cada noche para dar una paliza a la menor y volvía a marcharse
Llevaban juntos un mes. Ella tenía 15 años; él, 18. El jueves pasado él se enteró de que la chica había tenido anteriormente otros novios, la agredió con una cadena y, a la mañana siguiente, la dejó encerrada con llave. Las palizas se repitieron una noche tras otra hasta que, en la noche del domingo, la adolescente perdió la vida a golpes. El presunto homicida fue detenido ayer en Murcia. También ayer, al sur de Las Palmas, un hombre de 39 años acuchilló y degolló a su esposa, de 32, delante de dos de sus tres hijos menores. Ya son 36 las mujeres muertas por violencia doméstica este año.
El joven de 18 años R. M. M. fue detenido en la madrugada de ayer como presunto autor de la muerte de su novia de 15 años, con la que convivía desde hace un mes, sin el consentimiento de los padres de la pareja, siempre según el relato facilitado por la Policía Nacional.
Uno de los vecinos, que solicitó permanecer en el anonimato, contó que, a las dos de la madrugada del lunes, R. M. M. llamó a la puerta de su vivienda y le pidió que llamara a su madre. El vecino conocía perfectamente a la madre y la llamó por teléfono. Fue la madre quien posteriormente alertó al servicio de emergencias murciano, que a su vez llamó a la Policía Nacional.
Los agentes se desplazaron a la calle Carril de Gilandario del barrio murciano de Barriomar y encontraron el cadáver de la menor, tendida boca arriba en el suelo de la cocina, que estaba revuelta y desordenada. La víctima estaba vestida de cintura para arriba y con el pantalón bajado, aunque la investigación ya descarta el forzamiento sexual. Además, presentaba por todo el cuerpo múltiples golpes y hematomas, fruto de la violencia del detenido, según los primeros indicios de la investigación.
Según el relato de este vecino, que habló ayer con EL PAÍS, el presunto autor del crimen convivía con la fallecida desde hace un mes en pensiones y jardines. Pero hace unos cuatro días se había trasladado a vivir a Carril del Gilandario, vivienda que pertenecía a su familia, quien desde hace dos meses había recibido una casa de protección oficial en el barrio del Infante murciano.
El jueves por la noche, tras permanecer juntos con otros amigos, y según el relato policial, la joven desató la ira del agresor, quien se enteró por ella de que ya había mantenido relaciones con otros jóvenes. Éste fue el momento, la madrugada del jueves al viernes, en que el presunto asesino aprovechó para iniciar el maltrato de la niña, quien recibió incontables golpes con un candado de motocicleta tipo pitón, compuesto por una cadena de hierro cubierto de plástico.
Palizas por la noche
La investigación policial, que se basa en la declaración del presunto agresor, asegura que el segundo día, el viernes pasado, R. M. M. dejó encerrada a la fallecida durante todo el día, para al final volver al número 15 del carril del Gilandario y repetir las agresiones, pero esta vez mediante mordiscos, puñetazos y patadas.
Por si esto no fuera suficiente, las agresiones continuaron el sábado y la noche del pasado domingo, después de volver a estar cautiva durante todo el día. Esta vez la paliza fue con una barra metálica. En uno de los episodios de mayor sadismo de todo el suceso, R. M. M. le estampó en la cabeza un bote de cristal de legumbres, lo que -a falta de conocer los resultados de la autopsia-, probablemente le causó la muerte junto a la sucesión de golpes.
Entre los vecinos reinaba ayer el miedo y el silencio. Durante todo el día rehuyeron a los medios de comunicación, especialmente los gráficos, con la intención de no verse envueltos en una posible vendetta por parte de las familias, ambas gitanas. Pese a que la relación entre los dos jóvenes no contaba con el beneplácito de las familias, los allegados de la chica, menor de edad, no habían formulado ninguna denuncia tras su desaparición y abandono del hogar, por lo que la pareja no se encontraba en situación de búsqueda y captura.
Uno de los moradores de la casa de planta baja del número 17, pegada a la de la pareja, aseguró que no había oído ruidos extraños, aunque sí reconoció haber sentido "los maullidos de un gato" durante el pasado fin de semana, periodo en el que permaneció secuestrada la fallecida.
"Nada extraordinario"
El resto de vecinos, que tampoco quisieron facilitar su identidad, negaron también haber oído ruidos extraños, ya que la vivienda era utilizada por los varones de la familia, de siete hijos, que anteriormente la usaban para hacer fiestas, por lo que los fines de semana había algún revuelo, "pero nada extraordinario".
El detenido, que carecía de antecedentes penales, según los datos de la policía, permaneció durante toda la tarde de ayer prestando declaración, por lo que fuentes del caso aseguran que hoy podría pasar a disposición judicial.
Las fuentes policiales coinciden en considerar este crimen como un homicidio con los agravantes de cautiverio y ensañamiento, que podrían acabar por tipificarlo como asesinato.
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