El general Sánchez se va con una discreta ceremonia

El ex responsable de las fuerzas estadounidenses en Irak, el general Ricardo Sánchez, asistió ayer en Bagdad a una discreta ceremonia de despedida antes de abandonar el país, tras un año marcado por la explosión de la guerrilla y el escándalo de las torturas en la prisión de Abu Ghraib.

Sánchez, reemplazado por el general George Casey la semana pasada tras el traspaso de poder, se mantuvo junto a su sucesor durante la ceremonia, que tuvo lugar en un antiguo palacio de Sadam Husein. El militar de origen mexicano tenía previsto volar anoche hacia Estados Unidos.

"Soy muy optimista sobre el futuro de Irak. Pienso que se han producido progresos enormes desde mi llegada hace 14 meses", aseguró a la prensa tras la ceremonia. "La calidad de vida, la libertad de la que goza el pueblo... Es incomparable. Ahora es un país soberano que tiene sus propias fuerzas de seguridad y sus propios dirigentes", agregó.

Los responsables del Pentágono aseguraron que su reemplazo se debía a la rotación normal de las tropas y que no constituyó una sanción tras el escándalo de Abu Ghraib. Sin embargo, el general se encuentra ahora en una situación delicada mientras se investiga hasta dónde llegaba en la cadena de mando la responsabilidad de los malos tratos. Tras haber declarado ante el Senado en mayo, será interrogado por los abogados de dos soldados acusados dentro del escándalo.

En el aeropuerto de Bagdad se celebró ayer otra ceremonia militar: la salida de las tropas de la 1ª División Acorazada, con base en Alemania, y de la 2ª División de Caballería, con base Fort Polk (EE UU). En total, unos 20.000 soldados, cuyo servicio en Irak fue alargado durante tres meses, salieron del país tras estar desplegados, con misiones de seguridad, en la capital.