El Gobierno iraquí impondrá el estado de excepción en las zonas insurgentes
La medida y la ley de amnistía tienen por objetivo expulsar a los combatientes extranjeros
El primer ministro iraquí, Ayad Alaui, necesita resultados inmediatos en el terreno de la seguridad, el que más preocupa a los iraquíes. Para ello, ha adoptado una estrategia opuesta a la que hasta ahora defendía EE UU: reincorporar tanto a los baazistas apartados por los ocupantes como a los sectores que se unieron a la resistencia por desesperación. Por eso, junto a la Ley de Seguridad Nacional quiere anunciar hoy una amnistía. "El objetivo es lograr un consenso para expulsar a los combatientes extranjeros", explica una fuente próxima al Gobierno.
"Se están discutiendo los últimos detalles", reconoció ayer a este diario un portavoz del primer ministro en referencia a la amnistía. "Hasta ahora, el Consejo de Ministros no ha tomado la decisión, pero es posible que tras su reunión de mañana reciba el visto bueno y sea anunciada", añadió. Al parecer, ha habido discrepancias entre los miembros del Gabinete sobre la conveniencia de incluir en esa amnistía a aquellos iraquíes que han atentado contra soldados de EE UU o de otros países de la coalición.
En lo que parece haber una opinión unánime es en que "muchos iraquíes, quienes carecen de medios de vida, fueron despedidos del Ejército o perdieron su empleo y se han visto abocados a unirse a la llamada resistencia". Por eso el Gobierno de transición ha decidido darles "una segunda oportunidad". Entre las condiciones que deben de cumplir para acogerse a esta amnistía se encuentra el no haber matado a nadie y entregar las armas de guerra que tengan en su poder, además de comprometerse a no volver a participar en actividades ilegales.
"La amnistía a los resistentes que ahora se presentan como desesperados es sólo una de las facetas de su estrategia", explica un analista político, para quien el punto clave no está ahí, sino en el guiño lanzado a los baazistas para que se incorporen al proceso. "Por eso se guarda de momento el palo de la Ley de Seguridad Nacional como último recurso", apunta el interlocutor. Se da por hecho que el Gobierno ha dado ya su visto bueno a que ese instrumento legal permitirá a Alaui declarar el estado de excepción en aquellas partes del país donde la violencia está más enquistada.
"Alaui se juega su futuro político en los próximos seis meses", en alusión a las elecciones de enero de 2005, coinciden en señalar observadores locales y extranjeros en Bagdad. Los iraquíes, la mayoría de los cuales ni le conocía ni sabía de su pasado baazista, esperan que sus declaraciones de firmeza se traduzcan pronto en hechos. "Por eso está poniendo toda la carne en el asador", añaden las fuentes. "Sin duda, quienes se han quedado fuera del juego tienen mucho interés en que fracase su proyecto", apunta un embajador árabe de uno de los países considerados moderados por Occidente.
Menos ataques
"La idea es lograr un consenso nacional que permita expulsar a los combatientes extranjeros", explica por su parte una fuente cercana al Gobierno. Y da la impresión de que pueden lograrlo. A raíz de los ataques coordinados del jueves 24 de junio que dejaron 103 muertos y tres centenares de heridos, tanto los radicales chiíes de Múqtada al Sáder como portavoces de la resistencia suní se han desmarcado de los seguidores de Abu Musab al Zarqaui, el jordano a quien los servicios secretos estadounidenses atribuyen gran parte de los atentados.
"Estamos viendo el final de la resistencia", coinciden iraquíes de diversa afiliación. Mencionan como prueba el descenso de la violencia desde el traspaso de soberanía el pasado día 28. Los militares norteamericanos no están tan seguros. "Puede tratarse de una simple reacción de sorpresa ante la rápida transferencia de poder", dijo un alto oficial bajo la condición de anonimato. El portavoz reconoció, no obstante, que los ataques diarios contra sus fuerzas han pasado de entre 35 y 45 a mediados de mayo a entre 25 y 35 en los últimos días.
"Hay demasiadas variables ahí fuera. ¿Qué ha causado la tendencia descendente? ¿Ha sido sólo que sorprendimos tanto a los insurgentes con el avance de la ceremonia de traspaso que se quedaron paralizados dos días?", se preguntaba el oficial antes de recordar que ya ha habido descensos en el número de ataques con anterioridad sin que se hayan consolidado en una tendencia. "Necesitamos más tiempo para evaluarlo", concluyó, "nuestra sospecha es que esa gente que ataca está observando con cuidado lo que estamos haciendo, lo que preparamos y lo que somos capaces de hacer".
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