Un tribunal especial con jueces y fiscales secretos
Cinco candidatos a juzgar a Sadam han sido asesinados en el último año
El Tribunal Especial para juzgar a Sadam Husein y a otros altos responsables de su régimen empezó a gestarse antes de la invasión de Irak. A través de la ONG Indict, el abogado Salem Chalabi y otros exiliados recogían pruebas y hacían planes con el Departamento de Estado desde 1996. Cuando el pasado 10 de diciembre el ahora extinto Consejo de Gobierno creó el Tribunal, para nadie fue una sorpresa que Chalabi fuera el hombre designado para organizarlo, pero no actúa como juez.
De acuerdo con el estatuto, el tribunal sólo tiene capacidad para investigar y juzgar los casos de genocidio, crímenes de guerra y de lesa humanidad y tres crímenes específicos de Irak: manipulación del poder judicial, despilfarro de activos públicos e inicio de una guerra contra otro país árabe. Cada juicio tendrá cinco jueces y habrá un equipo de 20 jueces instructores encargados de recoger las pruebas contra los sospechosos, además de un tribunal de apelación de nueve miembros.
Hasta aquí la teoría. Pero la práctica se está probando más complicada. Ya hay siete jueces y cuatro fiscales nombrados, pero sus identidades como las del resto de los magistrados que juzgarán a Sadam y a sus colaboradores van a permanecer en secreto hasta que empiecen los interrogatorios previos a los juicios. La medida se ha decidido para protegerles frente a los simpatizantes del líder depuesto. Cinco candidatos han sido asesinados en el último año. Ayer, el vídeo difundido de la primera comparecencia de Sadam no mostó el rostro del juez.
La seguridad no es el único problema que afrontan los magistrados. Encontrar testigos para demostrar la responsabilidad de la cúpula baazista tampoco va a ser fácil. Según fuentes cercanas al Tribunal, hay pocas pruebas escritas que vinculen al dictador de forma directa con los crímenes de guerra y contra la humanidad, por lo que se requiere el testimonio de alguno de sus 40 colaboradores cercanos detenidos por la Coalición. Parece difícil que ninguno de ellos acepte declarar en su contra. El sistema tribal iraquí es implacable. Por mucho que Sadam esté encarcelado, quienes le traicionen saben que la venganza recaerá sobre el resto de los miembros de su familia. "Mire lo que ha pasado con el hombre que dio el chivatazo sobre su escondite, tal vez esté a salvo en Australia, pero sus hermanos están siendo asesinados uno a uno", confía un familiar lejano.
También los defensores tienen miedo, al menos eso es lo que ha declarado Mohamed Rashdán, el abogado jordano contratado por Sajida, la primera mujer de Sadam. Él y su equipo aún no han podido visitar a su cliente y piden la protección del Gobierno iraquí para hacerlo. "No podemos ni proteger a nuestros ministros, ¿cómo vamos a protegerles a ellos?", declaró ayer a este diario Gorgis Saada, portavoz del primer ministro.
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