Poner cara a la farola
Cuatro estudiantes de Arquitectura adornan con retratos de personas del barrio 21 puntos de luz de La Florida
Con unas cuantas planchas de acetato (material transparente utilizado para artes gráficas), algunos colores, 80 euros y grandes dosis de imaginación, cuatro estudiantes de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid han conseguido integrar, físicamente, a 21 personas del barrio de la Florida (distrito Moncloa-Aravaca) en su entorno. O viceversa. Esto es, 21 de las farolas de la avenida de Valladolid, en La Florida, han cobrado la vida de otras tantas personas del barrio.
¿Cómo se consigue eso? Eligieron, al azar, a un puñado de residentes y les hicieron una entrevista durante la tarde del pasado 20 de abril. Entre desconfiados y curiosos, los transeúntes, poco a poco, se fueron parando para dedicarles unos minutos. "Estamos haciendo un reportaje sobre la gente del barrio; haciéndoles unas preguntas y unas fotos para hacer una exposición", les explicaban los cuatro estudiantes.
Les preguntaron el nombre, la edad, su color y lugar favorito, un sueño y un miedo
Eligieron a un puñado de residentes al azar y les hicieron una entrevista en mayo
El cuestionario consistía en preguntarles su nombre, su edad, su color favorito, un sueño, un miedo y su lugar preferido. Después les tomaron una foto de su rostro que más tarde imprimieron en las planchas de acetato en el color que cada persona había elegido. En otras planchas, imprimieron la frase que resultó de la entrevista, esto es, mi sueño sin mi miedo en mi lugar. Estas últimas, por duplicado, las colocaron en las caras laterales de las lámparas de las farolas que adornan la avenida de Valladolid, justo en la orilla del río Manzanares. En la cara que da al camino, pusieron la fotografía del rostro del entrevistado. Y en la cara posterior, colocaron una flecha que indica el camino hacia la siguiente farola-miembro del barrio.
Las planchas las colocaron el pasado 15 de mayo, ante la atónita mirada de los transeúntes e, incluso, de algún policía municipal, que veían como los cuatro jóvenes se encaramaban a las farolas.
Rafael Barneto (de 25 años), Alejandro Demesa (de 25), Diego Rodríguez (de 26) y Fernando Alaez (de 25 años) tenían que llevar a cabo un proyecto de instalación urbana para una asignatura optativa de su carrera de Arquitectura, Dibujo Avanzado. Y fue Fernando, que vive muy cerca de la avenida de Valladolid, quien se dio cuenta de que en las lámparas de esas farolas había espacio para colocar planchas. Estas farolas pertenecen al denominado diseño fernandino, que, con diferentes modificaciones, data del siglo XIX, por lo que deja un espacio en la parte inferior de la lámpara -por el que se puede colocar la plancha- que, en origen, permitía encender estos aparatos, hueco que se conservó con la llegada del gas y, posteriormente, de la electricidad.
El resultado que hoy todavía se puede contemplar, porque nadie ha movido nada hasta el momento a pesar de no contar con ningún tipo de permiso municipal, es una farola convertida en una joven, naranja, que quiere "viajar sin pelis de terror al mar"; una señora de mediana edad, azul, que quiere "trabajo sin alturas en Almería"; un niño pequeño, en amarillo, que desea "la nieve sin el coco en Santander", o una señora mayor, en rojo, a la que le gustarían las "maravillas sin negro por Madrid". El mejor momento para contemplar todo el conjunto es por la noche, cuando se ilumina con la luz de las farolas encendidas.
Los cuatro jóvenes han quedado entusiasmados con el resultado de su trabajo para la asignatura optativa, aunque su intención iba más allá de los resultados académicos. "Queríamos hacer algo que demostrase que, con pocos medios, se puede mejorar, de una manera sutil, la estructura de la ciudad", explica Rafa.
Ahora, lo "peor que puede pasar es que lo quiten de donde está", añade. Sin embargo, si el Ayuntamiento les pide algún tipo de explicación, están dispuestos a exponerles su proyecto, que tienen la intención de continuar. Hacia la zona de Chueca y Fuencarral y hacia el parque del Oeste también hay farolas de tipo fernandino. "Sería cuestión de hacer algo parecido allí, con la gente de esos barrios, aunque estamos viendo también otras posibilidades. Por ejemplo, hacer de cada farola un espejo, es decir, hacer una fotografía de lo que esté justo enfrente, girar la perspectiva y colocarla", explican.
Así, lo que nació como un trabajo de clase, se puede convertir finalmente en una forma de ver la ciudad, de mejorarla, sentirse parte de ella y, de paso, hacer que los miembros de las unidades más pequeñas que la componen, el barrio, se sientan también parte de ella. Aunque por otro, el objetivo académico también quedó superado: sobresaliente.
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