Un retrato del Cortázar íntimo
La fotógrafa Sara Facio reúne en un libro sus encuentros con el escritor argentino
"Aquella fue la última vez que le tomé fotos". La fotógrafa, editora y conservadora argentina Sara Facio regresa por un momento a la rue Savoie de París, en 1974. Julio Cortázar le había invitado a cenar con García Márquez y su mujer, Mercedes. "Jugaron entre ellos como niños. Julio se puso una máscara que era del hijo de Ugne Karvelis, su segunda mujer, y asustaba a Gabo. 'Si decidís venir a Buenos Aires, tendrás que ponerte una de éstas: la gente te va a comer', le decía Julio". En el llamado Año Cortázar, a 20 años de la muerte del escritor argentino, Sara Facio ha decidido iniciar con Julio Cortázar la colección Imagen Latente de su editorial La Azotea con las imágenes de sus encuentros, entre 1967 y 1974, con Cortázar (Bruselas, 1914-París, 1984), en el que se incluyen algunas fotografías inéditas. Además prepara Pablo Neruda en isla Negra y otro libro sobre Victoria Ocampo.
Graduada en Bellas Artes, fotógrafa reconocida por sus libros dedicados a los más importantes escritores latinoamericanos de los años sesenta y setenta, expositora en museos y galerías internacionales, conservadora independiente y del Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina desde 1995, Sara Facio fundó en 1973 la editorial fotográfica La Azotea. En su despacho conserva cartas personales de Cortázar que no ha querido ceder para su publicación porque no cree que "la excusa del aniversario de su muerte permita revelar todo lo que ha sido tan personal". Pero sintió la necesidad de publicar el libro para "de algún modo, volver a estar con él".
Primer plano, el ceño algo fruncido, mirando a cámara, el cigarrillo negro apagado entre los labios, de camisa blanca, corbata y abrigo oscuro, con una apariencia 10 años menor de los 53 que tenía en ese momento, el retrato clásico y emblemático de Cortázar ocupa toda la portada del libro, que sólo lleva su nombre al pie. "Así lo hubiera querido él. Me lo dijo cuando vio la copia: 'Ésta va a ser mi foto oficial, Sara; me gustaría que algún día sea la portada de un libro". La fotografía se tomó, "con una cámara Leica", en 1967, a las puertas de la sede de la Unesco, en París, donde Cortázar trabajaba de traductor.
Los textos ofrecen los datos imprescindibles y las impresiones de la autora. De la primera cita, en 1967, cuenta Sara: "El corazón se me salía del pecho mientras caminaba desde el Metro de la rue Vaugirard hasta la casa de Julio Cortázar". Había llegado hasta allí por encargo de la Editorial Sudamericana, que sólo publicaría el libro de fotografías Buenos Aires-Buenos Aires que propuso con una compañera, Alicia D'Amico, si lograban que Cortázar redactara los textos. Para Sara resultó un desafío, "porque él ya había publicado Rayuela, era un personaje reconocido en todo el mundo literario". Pero se atrevieron a escribirle y contestó; dijo que las esperaba en París. Cuando le mostraron las fotos de Buenos Aires, "se emocionó mucho". Facio recuerda que le hicieron preguntas "impertinentes", tales como: "¿Por qué te fuiste si querías tanto a Buenos Aires?". Preguntas que en ese momento no contestó. Con el tiempo, Cortázar admitiría: "Antes de 1950 [cuando irrumpe el peronismo], Buenos Aires me parecía una cárcel, yo era un burguesito ciego, no entendí muchas cosas de la política y de mi gente".
La noche de 1974 fue la última en que Sara le fotografió, aunque volverían a verse en Panamá, Los Ángeles, Barcelona y Venecia. ¿Por qué no le tomó más fotos? Sara mira a los ojos, sonríe y sólo dice: "No sé, creo que sentía que ya tenía su imagen para siempre".
Babelia
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