Receta electrónica y sistemas de información
El proyecto piloto para la implantación de la receta electrónica, liderado por los responsables de los Ministerios de Sanidad y de Educación y Ciencia y en el que van a participar varias comunidades autónomas, supone un significativo avance en la mejora de la gestión sanitaria y en la atención a los pacientes. Una iniciativa cuya importancia merece ser reconocida y valorada, por encima de las inevitables dificultades que pueda suponer inicialmente su introducción en la red asistencial y farmacéutica.
En el Barómetro de Salud de 2002, realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas, se constata una buena opinión de los españoles sobre la introducción de nuevas tecnologías en el sistema sanitario, pero se sigue detectando insatisfacción con las trabas burocráticas, la falta de información y las listas de espera. La tecnología per se no mejora las cosas, sólo las hace posibles o más fáciles. La introducción de nuevas tecnologías, más eficaces, rápidas y seguras no puede ser entendida sólo como una mejora del instrumental o de los procesos de trabajo.
La receta electrónica evitará errores y aportará seguridad al sistema sanitario, mejorando así la salud colectiva
No se trata sólo de automatizar procesos; es preciso acompañar esta transición con una mejora de la calidad de dichos procesos, facilitando la integración, la seguridad y la fiabilidad de la información. Por vía de ejemplo: el cambio no consiste meramente en cambiar la obsoleta máquina de escribir por el ordenador portátil. Es garantizar que se minimizan los errores ortográficos, que se puede hacer lo mismo en menos tiempo, que se suprimen o reducen costes. En suma, la introducción de nuevas tecnologías de la información debe suponer que se trabaja con mayor eficiencia, en términos de eficacia, coste, calidad y satisfacción. En el ámbito sanitario, la trascendencia de este tipo de cambios no queda tampoco asociada a una mera cuestión de calidad y costes: la mejora de la eficiencia se traduce casi siempre en mayor bienestar, mejor salud y más vidas.
La implantación de la receta electrónica evitará errores y aportará seguridad al sistema sanitario, contribuyendo con ello a mejorar la protección de la salud colectiva, objetivo básico de dicho sistema. Baste un dato ilustrativo relativo al país tecnológicamente más avanzado del planeta: un informe del Instituto de Medicina (IOM) en EE UU afirmaba, hace tan sólo cinco años, que unas 7.000 personas morían anualmente en dicho país como consecuencia de la inadecuada prescripción y administración de medicamentos, en muchos casos por una incorrecta o errónea redacción de las recetas. En países como el reseñado, donde hay centenares de organizaciones sanitarias con sus propias tecnologías y sistemas de proceso de la información, estos problemas no derivan sólo de la caligrafía médica, sino también de la falta de integración y compatibilidad de miles de sistemas informáticos que no han sido diseñados para entenderse e integrarse.
En los países como el nuestro, en los que existe un predominio de la sanidad pública con un largo proceso de formación histórica compartido por los diferentes sistemas sanitarios autonómicos o territoriales, la situación es a priori mucho más favorable y las posibilidades reales de desarrollar sistemas de información compatibles e integrados, facilitando el acceso común a la información y su mejor circulación son tan elevadas como lo sea el deseo de compartir datos, información, conocimiento, eficiencia, progreso y salud por parte de todos los agentes de los diferentes sistemas sanitarios. Son estos los referentes que inspiran proyectos como el Sistema de Información Sanitaria (Sisan) abierto en el portal sanitario www.sisan.info de Internet.
La utilización de arquitecturas de sistemas abiertos, la posibilidad de intercambio de información y el acceso a ella de forma que ésta sea comprensible y comparable es una condición necesaria para convertir la competitividad en competencia y calidad, pero es también un presupuesto para que el paciente pueda conocer y, en su caso, elegir la mejor asistencia sanitaria. Si cada hospital trabaja con sus propios indicadores, ningún paciente podrá compararlos; si cada sistema sanitario autonómico elabora sus propias estadísticas o no se establecen criterios de homogeneización se perderá un enorme caudal de información en detrimento de la sanidad y también de la salud de todos.
La autonomía en la estrategia y la gestión de los diferentes sistemas asistenciales autonómicos, así como la de los propios centros hospitalarios y de salud y la de sus respectivos departamentos, debe contar en el diseño de sistemas de información con referentes esenciales para su integración, armonización, comparabilidad y fácil acceso por parte del resto de los agentes interesados en la acción sanitaria, desde los técnicos y profesionales de otras áreas o sistemas sanitarios hasta los propios pacientes. La introducción de la receta electrónica, con la participación de varias comunidades autónomas, es un proyecto técnica y políticamente inteligente que orienta competencias y comunidades diversas hacia un objetivo compartido: la mejora de la salud.
Santiago Pérez Camarero es responsable de Sistemas de Información de la Fundación Gaspar Casal.
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