EE UU permite reclamar por vía judicial el expolio de los nazis
El expolio artístico llevado a cabo por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, en el que se apropiaron de más de 600.000 obras de arte, también podrá ser perseguido judicialmente desde Estados Unidos. A pesar de las llamadas de la Administración de Bush para conseguir que sus ciudadanos resolvieran por la vía diplomática ese tipo de disputas, el Tribunal Supremo reconoció el lunes por seis votos contra tres el derecho de la sobrina de un coleccionista austriaco judío a demandar al Gobierno de Austria y a la National Gallery de Viena por no querer devolverle seis cuadros de Gustav Klimt, valorados en 100 millones de dólares, que pertenecieron a su familia antes de la invasión nazi.
Maria V. Altmann, de 88 años, que reside en California desde 1942, ya había conseguido el apoyo de un tribunal federal de San Francisco, pero el Gobierno austriaco, apoyado por el estadounidense, había apelado amparándose en una ley de 1976 que prohibía a los tribunales de EE UU denunciar a Gobiernos extranjeros. El caso llegó hasta el Tribunal Supremo, que con su decisión favorable a Altmann ha abierto la caja de Pandora de las demandas de los supervivientes del Holocausto que hoy residen en EE UU. "El tribunal ha dado un paso clave para permitir, 60 años después del final de la guerra, medidas de indemnización para las víctimas del Holocausto cuyas propiedades fueron robadas y nunca devueltas", afirmó a Associated Press Charles Moerdler, un abogado de la comunidad judía austriaca.
Un magnate del azúcar
La sentencia del Tribunal Supremo reconoce que la decisión del tribunal de San Francisco de perseguir a Austria por violación de las leyes internacionales de negocios entra dentro de las excepciones que reconocía la Foreign Sovreign Immunities Act, la ley de 1976 a la que esta sentencia ha dotado también de carácter retroactivo, por lo que permitirá, dentro de sus excepciones, denunciar a Gobiernos extranjeros por determinados delitos o acciones.
El Gobierno austriaco ya le había devuelto a Altmann obras de arte valoradas en un millón de dólares que pertenecieron a su tío, el magnate azucarero y coleccionista de arte Ferdinand Bloch-Bauer, entre las que había otras obras de Klimt. Sin embargo, los seis cuadros motivo de la disputa, y que incluyen el famoso Retrato de Adele Bloch-Bauer I, tía de la demandante y considerado una de las obras clave del modernismo pictórico, siguen en poder de la National Gallery, que, apoyándose en el testamento de Adele, sostiene que esos cuadros iban a ser donados al museo y, por tanto, son suyos a pesar de que fueran expropiados por los nazis. Altmann sostiene en cambio que las obras eran propiedad de Ferdinand, que murió en 1945 sin dejar escrito su deseo de donar las obras en disputa. La única heredera del Bloch-Bauer trata de recuperar los cuadros desde 1998, cuando descubrió que el Gobierno austriaco había reconocido que la familia nunca hizo expreso su deseo de hacer esa donación.
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