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Columna
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¿Esperar a noviembre?

Andrés Ortega

¿Deben los europeos esperar a las elecciones de noviembre y apostar por un "cambio de régimen" en Washington para intentar volver a encauzar las relaciones con Washington? Algunos elementos lo desaconsejan. Otros lo obligan. A pesar de las buenas palabras y sentimientos expresados ayer en el 60º aniversario del desembarco aliado en Normandía (paso decisivo a la liberación de una parte de Europa -por desgracia, quedando Franco en su sitio en España- y al abandono de otra a las garras del imperio soviético), la crisis en las relaciones transatlánticas es grave. Sea como sea, Europa se está uniendo como nunca antes, y hay un espíritu de reconciliación tras las divisiones causadas por la guerra de Irak. Y, como señaló un participante en la Conferencia Transatlántica del Instituto de Seguridad de la UE en París, ante el peso de este 60º aniversario, "no hay que utilizar el pasado de Europa contra su futuro", sino a su favor.

La falla transatlántica nunca había sido tan grande, entre otras cosas porque EE UU considera que Europa está segura, ha perdido valor estratégico (va a llevarse tropas hacia el Este) y las relaciones económicas van bastante bien a juzgar por las inversiones estadounidenses en la UE, que han crecido un 30% desde (o a pesar de) la invasión de Irak el año pasado. La separación, como indican los franceses, versa sobre cuestiones de "pragmatismo y principios". Un año después, hay un sentido compartido entre EE UU y Europa de la amenaza -incluida la de Irak, aunque haya sido inducida por la invasión y ocupación-, pero no sobre cómo hacerle frente. Los europeos "están dando la batalla de la legitimidad y EE UU, la batalla por la victoria", aunque ésta acabe en la impotencia. Eso sí, casi todos los europeos coinciden en que "una retirada precipitada de EE UU de Irak sería una mala idea".

La gran paradoja europea que se puso de relieve en la reunión es la de que Europa querría ayudar a EE UU a resolver el problema de Irak (si supiera cómo), pero no quiere hacerlo en exceso para no mejorar las posibilidades de elección de Bush en noviembre. "Esperemos a noviembre", pues. Pero la agenda no espera. Está el final de la negociación de la inminente nueva resolución del Consejo de Seguridad, la cumbre del G-8, y la de EE UU y la UE, en la que se van a aprobar una serie de acuerdos de cierto. Y, a finales de junio, la cumbre de la OTAN en Estambul, con EE UU maniobrando, hasta el momento sin éxito, para que la Alianza -17 de cuyos 26 miembros tienen tropas en Irak- se encargue de un sector del país, lo que podría servir para mejorar las relaciones transatlánticas, pero no para resolver la situación, pues los iraquíes pasarían de una percepción de ocupación anglo-estadounidense a otra occidental. Pero la agenda indica que no cabe esperar a noviembre. Si acaso, torear la situación hasta entonces.

Los expertos estadounidenses alertan a los europeos no tanto de no confiar en una posible victoria de John Kerry, sino de abrigar esperanzas de un cambio de orientación radical en la política exterior de EE UU si los demócratas ganan la Casa Blanca e incluso el Congreso. A Kerry le describen "como Bush, sólo que educado". Aunque con otra diferencia básica, la de que con los predecesores de Bush, EE UU era "multilateral cuando podía y unilateral cuando no podía", y la Administración de Bush ha sido lo contrario, "unilateral desde un principio, y, al ver que no podía, multilateral".

Hay, sin embargo, otras dos preocupaciones mayores que, con razón o sin ella, recorren el espíritu de muchos europeos estos días. Que EE UU no solamente no protege a Europa, sino que su política ha aumentado los riesgos para los europeos. Y más que Washington sea unilateralista, que sea incompetente. La dimisión de Tenet al frente de la CIA puede tener este trasfondo. Y esto es lo que da pavor. Una hiperpotencia, o al menos una Administración, incompetente.

aortega@elpais.es

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