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LA POSGUERRA DE IRAK | El nuevo Gobierno

Un Gobierno de desconfianza mutua

El chiísmo religioso no tiene representación en el nuevo Ejecutivo iraquí de transición

El nuevo Gobierno iraquí es un Ejecutivo de desconfianza mutua entre los propios políticos iraquíes y entre Naciones Unidas y la Administración de Bush, según diversos analistas. Como ha declarado a The New York Times un diplomático de la ONU, "es una charada". "El problema es que se necesita una charada para que sea realidad un Gobierno elegido el próximo enero", fecha prevista para las elecciones.

El Ejecutivo de transición aprobado el pasado martes reúne a buena parte del mosaico étnico y religioso que es Irak. Así, de sus 33 miembros, hay 16 chiíes, 8 suníes, 7 kurdos, 1 cristiano y 1 turcomano. Además, de ellos, seis son mujeres. Dos tercios han vivido en el exilio y la mitad se han formado académicamente en EE UU y en el Reino Unido.

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Pero la estadística no puede ocultar dos ausencias notables: el chiísmo religioso, fundamentalmente las masas de desheredados que siguen con fe ciega al gran ayatolá Alí Sistani, y la de Ahmed Chalabi, el hombre en Bagdad de los neoconservadores de EE UU hasta que hace unas semanas Washington le retiró su apoyo.

Sistani no se había pronunciado ayer sobre el nuevo Gobierno pero es sabido que el primer candidato para el puesto de primer ministro de Ladjar Brahimi, el enviado especial de la ONU para poner orden en la transición iraquí, era el científico nuclear chií Husain Shahristani, quien estaba en contacto permanente con el gran ayatolá. Al final, el cargo recayó en Ayad Alaui, un chií laico, ex baazista y con vínculos con la CIA.

En cuanto a Chalabi, que por vía de su amplia red familiar dominaba el anterior Consejo de Gobierno iraquí -el propio Alaui es pariente suyo-, no parece que haya dicho la última palabra pese a su caída en desgracia. Como presidente del Comité Económico y Financiero y del Comité de Desbaazificación del viejo Consejo, Chalabi está en posesión de toneladas de documentos comprometedores, según el profesor William O. Beeman, director del Departamento de Estudios sobre Oriente Próximo de la Universidad Brown de Rhode Island. Chalabi ya ha amenazado con sacar a la luz los papeles que tiene sobre el escándanlo del programa Petróleo por Alimentos de la ONU.

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El nuevo Gobierno ha acabado de un plumazo con los 14 meses del Consejo iraquí, lastrados por su falta de legitimidad y credibilidad. Cuando se formó, en julio de 2003, la situación en el país no era tan insegura como ahora e Irak vivía una peculiar primavera política con el surgimiento diario de nuevos partidos. Pero la ambición tenía un límite. Colaborar con EE UU era arriesgar el futuro político. El Consejo nunca arraigó entre los iraquíes y el Ejecutivo actual puede tener el mismo pecado original. Once miembros del Consejo lo son también del nuevo Gobierno.

La Casa Blanca se apresuró el martes a asegurar que éste no era un Gobierno "títere", pero parace evidente que a Brahimi le han puesto ante un hecho consumado: quiso un Gobierno de tecnócratas y se encuentra uno de políticos; pretendió que el viejo liberal Adnán Pachachi fuese presidente y el elegido fue el jefe tribal suní Gazi al Yauar. Algunos analistas hacen una lectura más positiva destacando la recuperación de la influencia política de los suníes y la forja de una alianza entre los jefes tribales y antiguos gobernadores de provincias como los nuevos ministros de Defensa e Interior. Sea como sea en la imprevisible y turbia política de Oriente Próximo, éstos son los principales responsables del nuevo Gobierno:

- Vicepresidente Ibrahim al Jafari. Médico chií. Representante de Al Dawa, el partido islamista más antiguo del país. Exiliado en Irán y Londres.

- Vicepresidente Rowsch Shaways. Miembro del Partido Democrático de Kurdistán (PDK). Ingeniero educado en Alemania. Fue primer ministro de la autonomía kurda al norte del país en los años noventa.

- Viceprimerministro para la Seguridad Nacional. Barham Saleh. Ingeniero formado en el Reino Unido. Uno de los líderes de la Unión Patriótica de Kurdistán.

- Ministro de Exteriores. Hoshyar Zebari. Ocupaba desde septiembre el mismo cargo en el Consejo. Formado en Jordania y Reino Unido. Miembro del PDK.

- Ministro de Finanzas. Abdel Mahdi. Chií. Miembro del Consejo Supremo para la Revolución Iraquí. Encarcelado, torturado y sentenciado a muerte en los sesenta. Exilado en Francia.

- Ministro de Defensa. Hazem Shalam. Tras volver del exilio en el Reino Unido fue nombrado gobernador de la provincia sureña de Diwaniya. Economista.

- Ministro de Petróleo. Thamir Ghadban. Director de Planificación del mismo ministerio bajo Sadam. Formado en Inglaterra.

- Ministro del Interior. Falah al Naquib. Suní. Miembro del Movimiento Nacional Iraquí, escisión del partido de Chalabi. Estudió ingeniería en EE UU. Nombrado a su vuelta del exilio gobernador de la provincia de Salaheddin, que incluye Tikrit, patria chica de Sadam.

Ayad Alaui (izquierda) preside en Bagdad la primer reunión del nuevo Gobierno iraquí.
Ayad Alaui (izquierda) preside en Bagdad la primer reunión del nuevo Gobierno iraquí.ASSOCIATED PRESS

Retos de soberanía

El Gobierno provisional iraquí recientemente nombrado con la tarea de preparar el terreno para las elecciones previstas en 2005 se enfrenta a un sinnúmero de desafíos.

Más allá de las grandes palabras pronunciadas en los últimos días por su hombres fuertes -"construir un Irak sin asesinos ni criminales" (el presidente Gazi al Yauar); "solucionar los problemas de seguridad, desempleo y electricidad" (el primer ministro, Ayad Alaui)-, el verdadero reto derivará de los límites a su soberanía que imponga o no la nueva resolución de la ONU.

¿Cómo tratará, por ejemplo, el nuevo Ejecutivo la rebelión armada contra el ocupante lanzada hace semanas por el clérigo radical chií Múqtada al Sáder en las provincias del sur? ¿O al extraño matrimonio que se ha formado en la rebelde Faluya entre viejos baazistas e integristas islámicos?

Además, como ya ha advertido un funcionario del Departamento de Estado norteamericano, las leyes aprobadas por el Consejo de Gobierno anterior "no expiran" con el nuevo. ¿Qué hacer entonces con el más de un centenar de consejeros norteamericanos que asesoraban a los antiguos ministros y llegaron a firmar contratos? ¿O con los presos detenidos por el Ejército de EE UU, muchos de los cuales no han sido acusados de ningún delito?

Y aún más importante: ¿Seguirá en vigor la llamada Ley Administrativa Transicional, que protege la libertad religiosa y garantiza ciertos poderes a la minoría kurda?

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