El Museo Egipcio exhibe la igualdad de la mujer en tiempo de los faraones
'Damas del Nilo' reúne 55 piezas de la colección de Jordi Clos, muchas inéditas
Mostrar el paradójicamente muy moderno papel de la mujer en el Antiguo Egipto y exhibir las nuevas adquisiciones de la Fundación Jordi Clos son los dos objetivos de la exposición que acoge el Museo Egipcio de Barcelona. La exhibición consta de 55 piezas de la colección del empresario catalán, la mayoría de las cuales se presentan al público por primera vez.
Clos destaca de la exposición una talla de la diosa Neftis y la bella estatua de piedra caliza de la Dama Fértil -con la regla- y recalcó la oportunidad de hablar sobre la alta consideración que tenía la mujer en el Antiguo Egipto en un momento en que la sociedad se enfrenta al drama de la violencia doméstica. La exhibición incluye material cosmético, una figurilla de la diosa Serket con aspecto de escorpión digna de The mummy returns y procedente de la colección de Lord Carnarvon, un frontal de capitel hathórico, una espectacular estatua de granito de Ramsés III y el busto de una reina alejandrina, entre otros objetos. Como un simpático complemento, se recuerda, mediante una pequeña exhibición bibliográfica, a algunas de las grandes mujeres de la egiptología, de Amelia Edwards a Christiane Desroches Noblecourt.
Jordi Clos, que muestra por sus piezas tanta devoción que parece increíble que haya podido desprenderse de ellas ("ha quedado un gran vacío en casa, donde estaba el Ramsés III", se lamenta), expresó su admiración por la cultura del Antiguo Egipto, en el que la igualdad de los sexos parece haber sido considerada desde los inicios un hecho natural e indiscutible. En su entusiasmo, el coleccionista llega a presentar la conspiración contra Ramsés III que se produjo en el harén real -y que la exposición recuerda, además, con un ushebti, figurita funeraria, de una de las esposas- como una prueba de la gran capacidad de iniciativa de las mujeres de la época, como si cargarte a tu marido faraón no fuera violencia doméstica. Clos incluso justifica la conspiración recordando que el tercer Ramsés -un hombre que, ciertamente, no tuvo mucha suerte- hubo de afrontar la primera huelga laboral de que se tenga noticia, la de los artesanos de Deir el Medina, constructores de las tumbas del Valle de los Reyes, que ya es oficio.
El coleccionista considera algunas piezas de la exposición "dignas de estar en el Louvre, el British Museum e incluso el propio Museo de El Cairo", como la estela de Cleopatra VIII, y no duda en retirar la estatuilla de Neftis de su vitrina y destacar "el cuerpo extraordinario" de la diosecilla. Clos se emociona al relatar la historia de otra obra, la escultura de la Dama Fértil. "Es una historia romántica a morir", dice. "Es de hace 4.500 años. Representa a una mujer madura, como se ve no es el cuerpo de una top model, pero era la preferida de un noble y éste quiso llevar su retrato a la tumba. Se marcó un punto en rojo sobre el pubis para indicar la menstruación y que quedara claro que era fértil".
Algunas piezas entran de manera discutible en el discurso: un retrato en bajorrelieve de Ramsés II se justifica por "haber sido el faraón que tuvo más mujeres". Cerca se muestra un ushebti de una de ellas, Isis Nofret, la madre de su sucesor, Merenptah, y esposa favorita tras la muerte de Nefertari.
La comisaria de la exposición, Susana Alegre, y la directora del Museo Egipcio, Mariàngela Taulé, ponen también énfasis en subrayar la modernidad del estatus de la mujer egipcia en la antigüedad faraónica y ambas citan encantadas la anécdota de Herodoto, que escribió que en Egipto las mujeres orinaban de pie y los hombres sentados. Palabras en las que cabe ver la ironía del viajero historiador griego y su sorpresa ante la abismal diferencia entre el papel de la mujer en su país y en el del Nilo. Alegre recuerda que la mujer contrataba a los hombres, administraba propiedades y exhibía su físico sin pudor y que el matrimonio era "a la catalana", con separación de bienes.
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