Virgi y los embriones
Tiene ya 3 años, así que hace tiempo que dejó de ser un embrión. Por fin han podido escolarizarla, para que pueda hacer una vida lo más normal posible pese a padecer, desde su nacimiento, una anemia de Fanconi. Pero su familia sigue en un ay . La niña corre, juega y se deja columpiar en un parque de Valencia mientras cuatro ojos acechan vigilantes con un punto de confesada neurosis: que no se caiga, ni se fatigue, ni se resfríe... porque lo que para cualquier otra criatura sería un contratiempo normal, a solucionar con agua oxigenada o aspirina infantil, a ella puede llevarla al borde del abismo.
A la familia de Virgi y a otras en el mismo caso una Comisión les reconoció la facultad moral de salvar la vida de su hija con el cordón umbilical de otro bebé aún por gestar. Mejor dicho: aceptan la justeza ética de tal pretensión, pero el derecho basado en las leyes realmente existentes aún está por llegar. Se les pide, por tanto, una paciencia que no pueden tener, así que Eugenia anuncia que en cuanto alguien, en algún lugar, le dé esperanzas, allá que se irá hipotecando todo lo hipotecable. Y poniéndose por montera las pegas, de raíz nítidamente ideológica, que son como palos en las ruedas del progreso científico. "Divina" intolerancia contra humana compasión. En medio del sufrimiento asombra la lucidez de esta mujer decidida: "¿Cómo se atreven a difundir la sospecha de que podríamos no querer a un bebé que salvará la vida de su hermana? ¿Acaso no instrumentalizan a sus segundos hijos quienes los tienen sólo para acompañar al primero , para que trabaje la tierra, o para que les cuide en la vejez?".
Que salga adelante un embrión sano y compatible es más que posible, aunque muy caro por realizarse en establecimientos privados. Pero esa es otra cuestión. Lo que tiene delito es que la Conferencia Episcopal esté más preocupada por el destino de un puñado de células que por una cría indefensa que no puede ni estornudar.
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