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Entrevista:Gilberto Gil | Músico y ministro de Cultura de Brasil

"Brasil es un país de saltos inesperados y cuánticos"

Gilberto Gil (Salvador de Bahía, 1942) pronunció ayer una conferencia sobre Desarrollo y diversidad cultural en la Casa de América de Madrid, presentada por la ministra de Cultura, Carmen Calvo. Antes, quiso pasar por la estación de Atocha para dejar un ramo de flores en memoria de las víctimas del 11-M. Gilberto Passos Gil Moreira forma parte de una generación histórica de la música brasileña junto a Caetano Veloso, Chico Buarque y Milton Nascimento. Y no es un novato en política: fue concejal en el Ayuntamiento de Salvador -ejerció en Medio Ambiente y Cultura-, además de su propio empresario.

Acaba de ofrecer dos conciertos en el recinto del Fórum y está anunciada su presencia en el Rock in Rio que se celebra dentro de unos días en Lisboa. Fue la condición que le puso a Lula cuando éste le propuso el Ministerio de Cultura: poder actuar los fines de semana o durante sus vacaciones.

"Veo al gestor público como alguien que siembra ideas y propone iniciativas"
"Me gusta más el concepto de diversidad que el de excepción cultural"

Pregunta. Parece haber cierto desencanto en Brasil porque no se cumplen las promesas electorales. Lula ha confesado que para poder realizarlas serán necesarios 20 años de gobierno.

Respuesta. Hay quejas en relación a las reformas que estamos queriendo hacer en el Ministerio de Cultura, especialmente las mejoras en la ley de incentivo fiscal, el establecimiento de un marco legal más apropiado para el sector audiovisual, la creación de un sistema nacional de cultura... No es sólo una cuestión de los gobernantes el que llegados al poder cumplan o no cumplan sus promesas, es un asunto de toda la sociedad. El sector cultural y artístico lleva por lo menos 20 o 30 años produciendo ese discurso de reforma, inclusión, justicia social, distribución de la renta... ¿Por qué en lugar de criticar desde la distancia no vienen a ayudarnos ahora a elaborar esos marcos, a producir esos cambios, con el fin de que puedan ser más consensuados, más convergentes...?

P. Usted ha pedido tiempo y paciencia a la ciudadanía para lograr esos cambios.

R. Tiene que haber confianza en la acción de la no acción. Para todo es preciso que se actúe como si no se actuara. Establecer los mejores parámetros posibles de acción y rodearnos de las personas más cualificadas, de la inteligencia necesaria, pero al mismo tiempo desprenderse de las expectativas excesivas en cuanto a resultados. Uno de los papeles de los Gobiernos, sobre todo de los nuevos, que tienen que provocar, estimular transformaciones, es sembrarlas. No necesariamente recoger los frutos.

P. A los cien días de su toma de posesión afirmó que habían sido los más electrizantes de su vida. ¿Cómo se siente transcurrido casi año y medio?

R. Más animado que nunca.

P. Siempre se ha sentido atraído por la función pública...

R. Veo al gestor público como alguien que siembra ideas y propone iniciativas, como representante de sueños, como puente entre necesidades públicas y voluntades privadas. Para mí existe una identificación entre el artista y el gestor público. Por eso creo que tengo el mismo ánimo que sobre el escenario.

P. Se mantiene en forma con el ejercicio de la ritmopráctica, una antigimnasia oriental, y alimentación prácticamente vegetariana. Y confiesa que su libro de cabecera es el I-Ching.

R. Encuentro en ese libro una conciliación interesante entre la matemática y la metafísica porque es un juego, un sistema adivinatorio muy riguroso, de líneas llenas, interrumpidas, hexagramas, trigramas... Plásticas, físicas y numéricas, y que son un instrumento para especulaciones metafísicas sobre el destino, el tiempo, el significado espiritual de la vida.

P. Danielle Mitterrand dijo en Barcelona: "Somos David frente a Goliat, pero Goliat empieza a notar que alguien le golpea el pie".

R. Me manifestó el sentimiento de que tiene que venir de la periferia del planeta, de las nuevas convergencias África del Sur, Brasil, China, India..., un desafío para este sistema que estamos criticando y que ella ve desmoronándose. Pienso que el Norte tiene un papel fundamental precisamente por ser hegemónico hoy en el poder económico y político. Porque dicta las reglas en el mundo entero y determina las condiciones de funcionamiento de los Estados... Hablo de un neocolonialismo que se renueva cada día, de un capitalismo que es uno de los responsables de que continúe el proceso de exclusión de la periferia del planeta, de la extrema pobreza en África.

P. ¿Es partidario de la excepción cultural?

R. Me parece que se ha quedado corta. Tenemos que pensar en múltiples identidades en juego creando nuevos campos de diversidad. Identidad y diversidad en diálogo constante. La excepción cultural remite demasiado a un sentimiento de reserva, de retraimiento, de aislamiento... Me gusta más el concepto de diversidad del que se habla en la Unesco y en los grandes foros internacionales.

P. Las nuevas tecnologías y soportes plantean retos como el derecho de autor. En tanto que creador y ministro de Cultura, ¿cómo se lo plantea?

R. El día 4 de junio vamos a reunirnos en Porto Alegre miembros del Creative Common, representantes de las universidades de Stanford y Harvard, personas del Canto Livre, un proyecto brasileño de disponibilidad de repertorios de música y de otras manifestaciones culturales, además de gente que trabaja sobre licencias especiales para usos libres de obras. Todo apunta a una flexibilización de la propiedad intelectual, una visión nueva. Una pequeña reforma agraria está empezando en el terreno de la propiedad intelectual (se ríe).

P. Ha dicho que quiere solicitar a la Unesco que la samba sea declarada patrimonio cultural de la humanidad...

R. Tiene una doble intención cultural y política. Proteger los bienes culturales nacionales y fortalecer la política actual de la Unesco sobre el patrimonio inmaterial. El año pasado se reconoció como patrimonio de la humanidad la pintura corporal de los indios waiapi.

P. Walter Salles ha presentado en Cannes Diarios de motocicleta, la película sobre el viaje de Che Guevara. Aseguró haber comenzado el rodaje siendo brasileño y haberlo terminado sintiéndose también latinoamericano.

R. Ya no estamos tan de espaldas al resto de América Latina como hace veinte años. Hay iniciativas bilaterales y unilaterales con países como Argentina, Chile, Bolivia... Políticas comunes, una mayor circulación de bienes materiales y culturales e iniciativas como la enseñanza del idioma portugués en México o el aumento del aprendizaje del español en Brasil... La unidad democrática que se creó en América del Sur con la definitiva desaparición de las dictaduras. Todo eso coloca a Brasil de nuevo en América del Sur y con un papel importante, de liderazgo, integración y convergencia.

P. Uno de los personajes de Cinema Falado, la película de Caetano Veloso, dice: "Brasil aún no llegó al siglo XX pero quiere ser el primer país del siglo XXI".

R. Eso tiene que ver un poco con la característica de la velocidad moderna de quemar etapas. Brasil es un poco así. Está sujeto a saltos inesperados, cuánticos... Un país que no pagó todavía las deudas de los siglos XVII y XIX, pero ya está pidiendo crédito para el XXI [se ríe].

Gilberto Gil, en la Casa de América.
Gilberto Gil, en la Casa de América.CRISTÓBAL MANUEL

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