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EL CONFLICTO DE ORIENTE PRÓXIMO | Combates en Gaza

El Ejército israelí avanza en plena guerra abierta en el sur de Gaza

Al menos 40 palestinos han muerto en tres días en la operación militar contra Rafah

Jorge Marirrodriga

"Lo he perdido todo en una noche. Mi casa, mi trabajo, cualquier futuro. Sólo me queda una cosa: la venganza". Mahmoud Abu Tabab masticaba ayer las palabras mientras desde el grupo de tiendas de campaña instalado en las cercanías del hospital de Rafah miraba hacia el sur, donde en esos mismos momentos zapadores e ingenieros del Ejército israelí derribaban viviendas en el barrio de Al Brazil, junto a la frontera con Egipto. En una de las tiendas, 24 personas de su familia cruzaban miradas cargadas de incertidumbre.

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En la madrugada de ayer todos los familiares de Mahmoud tuvieron que salir corriendo de su hogar ante la amenaza de derribo inminente. "No sé qué voy a hacer mañana, pero necesito encontrar un lugar donde vivir. Mi familia necesita lo mínimo: un techo y sensación de seguridad", suplicaba. Las tiendas permanecen cerradas y la comida empieza a escasear en una zona que era escenario de una guerra abierta por tercer día consecutivo. Al menos 40 palestinos han muerto desde que comenzó la Operación Arco Iris.

El Ejército israelí abrió ayer mínimamente el bloqueo impuesto sobre el campo de refugiados de Rafah. Las carreteras principales seguían bloqueadas por carros de combate que disparaban ráfagas de ametralladora sobre los vehículos que se acercaban, pero el laberinto de caminos agrícolas que separa Rafah de Jan Yunes estaba parcialmente abierto.

Por las calles desiertas de Rafah se escuchaban disparos y detonaciones procedentes de los carros de combate israelíes. En numerosas esquinas, milicianos palestinos mantenían tiroteos con unidades israelíes, mientras a poca distancia las dotaciones de las ambulancias observaban la escena.

El Ejército de Israel está actuando de forma paralela en dos barriadas diferentes de Rafah colindantes con la frontera con Egipto; por un lado, Tel al Sultán, que continúa sellado por tercer día consecutivo y a donde ni siquiera las ambulancias pueden acceder, y el barrio de Al Brazil, donde anoche cientos de personas tuvieron que huir a la carrera ante la amenaza inminente de que sus viviendas iban a ser demolidas. "Teníamos un edificio de seis plantas donde vivían 24 personas, entre ellas seis niños. A medianoche los israelíes nos echaron a todos y esta mañana han volado la casa", relataba Baser al Ashrad. El chándal verde que lleva puesto representa todas las pertenencias que ha podido salvar y trabajaba de vendedor en una tienda que ya tampoco existe. "Lo peor es que en el caos de la huida nos hemos separado y no sé nada de mis padres", afirmaba con lágrimas en los ojos. Su casa estaba situada a 250 metros de la frontera, y Baser aseguraba que cuando llegaron los soldados ya no quedaba en pie ninguna de las viviendas que había delante. "Quiero tomarme toda la venganza que pueda por esto, quiero matar al máximo número de israelíes posible", concluyó amenazante.

A poca distancia del pequeño hospital de Rafah, en un edificio blanco de dos plantas con rejas en sus ventanas, un grupo de milicianos disparaba desde un cruce al que nadie se atrevía a acercarse. Las ambulancias iban y venían.Varios hombres armados con fusiles Kaláshnikov y algún M-16 vigilaban en la puerta, lo que no impedía que, pasado el mediodía, varios hombres intentaran secuestrar al enviado especial de The New York Times en la misma puerta del hospital, algo que impidió la policía palestina.

"Esto no es nada. La cosa va a ir a mucho peor", auguraba sombrío el doctor Alí Musa, director del hospital de Gaza, cuyo atestado despacho está presidido por dos grandes retratos de Yasir Arafat y del jeque Ahmed Yassin. Musa describe el panorama hospitalario en pocos segundos: "No hay medicamentos, no hay sangre, ni equipo, ni ambulancias, ni nada de nada. Lo peor es que ni siquiera hemos podido atender a los heridos de Tel al Sultán". Médicos y enfermeras de otras zonas de Gaza han entrado en Rafah en cuanto se ha suavizado el bloqueo. "Pero no sólo necesitamos buena voluntad", concluye el doctor Musa, quien manifiesta su temor de que en estas condiciones las altísimas cifras de heridos engrosen la lista de muertos.

"Los israelíes tienen dividido Rafah en sectores y es muy difícil pasar de una zona a otra", destacaba Abdul Hasan, responsable de un retén de ambulancias situado en una calle principal, mientras dirigía la mirada tranquilamente a unas esquinas en las que se escuchaban numerosos disparos. "Recibimos constantes llamadas de auxilio y es desesperante, porque hay zonas que nos están vedadas", explicaba Hasan mientras mostraba varios folios con anotaciones a mano en una cuadrícula. "Son de las últimas dos horas", señala. "Lo peor es que ya no sólo llaman los heridos. Acabo de hablar con una mujer que pide agua y leche para sus hijos. La primera noche fue la peor. Una ambulancia fue destruida en Tel al Sultán y los dos conductores estuvieron rodeados por los militares durante horas en una casa. Habían acudido a atender a tres heridos y a recoger a un muerto. Al final los heridos también murieron". Durante la jornada de ayer al menos otros ocho palestinos murieron en Rafah, tres por un misil disparado desde un helicóptero y los otros cuatro por disparos de los soldados. Dos de ellos estaban enterrando a sus muertos, según Efe. Otro niño de tres años murió de un susto tras la demolición de una casa vecina. Fuentes palestinas citadas por France Presse aseguraban que Jalid Abu Anza, jefe local del brazo armado de Hamás, está entre los muertos.

Fieles rezan ante los cadáveres de seis palestinos muertos el miércoles en Rafah.
Fieles rezan ante los cadáveres de seis palestinos muertos el miércoles en Rafah.EFE

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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