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LA POSGUERRA DE IRAK | Las torturas

Los demócratas exigen que el jefe del Pentágono aclare lo ocurrido o dimita

El candidato Kerry asegura que el presidente de EE UU se ha quedado corto en su respuesta

John Kerry encabezó ayer la presión de los demócratas sobre el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, aunque le faltó ser más explícito. El candidato a la presidencia dijo que él ya pidió hace meses su dimisión "por sus errores de cálculo en la guerra y la posguerra". Ahora, añadió Kerry, sugiriendo que la pide con más ahínco, "lo que quiero es saber los hechos. ¿Se trata de algo aislado? ¿Cuándo se ha sabido? ¿Quién lo supo?". En su opinión, Bush se quedó corto: "El presidente tiene que ofrecer al mundo una explicación y asumir las responsabilidades apropiadas, y si eso significa disculparse debería hacerlo".

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Mientras, el secretario de Estado, Colin Powell, prometió ayer revisar la política de EE UU en las cárceles controladas por militares. La "amplia revisión", según Powell, alcanzará a los centros de detención que dependen del Ejército en Irak, Afganistán y Guantánamo, en donde hay todavía unos 600 internados. El secretario de Estado, "terriblemente afligido y conmocionado por las fotos" de la prisión de Abu Ghraib, afirmó que sigue creyendo que se trata de un número pequeño de soldados y mandos responsables de los malos tratos, pero no pudo asegurarlo; de ahí su compromiso sobre la revisión de las cárceles.

En esta política informativa de control de daños, el nuevo responsable de las cárceles iraquíes, el general Geoffrey Miller, en un encuentro con un grupo de periodistas occidentales y árabes en Abu Ghraib, lamentó que lo ocurrido "nuble todos los esfuerzos del resto de las tropas; haremos lo imposible para restablecer la confianza de los iraquíes en la coalición y la confianza de los estadounidenses en su Ejército". El general Mark Kimmitt, portavoz militar de la coalición en Bagdad, fue más rotundo aún al decir a los iraquíes: "Mi Ejército ha sido avergonzado por esto; en su nombre, pido disculpas por lo que esos soldados hicieron a sus compatriotas".

El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, no llegó a tanto en sus palabras. El jefe del Pentágono eligió, en sus declaraciones a la televisión ABC, esta fórmula: "Cualquier norteamericano que vea esas fotos que hemos visto tiene que tener un sentimiento de pedir perdón a los iraquíes que han sido maltratados y reconocer que esto es algo inaceptable". Rumsfeld no quiso comprometerse con posibles indemnizaciones, pero tampoco lo descartó: "Ha habido ya compensaciones y ayudas para iraquíes cuyas situaciones han sido injustamente alteradas".

La mayor alteración que le podría ocurrir a Rumsfeld es convertirse en un lastre para la reelección del presidente Bush. Aunque en esta Administración no dimite nadie, Rumsfeld corre el peligro de estrenarse. Así lo dijo ayer en la NBC el senador demócrata Joseph Biden, que pidió explicaciones y responsabilidades: "Y si las cosas llegan hasta Rumsfeld, él debería dimitir. ¿Quién está al mando? Cada decisión tomada casi desde la caída de Sadam Husein ha sido errónea. ¿Quién está tomando esas decisiones?".

El republicano John McCain se sumó a lo que puede ser la pesadilla de Rumsfeld y pidió a Defensa la entrega de todos los documentos relacionados con lo ocurrido en las cárceles para que lo investigue el Congreso. La investigación, que puede coincidir de pleno con la campaña electoral si los líderes republicanos del Congreso no la atajan -y el clamor político y mediático no se lo va a poner fácil- abordará no sólo las denuncias de malos tratos y humillaciones, sino también las últimas revelaciones sobre las muertes de presos en las cárceles, revelaciones que no siempre coinciden, pero que dejan claro que no se trata de un caso aislado. Según el general George Casey, número dos del Ejército, en los últimos 16 meses se han abierto 30 investigaciones sobre 10 casos de muerte de prisioneros en situaciones no suficientemente explicadas, dos homicidios y otros 10 casos de diversos abusos.

Según el general Donald Ryder, lo que se investiga desde diciembre de 2002 es la muerte de 25 presos en cárceles de Irak y Afganistán, de las que 12 se deben a causas naturales o no determinadas aún. Del resto, en uno de los casos está implicado un agente de la CIA. En otro, un soldado fue sometido a consejo de guerra por haber matado a un prisionero a tiros en Irak, en una cárcel distinta a Abu Ghraib. El prisionero, según estas informaciones -que proceden de las declaraciones a puerta cerrada de los generales en los comités de Inteligencia y Fuerzas Armadas del Senado-, había tirado piedras al soldado, que no sufrió demasiado castigo por lo que hizo: el consejo de guerra se limitó a destituirle y expulsarlo del Ejército.

Milicianos del Ejército del Mahdi custodian una oficina de su líder, Múqtada al Sáder, en la ciudad de Amara.
Milicianos del Ejército del Mahdi custodian una oficina de su líder, Múqtada al Sáder, en la ciudad de Amara.REUTERS

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