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Libia asegura haber eliminado ya sus armas de destrucción masiva

Trípoli afirma que colabora con Occidente en la lucha antiterrorista

"Prácticamente se puede decir que hemos ya completado la eliminación de armas de destrucción masiva", asegura a este diario Abdurrahman Shalgam, ministro libio de Asuntos Exteriores. Trípoli anunció en diciembre que ponía fin a su programa de armas nucleares, químicas y biológicas tras una negociación secreta con EE UU y el Reino Unido. Desde entonces ha comenzado a aplicar tal compromiso a través de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la estrecha supervisión de norteamericanos y británicos.

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"Nuestra decisión no estuvo ligada a la crisis de Irak. La empezamos a estudiar antes, en 1998, y luego a discutirla con Estados Unidos junto con el contencioso del atentado de Lockerbie. Fue un gesto humano antes que político", afirma en su inmenso despacho Shalgam, ministro, diplomático, estudioso del islam, periodista y poeta. "A veces no es fácil combinar la labor de político con la vocación de poeta", confiesa.

Los inspectores de la ONU han examinado la decena de instalaciones nucleares libias al tiempo que han sido ya destruidas más de 3.000 armas químicas. "Nuestras puertas están abiertas", dice el ministro. "Disponíamos de los elementos y contábamos con el conocimiento de expertos para la fabricación de armas atómicas. En los setenta y ochenta, con el resurgimiento de la guerra fría, nos sentíamos amenazados. Éramos un país pequeño y rico. Los tiempos han cambiado. Nosotros también. Pensamos que contribuyendo al desarrollo de los países pobres africanos vecinos contribuimos mejor a nuestra seguridad. Libia quiere ante todo desempeñar un papel preponderante en África, luchar por la unidad del continente y crear un área económica común. Estamos ya realizando una tarea importante en la pacificación y reconciliación regionales", explica. Niega Shalgam que el régimen del coronel Muammar el Gaddafi se sirviera de la colaboración de naciones como Pakistán o Irán para lograr la meta del arma nuclear: "El mercado internacional está abierto. Se puede adquirir material en el mercado negro, en EE UU, Francia o incluso en España".

"Queremos normalizar las relaciones con Estados Unidos como con cualquier otro país, pese a que discrepemos de su política exterior. Ustedes, los españoles, me parece que también. Por ejemplo, necesitamos de ellos tecnología para poder desarrollar más nuestra producción de petróleo", explica, dos días después de que Washington haya anunciado el levantamiento de las sanciones comerciales impuestas a Trípoli en los años ochenta por su patrocinio del terrorismo árabe.

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El ministro rechaza que ésa fuera la política de Gaddafi. "El líder luchó en el pasado contra el colonialismo y defendió movimientos de liberación nacional. Personas tildadas de terroristas como Mandela o Arafat, y que nosotros respaldamos entonces, hoy son reconocidos mundialmente. Mire, la situación es hoy bien distinta. El mundo se mueve por criterios económicos antes que políticos. El Gobierno libio ha entendido que el socialismo no es la escuela justa para el crecimiento, por eso hemos emprendido un programa de privatización de nuestra economía".

"Aceptamos pagar una indemnización por el atentado de Lockerbie, pese a que no asumimos responsabilidad directa, porque queríamos pasar página y estaba en beneficio de nuestro interés", observa el jefe de la diplomacia libia. "No está entre nuestras prioridades solicitar el levantamiento del embargo", sentencia al ser preguntado si lo harán para adquirir equipo militar ligero con el que controlar mejor la inmigración clandestina. Dos millones de inmigrantes africanos viven en circunstancias más o menos precarias en este país de algo más de cinco millones y medio de habitantes. "Queremos desarrollar programas de colaboración al respecto con la Unión Europea. Ningún gobierno puede resolver sólo este problema, y menos nosotros, con 4.000 kilómetros de desierto y más de mil de costa".

"El terrorismo es un fenómeno que afecta a toda la comunidad mundial. Libia también sufre el azote del integrismo islamista, de grupos ligados Al Qaeda o de los Hermanos Musulmanes. Estas gentes no son islamistas, son terroristas, sencillamente asesinos", declara Shalgam, que niega que en su país haya propiamente presos políticos: "Para mí, una persona detenida porque quiere imponer sus ideas con bombas y pistolas no es un preso político".

El ministro reconoce que los servicios de inteligencia libios colaboran con los occidentales en el combate. Se especula que Libia coopera también con Israel en la lucha antiterrorista pese a la inexistencia de relaciones entre los dos países. "No nos hicieron caso los británicos cuando a mediados de los noventa les advertimos del peligro de Al Qaeda y de Bin Laden", se lamenta.

"El terrorismo islamista no se vencerá sólo con medidas policiales. La politización del islam con la ocupación de Palestina contribuyó a agudizar el fenómeno. Pero no olvidemos también que hay una responsabilidad de los gobernantes del mundo árabe al propiciar la intolerancia impidiendo a sus ciudadanos cauces de diálogo y de democracia", apunta el ministro de Exteriores libio, en un atrevido análisis del problema. "Irak, ciertamente agrava más todo. La guerra fue un error completo por parte de EE UU y la solución no se presenta fácil. En cualquier caso, debe pasar por la ONU".

"¿Qué pinta España en Irak?", se pregunta. "Me parece una decisión muy positiva la del presidente Zapatero de retirar inmediatamente las tropas. Así se lo dije a Moratinos cuando le felicité por la victoria socialista. Por cierto, su designación como ministro de Exteriores es una óptima idea. Es una de las personas que mejor conocen esta zona".

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