Sant Jordi convierte las calles de Barcelona en una librería gigantesca
'El código da Vinci' arrasa, y Saramago, Sistiaga y Maruja Torres, entre los más solicitados
Antes del chaparrón de las seis de la tarde, los libreros esperaban ayer vender un millón y medio de libros y recaudar 18 millones de euros. Desde primeras horas de la mañana, cientos de miles de personas tomaron las calles, que se convirtieron en una librería gigantesca. Ensayo sobre la lucidez, de José Saramago; Hombres de lluvia, de Maruja Torres; Ninguna guerra se parece a otra, del periodista Jon Sistiaga, y El código da Vinci, de Dan Brown, fueron los títulos más vendidos en castellano en el día del libro y de la rosa, celebración del patrón de Cataluña, Sant Jordi.
El día se levantó prometedor en Barcelona, donde a primera hora lucía un sol espléndido. Nadie llevaba el paraguas cuando, a eso de las seis de la tarde, se desencadenó una fuerte tormenta primaveral que obligó a los libreros a cubrir con plásticos los libros que ocupaban las mesas repartidas por toda la ciudad. Algunos llegaron demasiado tarde y vieron cómo se empapaban sus ejemplares. Las decenas de autores que acuden a la cita de Sant Jordi a firmar sus novedades también sufrieron las inclemencias del tiempo. Jorge Semprún fue uno de los más afectados: le pilló yendo de una caseta a otra, pero pudo llegar a la cita, donde ya le estaban esperando los lectores. Semprún está contento por el reciente Premio Fundación José Manuel Lara a su novela Veinte años y un día (Tusquets). Otro que estaba feliz era Lorenzo Silva, premio Primavera con Carta Blanca (Espasa): "Con el día de Sant Jordi tengo síndrome de Estocolmo".
Las colas que se formaron ante José Saramago provocaron un auténtico colapso. Ensayo sobre la lucidez (Alfaguara/Edicions 62 en catalán) fue una de las novelas más vendidas. También figuraban en la lista que distribuyó a media tarde el Gremio de Libreros Hombres de lluvia (Planeta), de Maruja Torres; Ninguna guerra se parece a otra (Plaza y Janés), del periodista de Tele 5 Jon Sistiaga; ¿Arde Nueva York? (Planeta), de Larry Collins y Dominique Lapierre; Déjame que te cuente (RBA), de Jorge Bucay, y El código da Vinci (Umbriel y Empúries, en catalán), de Dan Brown, que arrasó en los dos idiomas. En catalán, se colocó en primer lugar, como casi cada año, el televisivo Andreu Buenafuente. Le siguieron Carme Riera, con La meitat de l'ànima (Proa), y otro mediático, Isma Prados, con Cuina x solters (La Magrana).
Paul Preston compartió caseta con Boris Izaguirre, dura competencia. Izaguirre firmó libros, pero sobre todo fue muy fotografiado. Valérie Tasso, la autora de París, la nuit (Plaza y Janés) se encontró en la primera cita de la mañana entre Izaguirre y Francisco Ibáñez, el creador de Mortadelo y Filemón, y no logró dedicar ni un libro. Luego se recuperó.
Almudena Grandes, de rojo riguroso, firmó hasta cansarse Castillos de cartón (Tusquets) y cómo siempre, se enrolló con los lectores. Lo mismo que Donna Leon, que llegó, con retraso de Estados Unidos y, sin dormir, se fue a la caseta de la librería Negra y Criminal. ¿Valía la pena? "Por supuesto". Coincidió con Andreu Martín y Carles Quílez, furiosos porque Asalto a la Virreina (Grijalbo) se había agotado y la editorial no había repuesto. Laura Restrepo se llevó una agradable sorpresa. Pensaba que nadie la iba a conocer y cuando a llegó a la caseta ya la estaban esperando los lectores para que les dedicase Delirio, reciente Premio Alfaguara.
Babelia
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