Libreros, editores y distribuidores celebran sus 25 años de historia en libertad
Los gremios surgieron cuando desapareció el franquista Instituto Nacional del Libro
Hace 25 años hubiera sido impensable que editores, libreros y distribuidores se encontraran y discutieran problemas comunes, como sucedió la pasada semana en Málaga, donde se celebró el 19º Congreso Nacional de Libreros. El Instituto Nacional del Libro Español (INLE), organismo autónomo vinculado al Ministerio de Cultura, desapareció en 1986, pero antes de que su supresión se publicara en el BOE, libreros, editores y distribuidores ya habían empezado a crear sus propias asociaciones. El sector editorial, tal como está configurado ahora, surgió hace 25 años.
Muchas cosas han cambiado en este tiempo. "Las dictaduras ahora son otras", asegura Fernando Valverde, presidente de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), que achaca al ultraliberalismo lo que en la práctica ha acabado por convertirse en el "fascismo comercial" que marcan las reglas del mercado. La protesta contra el oligopolio y la reivindicación del precio único del libro, el plan de fomento de la lectura o la mejor dotación de las bibliotecas públicas unen ahora a editores, libreros y distribuidores en una misma lucha.
Antonio María de Ávila, director ejecutivo desde hace siete años de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), que agrupa a 686 editores, es de los que sostienen que el paso del tiempo todo lo suaviza. Cuando las tres instituciones (CEGAL, que agrupa a los libreros; FANDE, a los distribuidores, y la FGEE) solicitaron su registro en el marco de libertad que permitía la Ley de Asociaciones a finales de los años setenta, un mundo nuevo se abrió para ellos.
"En estos años nos hemos consolidado como instituciones, y la relación de desconfianza inicial que dominó nuestras relaciones ha desaparecido hasta el extremo de participar todos en un mismo congreso y hacer trabajos conjuntos", afirma De Ávila. Constata las dificultades de gestión de un sector que trabaja con cerca de 40.000 modelos nuevos cada año, frente a una nómina de títulos vivos de 275.000.
Prodigios
Fernando Valverde ejerce como librero desde hace 30 años. Desde su establecimiento, situado en el madrileño barrio de Vicálvaro, ha vivido los últimos años de la dictadura franquista, la transición y la llegada de la democracia. Lleva siete años al frente de CEGAL. Del pasado recuerda lo difícil que era trabajar sin apenas información. "El ISBN
[registro de libros españoles] se publicaba una vez al año y los libreros teníamos que tener una memoria prodigiosa". No era ése el único prodigio: en las librerías, además del escaparate, funcionaba la trastienda, donde se guardaba la literatura prohibida.
"El mercado suramericano era muy fuerte, especialmente Losada, que era la editorial que publicaba a Alberti o a Lorca; entonces estaba prohibida hasta la Declaración de Derechos Humanos, y lo mismo pasaba con los libros de pensamiento político, pero se vendían. Los distribuidores facturaban en clave para que no figuraran los títulos reales de los libros, pero había que estar muy atento porque no era nada raro que los sociales [policía política] se presentaran en la librería pidiendo La carta al general
Franco, de Fernando Arrabal, y si picabas el anzuelo te requisaban los libros".
Las librerías se convirtieron en "santuarios", donde se realizaban tertulias y reuniones clandestinas. El precio que pagaron fue convertirse en objeto de atentados de la extrema derecha. Establecimientos como La Oveja Negra o Rafael Alberti no ganaban para borrar pintadas o reparar cristales. Los cambios fueron llegando lentamente. El presidente de CEGAL recuerda cómo en plena transición se persiguió la publicación de El libro rojo del cole. "La policía se presentó en la Feria del Libro de Madrid, requisó varios ejemplares y detuvo a cuatro libreros, lo que provocó un cierre masivo de casetas".
De aquella anécdota se ha pasado a cambios fundamentales. Fernando Valverde destaca la irrupción de las grandes superficies, que han colocado a los pequeños comerciantes contra las cuerdas. El otro gran reto es el tecnológico, un reto que, a juicio de Valverde, los libreros han asumido bien. Según sus datos, las librerías son los segundos comercios más informatizados de España en un ranking que encabezan las farmacias.
El próximo 23 de marzo, la Federación de Asociaciones Nacionales de Distribuidores de Ediciones (FANDE) celebra su 25º aniversario con un homenaje a las federaciones de libreros, de revistas y de diarios. FANDE representa a cuatro asociaciones que agrupan a 230 empresas distribuidoras de libros, revistas y periódicos. José Manuel Anta, secretario técnico de FANDE, cree que el hecho de ser el brazo comunicador entre editores y librerías les convierte en receptores de todos los conflictos del sector. Anta cree que se avanza muy lentamente. En el punto de mira de esta federación se encuentra lo que ya catalogan como un problema "endémico": "Únicamente se remuneran los ejemplares vendidos sin tener en cuenta el número de piezas que se mueven, primero para ser distribuidas y luego para ser devueltas a los almacenes. La batalla pasa por desarrollar sistemas que minimicen el impacto que ocasionan las devoluciones", finaliza Anta.
Babelia
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