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Las cenizas de Lázaro Carreter descansan ya en Magallón

"Hace muchos años fui a un entierro de una amiga en Magallón... Encontrarse de pronto bien, en un pobre cementerio, lleno de tumbas con Lázaros y Carreter por todos lados... Me encontré con una tumba, con un pequeño cartelito que emergía de allí, que salía casi como una mano de aquella sepultura y que ponía 'Fernando Lázaro Carreter'. Es una de las impresiones más grandes que he tenido en mi vida".

Lo dijo hace años, ahora es real. Desde el sábado al mediodía, las cenizas del lingüista y académico Fernando Lázaro Carreter reposan en un humilde nicho de la localidad zaragozana de Magallón, el pueblo donde nacieron sus padres. Fue un acto íntimo, a las 13.30 y en el mismo cementerio que le cautivó hace años. Su viuda, Ángeles, y sus hijos, Fernando, Clara y Angelita, estuvieron acompañados del presidente de la RAE, Víctor García de la Concha, y el profesor Juan Antonio Frago. "Yo supe que quería que le enterraran en el pueblo de sus padres por los medios de comunicación", explicaba su hijo Fernando, "y le pedí que me dijese si eso era cierto. Me dijo que sí. Al hacerte mayor quieres volver al origen".

García de la Concha lo contaba también: "Ha querido ser enterrado como un hijo del pueblo, como uno más, en uno de los nichos junto a los nombres de Magallón, con humildad, sin referencia alguna a lo que supuso en el campo de las letras, de la filología, de la Universidad, de la cultural". El director de la RAE recordó también sus últimas semanas: "Me decía: 'No sabes lo que significa conjugar el verbo hacer en pasado, no poderlo conjugar más que en pasado: he hecho'. Para él era dejar de vivir, dejar de hacer".

Palabras de Ortega

Una misa funeral a las 16.30 en la iglesia de San Lorenzo -"la misma a la que me hizo subirle hace unos meses cuando quiso regresar al pueblo de sus padres", recordaba su hijo- puso final a la jornada. El obispo de Tarazona, Carmelo Borobia, la concelebró con otros tres sacerdotes.

Estaban los vecinos y el presidente de Aragón, el de la Diputación Provincial, el alcalde de Zaragoza, el del vecino pueblo de Borja, Luis María Garriga, y Manuel Lorenzo Blasco, concejal del ayuntamiento zaragozano y amigo de la familia. En la homilía, el obispo se refirió al lingüista como un "verbiculto". Elogió su uso de la palabra y citó a Ortega: "La palabra es el sacramento de la humanidad", dijo, y no olvidó a las víctimas de los atentados de Madrid. Sonaba el órgano y al final María Jesús Frago entonó desde el coro La magallonera, una jota dificilísima de cantar y que parece sólo pueden hacerlo los vecinos del pueblo.

Fernando Lázaro Carreter reposa en el pueblo de sus padres. Aunque él nació en 1923 en Zaragoza, siempre se sintió atraído por una localidad de la que investigó su forma de hablar: El habla de Magallón (1945) fue uno de sus primeros trabajos como filólogo.

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