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El FMI, al alcance de España

El ministro de Economía Rodrigo Rato se afianza como el favorito para dirigir el organismo

Fernando Gualdoni

La candidatura del ministro de Economía Rodrigo Rato para reemplazar al alemán Horst Khöler al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI) surgió casi en el mismo instante en que el cargo quedaba vacante. La Europa del Norte se fijaba por primera vez y sin dudas en un mediterráneo, en un español, para ocupar un puesto que siempre había estado en manos de europeos nacidos de los Pirineos para arriba. El nombre de Rato como próximo director gerente del organismo multilateral de crédito más importante del mundo no comenzó a circular en Madrid, sino en Londres, en Francfort, en Bruselas. España se hizo eco después y no hubo un sola voz en contra de su candidatura. Hasta el PSOE la respaldó.

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La primera reacción de Rato tras conocer su nominación al FMI, el pasado viernes 5, fue de 'ni lo confirmo ni lo desmiento'. El ministro dijo sentirse muy "halagado" y añadió que España iba a apoyar "al candidato europeo con más posibilidades y capacidad reconocida", que saliese de un acuerdo de entre los miembros de la UE. El consenso llegó prácticamente unos días después. El martes pasado, los ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin) señalaron oficiosamente a Rato como el único candidato europeo a dirigir el Fondo.

Tiempo para decidir

El Ecofin pactó además un calendario que beneficia a Rato: retrasó al día 24 o 25 el nombramiento del nuevo miembro del directorio del Banco Central Europeo (BCE), cargo al que aspira el español José Manuel González-Páramo, y dejó para comienzos de abril la candidatura europea para el FMI. Rato dispone así de un margen para decidir, porque será prácticamente imposible que ambos cargos recaigan en españoles. El Ecofin no abordó formalmente la cuestión pero ésta ocupó buena parte de las conversaciones entre los ministros europeos en los pasillos, que sondearon continuamente las intenciones de Rato.

El ministro español se limitó a decir que la cuestión no había sido tratada de manera formal por el Consejo. Reconoció, eso sí, que sus colegas europeos le habían tanteado sobre su posible candidatura. Por segunda vez, Rato no confirmó ni negó la posibilidad, sólo se ciñó a defender la conveniencia de que el sustituto de Khöler sea europeo, y de que la UE presente para ello un candidato "firme".

¿Por qué Rato? Para comenzar no hay ningún candidato de otro país europeo tan reconocido ni en tan buen momento para aceptar el puesto. Rato es el único ministro que ha mantenido su cartera en los ocho años de Gobierno que lleva el PP. Después del presidente Aznar, es el miembro del Gobierno más conocido internacionalmente y reconocido por sus decisiones en política económica.

Rato es además muy respetado en América Latina, la región en desarrollo que ha centrado la mayor parte de la atención y recursos del Fondo en los últimos años. Esto en general le favorece y la única pega que algunas fuentes diplomáticas de la zona ponen es la "estrecha relación" de Rato con las grandes empresas españolas, las que más han invertido en Latinoamérica. Esto podría provocar en algún momento "un conflicto de intereses", según estas mismas fuentes, y eso "no sería bueno ni para la imagen del Fondo ni para el futuro de la región". El argumento es de peso, pero de ningún modo vinculante.

Lo único que pueden pedir los países en desarrollo es transparencia en la elección y ya lo han hecho. El pasado 9 de marzo, los representantes del Grupo de los 24 (G-24) -que agrupa a ocho países de Latinoamérica, nueve de África y siete de Asia-, reclamaron un proceso más transparente y democrático en la elección del nuevo director gerente del Fondo. "No queremos una negociación secreta en una habitación llena de humo entre media docena de representantes europeos que excluyan al resto del mundo", dijo el presidente del grupo, el mexicano Ariel Buira. "Hay personas con experiencia y cualificación que han sido gobernadores, ministros o incluso jefes de Estado en cierto número de países en desarrollo" para ocupar ese cargo, entre los que citó varias personalidades de la India, Brasil o incluso el propio ex presidente de México, Ernesto Zedillo. Buira recordó que los países en desarrollo representan 160 de los 184 miembros.

Para los países ricos, sin embargo, es lógico que los que pagan, que son ellos, sean los que nombren el gestor de esos fondos. Así que una vez que Europa perfile su candidato, que éste prospere o no depende de lo que diga Washington y, en menor medida, Tokio. El nuevo director gerente lo decidirá el consejo de administración del FMI, compuesto por representantes de 24 países. De esos, sólo EE UU, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, China, Rusia y Arabia Saudí tienen una silla permanente, mientras que los otros 16 son elegidos por grupos de países cada dos años. España ocupa ahora uno de estos puestos. En principio, Khöler se quedará hasta mayo, fecha en que previsiblemente se le investirá como presidente de Alemania. No obstante, es probable que antes de un mes ya se conozca el nombre del sucesor.

Hasta el momento ni el Gobierno de EE UU ni el de Japón se han pronunciado. En esos países se han barajado como posibles candidatos a suceder a Khöler al ex vicepresidente del FMI, el estadounidense Stanley Fischer (que ya intentó competir por el puesto en 2000) y al japonés Haruhiko Kuroda, asesor financiero del Gobierno del primer ministro Junichiro Koizumi, pero tienen pocas o ninguna posibilidad ya que la tradición reserva la dirección del FMI a un europeo.

A cambio, Washington siempre pone a un hombre de su confianza al frente del Banco Mundial, mientras que a Tokio parece que le basta con la presidencia del Banco Asiático de Desarrollo

, a pesar de que en 2000 optó por el máximo puesto del FMI, aunque sin mucho convencimiento. Por otra parte, es poco probable que la Administración Bush vete a un hombre clave del Gobierno de Aznar, dada la relación cercana entre ambos mandatarios.

Así que con el visto bueno de Europa y EE UU, sólo queda saber si Rato aceptará el cargo. El resultado de hoy en las urnas es la pieza que le falta al ministro para tener un panorama completo de su situación. Hace un tiempo atrás Rato señaló que le gustaba la idea de ocupar la cartera de Exteriores, pero según una fuente cercana, ahora el ministro quiere estar más cerca de sus tres hijos, una pequeña y dos en la temprana adolescencia, que estar permanentemente viajando. Lo que el FMI le ofrecería, a cambio, son cinco años relativamente apacibles en Washington, donde se mantendría en la cresta de la ola y listo para volver si el PP lo necesita.

Escasa competencia

La carrera por el puesto de director gerente del FMI que se ha abierto tras la salida de Khöler arrancó con una terna de favoritos: Rato; su homólogo británico, Gordon Brown, y el presidente del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), el francés Jean Lamierre.

A pesar de que los tres nombres son relevantes, la pugna para dirigir el Fondo parece ahora mucho menos fiera de la que fue la de 2000. Entonces, Khöler salió electo después de que EE UU vetara al también alemán Caio Koch-Wesser y el japonés Eisuke Sakakibara (alias Mr. Yen) y el estadounidense (nacido en Kenia) Stanley Fischer quedasen en el camino. La batalla duró un mes y fue muy dura.

Esta vez todo parece menos peliagudo. Gordon Brown estuvo en las quinielas desde el principio porque nunca un británico ha estado al frente del Fondo, pero en realidad no son secretas sus aspiraciones a suceder a Tony Blair al frente del Gobierno británico y el puesto en el FMI lo alejaría del que es aparentemente su objetivo. La candidatura de Brown, que fue lanzada un jueves, ya había sido desmentida el lunes siguiente.

En el caso de Lamierre, su trabajo al frente del BERD ha sido alabado más de una vez, pero pocos creen que Francia, que ya tiene a su hombre al frente del Banco Central Europeo (BCE), insista mucho en la candidatura de Lamierre. Además, entre los últimos cinco directores gerentes del Fondo tres fueron franceses.

Detrás de estos nombres aparecieron otros "elegibles", como el ex primer ministro y ministro de Economía italiano, Giuliano Amato; de nuevo el ex vicepresidente del FMI, el estadounidense Stanley Fischer; el británico Andrew Crockett, ex director general del Banco Internacional de Pagos de Basilea, y el japonés Haruhiko Kuroda, asesor financiero del primer ministro Koizumi.

Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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