Vidas rotas
Homenaje a mujeres y hombres corrientes cuyo recuerdo honran sus seres más queridos
Sandra tenía planeado entregar ayer la señal para un piso en Torrejón de Ardoz. Álvaro debería haber cumplido hoy 18 años y estaba ilusionado por votar en Santa Eugenia por primera vez. Nieves era la empleada de un teatro de Madrid a la que le encantaba bailar. Neil, obrero de la construcción, ecuatoriano, había conseguido, tras ocho de trabajo, un piso propio y la nacionalidad española. Javier, auditor del Tribunal de Cuentas, era, sobre todo, un padrazo. Héctor, un inmigrante chileno, peleaba por dejar de ser ilegal. Detrás de los muertos por la barbarie terrorista del 11 de marzo hay historias de gente corriente, de lucha por la vida. EL PAÍS inicia hoy la publicación de semblanzas de las víctimas, sin otro objetivo que rendirles un homenaje y reivindicar la memoria sencilla de tantos inocentes que no cometieron otro delito que subirse a un tren.
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