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Galicia rinde tributo a la 'geometría sensible' del pintor Luis Caruncho

El CGAC presenta una antológica del artista coruñés, gran figura de la abstracción

Xosé Hermida

El poeta José Hierro definió su obra como "arte misterioso a fuerza de claridad". Luis Caruncho (A Coruña, 1929) es uno de los artistas que recuperaron el espíritu de la vanguardia en la España de finales de los años cincuenta y desde entonces ha sido fiel a los cánones de la abstracción, con una pintura en la que se conjugan la pasión por la geometría y un sentido lúdico de la existencia. De ese encuentro nace una "geometría sensible", en expresión acuñada por Antonio Bonet Correa, comisario de la antológica inaugurada ayer en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo (CGAC), de Santiago.

La coherencia es uno de los rasgos que la mayoría de los críticos señala para referirse a la ya larga obra de Caruncho. "No he tenido jamás que prostituirme pintando", explicó el propio artista durante la presentación de la muestra en el CGAC. "No me he visto obligado a hacer un cuadro comercial o vendible porque me he buscado los garbanzos en cosas que me han alejado mucho del mundo del arte".

Caruncho ha sido cualquier cosa menos un artista recluido en su obra. Ha ejercido de crítico, comisario de exposiciones y responsable de instituciones culturales. En su juventud fue corredor de motos y, según recordó él mismo al comparecer ante la prensa en Santiago, tiene el título de "periodista de honor". Entre 1981 y 1995, dirigió el Centro Cultural Conde Duque, del Ayuntamiento de Madrid y en la actualidad es el responsable del Museo de Unión Fenosa, en A Coruña, y asesor de la Fundación Barrié de la Maza.

De entre sus muchas amistades en el mundo cultural una fue especialmente estrecha, la que le unió a su paisano Camilo José Cela, a quien había conocido en Madrid, en 1948, durante un altercado en una sala de fiestas.

Hijo de una familia de la burguesía coruñesa, creció en un ambiente familiar muy vinculado al arte y a los 11 años se trasladó a Madrid. A través de su padre, que fue director nacional de Artesanía, conoció a Daniel Vázquez Díaz, su primera gran influencia pictórica y en cuyo estudio coincidió en los años 50 con otro de los discípulos aventajados del maestro, Rafael Canogar. Tuvo un fugaz paso por la figuración hasta que, a mediados de los años 50, evolucionó hacia lo abstracto, sobre todo a partir de un cuadro sobre el faro de la torre de Hércules de A Coruña con un paisaje nocturno condensado en sus rasgos esenciales. Por esa época recorrió media Europa y se empapó del legado de las vanguardias.

Obra oculta

Su obra ya no se detuvo, pero curiosamente la mantuvo oculta al público hasta 1973, cuando la desaparecida Sala Monzón, de Madrid, presentó su primera exposición individual. El éxito fue fulgurante. Se vendieron todos los cuadros, y Caruncho alcanzó el reconocimiento que hasta entonces sólo tenía entre los círculos reducidos que conocían su obra.

La exposición del CGAC, que permanecerá abierta hasta el 30 de mayo, reúne 51 piezas que abarcan lo principal de la obra de Caruncho, desde el neocubismo de su juventud, producto de sus viajes por Europa y su devoción por Juan Gris, hasta la tardía incursión en la escultura, de la que hay cuatro muestras en la antológica inaugurada ayer. El recorrido que propone el museo santiagués permite apreciar el gran salto que dio la obra de Caruncho a principios de los años 60, cuando abandonó el cubismo y renunció definitivamente a la representación de objetos. Aunque la impronta cubista renacería de forma periódica en sus creaciones, como los collages coloristas que prodigó a principios de los años 70, Luis Caruncho ya no abandonó nunca las coordenadas de la abstracción, en la que persiste de forma recurrente, con una desnudez y un minimalismo más acusados, en su obra de los últimos años.

Placer por las formas

En el debate que dividió durante mucho tiempo la pintura española entre informalismo y constructivismo, siempre militó en este último bando "contra viento y marea". "Es un hombre con una formación de arquitecto, de geómetra", explica Bonet Correa. "Pero lo concreto y lo lúdico tienen también mucha importancia en su obra y hacen de ella una geometría sensible. En Caruncho hay mucho rigor pera también juego y azar, placer por las formas, por el color, la armonía y el equilibrio".

Según el director del CGAC, Miguel Fernández-Cid, "en muy pocas ocasiones una exposición era tan necesaria" como justa retribución a la "deuda no sólo de Galicia, sino de todo el medio artístico español" con el pintor coruñés. Fernández-Cid resaltó en la inauguración que la muestra es un modo de reconocer sus méritos pictóricos y también la labor de "una persona muy generosa con su tiempo", que, además de realizar su obra, ha permitido "rescatar del olvido a excelentes artistas". A sus 74 años Caruncho sigue trabajando siempre por la noche y se declara capaz de pintar un cuadro "en cualquier sitio que no tenga ventanas".

Una vista de la antológica de Luis Caruncho en Santiago de Compostela.
Una vista de la antológica de Luis Caruncho en Santiago de Compostela.CGAC
El cuadro <i>Abanico negro</i> (1954), de Luis Caruncho.
El cuadro Abanico negro (1954), de Luis Caruncho.CGAC

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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