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76ª EDICIÓN DE LOS OSCAR
Columna
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Empacho de anillos

En realidad han premiado las nueve horas de El señor de los anillos más que su última parte, El retorno del rey, que aisladamente es una de las películas más incomprensibles que jamás se hayan visto. "Han dado un Oscar a cada uno de sus falsos finales", bromeó el presentador Billy Cristal. No se han estrujado la sesera los académicos de Hollywood al dejarse llevar por el asombro ante este gran espectáculo visual por encima de la calidad de otras películas nominadas. Pleno total: 11 estatuillas sobre 11 nominaciones. La primera vez que ocurre.

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Dado que El señor de los anillos lo acaparaba todo, el resto era pan comido. ¿Cómo no premiar Buscando a Nemo como el mejor largometraje de animación? ¿Cómo no destacar la canadiense Las invasiones bárbaras como la mejor de habla no inglesa? (aunque aún no conocemos en nuestro territorio las demás finalistas). Cuando los de Hollywood hacen piña no hay quien les pare. Estuvieron firmes en la neutralidad de los discursos. Los ganadores hablaron de sus familiares más aún que los españoles en los pasados Goya, incluido Tim Robbins, quizás por haber sido el primero en subir al escenario. Fue excepción Sean Penn, que al menos se refirió a la falsedad de las armas de destrucción masiva, y hasta el propio Billy Cristal, que hizo alusiones a varios temas considerados tabú, aunque a veces con su dudoso gusto. No faltó el homenaje a las fuerzas de ocupación en Irak, con el soldado Ryan (Tom Hanks) en primer plano, quizás compensando el antimilitarismo de The fog of war, documental ganador sobre el ex secretario de Defensa norteamericano Robert McNamara durante la guerra de Vietnam. "Si la gente pudiera pensar y reflexionar sobre ciertas ideas y preguntas de mi filme, quizá he hecho algo bueno. Tengo el sentimiento de que nos estamos hundiendo en un hoyo", declaró su director, Errol Morris. Pero los académicos estuvieron parcos en todo, incluso en el homenaje al veterano y en ocasiones genial Blake Edwards. Ni se pusieron en pie. Sólo lo hicieron ante Sean Penn.

No fue, pues, el cine lo que más premiaron, sino el audiovisual. El señor de los anillos es un espectáculo rotundo, no hay duda, y El retorno del rey su mejor exponente, aunque sólo sus entusiastas saben matizar entre una y otras partes. Otras buenas películas se quedaron a medias o ni siquiera fueron consideradas. No hagan caso: El señor de los anillos no lo es todo.

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