Aristide pide a los grupos leales que detengan el derramamiento de sangre en Haití
Aristide pide a los grupos leales que detengan el derramamiento de sangre en Haití
Jean Bertrand Aristide convocó ayer a la movilización pacífica en su defensa después de haber demostrado el viernes que las pandillas oficialistas pueden aterrorizar la capital haitiana, Puerto Príncipe, y derramar sangre si la comunidad internacional no lo evita con el envío de una fuerza capaz de apaciguar los ánimos y obligar a una solución política que salve su presidencia.
Instado por Estados Unidos, el presidente Jean Bertrand Aristide pidió a los chimeres calma y colaboración con la policía, pero sin reemplazarla. Sensible también a las instrucciones del imperio, el jefe rebelde Guy Philippe suspenderá "por un día o dos" su avance sobre la capital porque así lo quiere Washington. "Según he leído por Internet", aclaró. El ex comisario escruta la web en el hotel Mont Joli de Cabo Haitiano, en el norte, cuartel general de su soldadesca. La rebelión contra el ex cura de la teología de la liberación estalló el pasado 5 de febrero en Gonaives, la cuarta ciudad más importante de Haití, y se extendió por más de la mitad del país, con cerca de ochenta muertos y el paralelo saqueo de dependencias públicas y privadas a cargo de las hordas conquistadoras y las turbas que las secundan en las ciudades tomadas. La capital es el último bastión del Gobierno, que retiene a sangre y fuego. La herramienta del caos preventivo es aplicada con intermitencia por el Gobierno en esta capital de más de dos millones de habitantes, que ayer se recobraba de los espantos de un día antes.
El Gobierno reclama el desembarco de una fuerza de policía internacional
"Nada indica que algunos terroristas no estén en Puerto Príncipe, pero hay que vigilar en conjunto para defender la democracia feroz y pacíficamente", subrayó Aristide por la televisión del Estado. Horas antes, una de las principales radios privadas, Radio Visión 2000, coaligada con la oposición y receptora de los últimos partes del comandante Philippe, fue ametrallada e interrumpió su programación. "Fue un ataque criminal", protestó su director. Esta caótica ciudad recuperó ayer su habitual caos y algo del tráfico rodado, escaso y peligroso el viernes porque pelotones de chimeres asesinaron, saquearon el puerto y robaron a los automovilistas, la mayoría corresponsales.
Susy W., una periodista canadiense arrastrada fuera del coche y puesta boca abajo por los chimeres, con una pistola sobre la nuca, imploró clemencia recordando la única frase aprendida en creole antes de viajar a Haití, que fue letanía durante el trance: "Por favor, no me maten. Soy madre de dos hijos". Volvió al hotel presa de un ataque de nervios. "¿Dónde llevan las armas?", fue una de las preguntas más frecuentes en los retenes que apresaron a muchos periodistas. En alguna ocasión, un billete de 20 dólares fue la documentación exigida para permitir la continuación de la patrulla informativa. "Las bandas armadas que siembran el terror lo hacen en nombre de Jean Bertrand Aristide", denunció una nota de la Embajada norteamericana, custodiada por medio centenar de marines. Un grupo de geos llegó a Puerto Príncipe para proteger la española.
Desde la Casa Blanca, un comunicado culpó a Aristide la situación creada en el país y puso en duda que esté capacitado para continuar en la presidencia. "Le pedimos que estudie cuidadosamente su situación, que acepte su responsabilidad y que actúe siguiendo el interés del pueblo de Haití", señalaba el texto. El Gobierno haitiano reclama el desembarco de una fuerza de policía internacional para contener la anarquía, y apuntalar a Aristide, pero la intención de la Casa Blanca, Canadá y Francia es otra: sugieren la renuncia y el eventual despacho de una fuerza de seguridad para garantizar la pacífica alternancia en el Palacio Nacional. Un buque guardacostas norteamericano ancló ayer en aguas jurisdiccionales haitianas, cerca de Puerto Príncipe. En Nueva York, cientos de haitianos se manifestaron gritando "Aristide sí, terroristas no".
La Organización de Estados Americanos (OEA) y el Caricom (Comunidad del Caribe) son menos receptivos a la aceptación de un nuevo derrocamiento en América Latina. Aristide sabe de las discrepancias, y, al menos públicamente, se manifiesta dispuesto a defender su segunda presidencia. Fue obtenida en las elecciones de noviembre de 2000, con el boicoteo de la oposición, que denunció fraude en las legislativas de mayo de aquel año. Desde esas fechas, la concordia ha sido imposible. "Nada de irse, eso son rumores sin fundamento que son originados por líderes de la oposición para provocar a la población y desórdenes en el país", reiteró Aristide en las declaraciones emitidas ayer por la televisión oficial.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.