_
_
_
_
Reportaje:TERREMOTO SOCIAL EN EE UU

La guerra de la moral divide a EE UU

La reivindicación del matrimonio homosexual abre una dura disputa sobre valores en la campaña electoral

En las mismas escaleras de mármol del Ayuntamiento de San Francisco en las que se casaron, hace 50 años, Marilyn Monroe y la estrella del béisbol Joe DiMaggio, se están ahora casando miles de parejas homosexuales. El presidente George W. Bush, "turbado" por este invierno de amor en San Francisco y por la decisión del Supremo de Massachusetts, que considera anticonstitucional prohibir las bodas gays, se ha lanzado a la campaña electoral alentando una enmienda para que la Constitución establezca que sólo es matrimonio la unión de hombre y mujer. La derecha religiosa quiere aún más; y los líderes demócratas temen las consecuencias electorales de esta polémica que divide a los estadounidenses, como ocurrió con el aborto en los años noventa.

Bush necesita la movilización de los más extremistas para ser reelegido
Más información
"Representamos el futuro de este país"
"Es otro muro de Berlín que cae"
Un alcalde del Estado de Nueva York, acusado de violar la ley tras oficiar bodas entre 'gays'
El Ayuntamiento de Seattle reconocerá a las parejas homosexuales casadas en otros estados
Massachusetts aprueba una enmienda a la Constitución que prohíbe el matrimonio 'gay'
Misuri aviva la polémica al prohibir en referéndum el matrimonio gay

Es una guerra abierta en la que se libran batallas en varios niveles, con las presidenciales de noviembre siempre presentes. La primera carga de profundidad llegó el 18 de noviembre, con la decisión del Supremo de Massachusetts -que entrará en vigor el 17 de mayo- a favor de que se den licencias matrimoniales a las parejas gays. Bush contestó prometiendo defender "la santidad del matrimonio". El alcalde de San Francisco, Gavin Newsom, autorizó el 12 de febrero los matrimonios del mismo sexo, a pesar de lo que dice el Código de Familia de California. Bush, que olfateó la baza electoral, reaccionó el martes cargando contra "unos cuantos jueces y autoridades locales que quieren cambiar la institución fundamental de la civilización" y proponiendo la enmienda constitucional, lo que arrancó aplausos entre los grupos extremistas y condenas de los demócratas por electoralismo.

Grupos ultras

El viernes, el Supremo de California -el mismo que hace 56 años legalizó los matrimonios interraciales y que hace 25 años falló en contra de las discriminaciones de las empresas contra los homosexuales- mantuvo las bodas y se negó a anular las 3.500 licencias concedidas, como querían los grupos ultras que habían denunciado al alcalde de San Francisco. El alcalde, a su vez, se ha querellado contra el Código de Familia por discriminación. También el viernes, la Seguridad Social entró en acción al ordenar a sus oficinas que no acepten los certificados de matrimonio expedidos en San Francisco o en cualquier Ayuntamiento, como el de New Paltz (Nueva York), donde su alcalde, Jason West, casó anteayer a 25 parejas gay. El fiscal de Nueva York, Eliot Spitzer, sin pronunciarse sobre su legalidad, se negó a paralizar las ceremonias de New Paltz.

En todo el país, cámaras legislativas, ayuntamientos y grupos de presión han entrado en la refriega. "Es una nueva guerra civil", asegura Randy Thomasson, director ejecutivo de Campaign for California Familias, que se ha querellado -sin éxito por ahora- contra el alcalde Newsom. "Bush hace lo correcto al apoyar la enmienda constitucional contra el matrimonio entre homosexuales, pero no es suficiente. No basta con proteger el término matrimonio. Para defender la institución de los ataques de políticos corruptos y de jueces activistas, tenemos que proteger los derechos y la esencia del matrimonio como la unión sólo entre hombre y mujer. Hay que luchar contra las llamadas uniones civiles y las leyes de parejas de hecho, que son como el matrimonio gay, pero con otro nombre", dice a EL PAÍS.

No es una opinión aislada. Aparte de que 38 Estados consideran que el matrimonio es un sacramento entre hombre y mujer, los legisladores republicanos más radicales se están movilizando para reformar las Constituciones de los Estados y prohibir uniones o matrimonios gays. Ohio ha llegado incluso a negar beneficios a las parejas de los funcionarios homosexuales.

Para Jon Davidson, asesor jurídico de Lambda Legal, el reconocimiento legal de los matrimonios entre personas del mismo sexo es muy importante: "Es, ahora mismo, la pieza central en la lucha por la igualdad. Es un reconocimiento de los derechos del individuo y de un grupo social: del derecho no sólo a existir, sino a convivir socialmente, a formar pareja".

Formar pareja legal implica derechos de propiedad, herencias, seguros y pensiones, cobertura médica, divorcios o custodia de los hijos. Las uniones civiles, como la que está en vigor en Vermont, no son transferibles a otros Estados ni incluyen todos los derechos federales -1.049, exactamente- asociados al matrimonio, sobre todo los beneficios de la Seguridad Social y las pensiones. Esto, que para algunos es la prueba de que no se puede discriminar, es para otros el motivo oculto de las bodas gays: "La experiencia de California prueba hasta qué punto los activistas homosexuales están dispuestos a sacar partido del término matrimonio. Lo que quieren son las ventajas, aprovecharse de los derechos y beneficios asociados al matrimonio", asegura Thomasson.

Los matrimonios homosexuales no son apoyados por la mayoría de los estadounidenses, aunque, como en todo sondeo, la respuesta depende de cómo se haga la pregunta. Según Newsweek, solamente un 23% estaría de acuerdo, pero otro 24% aprueba las uniones civiles entre gays. Según Gallup, el 53% está a favor de la enmienda constitucional de Bush y el 44%, en contra, pero en un sondeo de la Universidad de Pennsilvania, el 48% está en contra y el 41% a favor.

Es muy difícil que la enmienda tenga éxito. No sólo porque hace falta el acuerdo de dos tercios del Congreso y del 75% de los Estados, sino porque la propia Constitución consagra la no discriminación y la igualdad ante la ley. Pero el objetivo no es la enmienda: lo que Bush quiere es ser reelegido. Para ello necesita la movilización de los más extremistas y el rechazo que los moderados puedan sentir ante los matrimonios homosexuales.

Por eso, los dirigentes demócratas, que creen que las medallas de John Kerry en Vietnam y la simpatía de John Edwards han derrumbado los índices de popularidad de Bush, están nerviosos con lo que pasa en San Francisco y en otros lugares y tratan de frenarlo. Tarea inútil, porque en la polarización que domina a EE UU, la movilización de la derecha cristiana contra "esta calculada campaña de dar apariencia de normalidad al comportamiento homosexual", en palabras del reverendo Louis Sheldon, fundador de la Coalición de Valores tradicionales, se encontrará enfrente con la movilización de los activistas demócratas y los grupos de derechos humanos, con todos los que piensan como Jason West, el alcalde de New Paltz: "Lo que estamos contemplando en América hoy es el florecimiento del más amplio movimiento de derechos civiles que este país ha tenido en toda una generación".

El alcalde de San Francisco, Gavin Newsom, posa junto a una pareja de lesbianas en una recepción en el Ayuntamiento.
El alcalde de San Francisco, Gavin Newsom, posa junto a una pareja de lesbianas en una recepción en el Ayuntamiento.ASSOCIATED PRESS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_